n situaciones como la de ahora, en plena adversidad colectiva, tendemos a registrar todo por medio de datos y de cifras, de índices y porcentajes, pero también a través de ideas, de términos y conceptos abstractos capaces de explicar lo que nos pasa. Es casi una necesidad. Aunque sea transitorio, es un alivio lo que notamos al dar con esa palabra o con esa frase que resume de algún modo nuestro ánimo, el momento aciago en que nos encontramos.

Sin embargo, en lugar de buscar un nombre o un título para esa sensación, para la que tenemos hoy, yo prefiero recurrir a lo que han escrito otros, a la verdad que extrajeron en días parecidos, formulada como conclusión aislada o camuflada en forma de ficción. Estas semanas, cada vez que elevo la mirada hacia arriba, hacia lo que nos ocurre, hacia los hechos pero también hacia el clima donde se producen, recuerdo Casa tomada, el relato de Julio Cortázar. En él, el autor argentino cuenta la historia de dos hermanos adultos que viven en un piso de la ciudad. Cuenta cómo, a partir de cierta mañana, esas dos personas advierten la presencia de unos intrusos, de alguien indefinido que va ocupando las estancias. Al ir perdiendo esas habitaciones, los inquilinos no tienen más remedio que adaptarse, que organizar su vida de otra manera. Se acomodan en el resto de cuartos, restringen sus movimientos a ellos y utilizan las cosas que aún están ahí. Y lo bueno, lo valioso a su vez en clave narrativa, es que los protagonistas van asumiendo la situación extraordinaria sin escándalo ni sorpresa, sin protesta ni perplejidad, la aceptan como un destino inevitable. Ni siquiera intentan averiguar qué está expulsándoles de su casa, se limitan a existir en el espacio que les queda.

¿Nos queda mucho aún?

Sí, aún nos queda.

En esa búsqueda de referentes, en la descripción audaz que otros han trazado de su propio aprendizaje, me topo a continuación con un texto de Rilke, con uno de esos fragmentos en prosa que recogió en su libro Cartas a un joven poeta. Claro, toparme con él significa acordarme de él, relacionarlo con lo que está sucediéndonos. En ese sentido, me gustan esas líneas donde Rilke, siguiendo con los consejos literarios que da a Franz Xaver Kappus, le dice: "Si su vida cotidiana le parece pobre, no le culpe a ella; cúlpese a usted mismo, dígase que no es lo bastante poeta para invocar las riquezas del día a día. Para el creador no existe la pobreza, ni lugar pobre o anodino". Me gusta ese pasaje porque nos remite a lo elemental, porque nos recuerda que nuestro espacio vital, el constituido por lo que experimentamos y por lo que poseemos, puede ensancharse con un poco de esfuerzo, puede alcanzar las dimensiones de un universo gracias a la imaginación.

¿Así que nos queda mucho aún?

Sí, aún nos queda.

Y ya que nos hemos adentrado en la lírica, merece la pena acudir a otros nombres ilustres, a quienes llegaron lejos con sus estrofas y sus versos, a quienes rozaron la excelencia con ellos. Y es que también ahí, en ese terreno a menudo hermético cuyo acceso está reservado con frecuencia a un puñado de almas selectas, encontramos lecciones útiles para estos tiempos. También a partir de ahí, de las reflexiones expresadas por los poetas, podemos extraer conclusiones que nos sirvan. En el libro Conversaciones con Elisabeth Bishop, la escritora norteamericana critica con razón el exceso de autoindulgencia, de autocompasión en los confines creativos, y afirma que "la poesía debería celebrar lo que uno ve, no necesariamente lamentar lo que uno no ha visto". En lo que a nosotros respecta, en lo que ahora nos importa, cabría parafrasear a Bishop, completar su idea añadiendo que, en lugar de apenarnos por lo perdido, deberíamos fijarnos en lo que todavía hay, en lo que todavía está, en lo que todavía tenemos.

De modo que, ¿nos queda mucho aún?

Sí, aún nos queda.

Claro, más allá de la rima empieza la música, la poesía termina en ella. Yo también he querido buscar consuelo ahí, indagar en lo que cantaron otros. Podría mencionar muchos ejemplos, canciones que encierran un mensaje similar a los recogidos en este artículo, que van en la misma dirección. Sin ir más lejos, se me ocurre de pronto Love the one you´re with, un tema de Stephen Stills, porque dice: No estés enfadado, no estés triste / no te sientes a llorar por los buenos tiempos que tuviste / hay una chica a tu lado / y está esperando a hacer algo. Y más adelante añade: Si no puedes estar con aquel a quien amas / ama a aquel con quien estás.

¿Nos queda mucho aún?

Sí, aún nos queda.

El autor es escritor

En plena adversidad colectiva, tendemos a registrar todo por medio de datos y de cifras, de índices y porcentajes, pero también con ideas, términos y conceptos abstractos

Es un alivio lo que notamos al dar con esa palabra o con esa frase que resume de algún modo nuestro ánimo, el momento aciago en el que nos encontramos