COO, en estos momentos, tiene puesta la mirada en una reconstrucción social y económica ambiciosa, solidaria y justa. No podemos, otra vez, salir de una crisis como ésta sin modificar las leyes para proteger el empleo y evitar los problemas crónicos que arrastra nuestro mercado laboral.

Necesitamos prepararnos para cuando terminen los efectos protectores de los ERTE justo antes del verano. Por eso es necesario derogar la reforma laboral que tuvo un efecto multiplicador en la precariedad del empleo.

Adelantarnos, por una vez, a lo que vendrá, nos ayudará a que todas las medidas sociales aprobadas y los recursos económicos que llegarán de Europa generen un impacto positivo en el largo plazo. La reconstrucción social y económica debe hacerse con bases normativas acordes a este tiempo de riesgos. Asimismo, el momento actual es una oportunidad para modernizar el modelo laboral español pensando en el siglo XXI, y para ello se requiere corregir una reforma laboral que se hizo pensando en el siglo XIX.

En Navarra, y más en concreto en la industria, la reforma laboral tuvo un efecto devastador en la calidad del nuevo empleo que se generó a partir del 2012. Si en 2007 de media un contrato en la industria navarra duraba 256 días, hoy ese mismo contrato en ese mismo sector dura únicamente 30 días.

La dualidad en el mercado laboral entre personas con contratos precarios y las personas con contratos indefinidos y mejores condiciones es nuestra asignatura pendiente. Hoy el 40% de los contratos que se firman son para 7 días o menos. La ultratemporalidad ha ido a más, y la rotación hace que hoy de media una persona trabajadora acumule 3 contratos al año.

Estos datos, analizados y denunciados en muchas ocasiones por CCOO, tienen algo en común; la rotación, la ultratemporalidad y la duración media de los contratos empeoraron de forma evidente en Navarra tras la aprobación de la reforma laboral. Por lo tanto, no podemos afrontar este momento de reconstrucción social con una ley como la que regula nuestras relaciones laborales que lastra de forma notable las condiciones de trabajo de la clase trabajadora.

Debemos desmontar la reforma laboral en dos fases. La primera, antes del verano, para cerrar temas como la ultraactividad de los convenios, la prevalencia del convenio sectorial, subcontrataciones, etcétera. Y una segunda en la que se debe abordar la flexibilidad, ERTE, contratación, despidos etcétera. Con el objetivo de reducir la fragmentación y dualidad de nuestro modelo laboral.

Además de todo ello, en nuestro país las diferentes crisis han provocado que se dé una mayor acumulación de la riqueza. A esa acumulación, sin duda, ayudó esa reforma, que además devaluó la negociación colectiva y supuso una amenaza a la acción sindical.

En este sentido, la transferencia de rentas se ha materializado, entre otras cosas, en un aumento de las desigualdades que, además, tiene un claro componente de género. Durante los años de recuperación, lejos de abordar reformas estructurales para conseguir una sociedad más justa y cohesionada, se ha optado por aumentar las herramientas para poder reducir los salarios, recortar recursos de los servicios públicos, favorecer el acceso de la iniciativa privada a estos servicios y una rebaja de las cargas fiscales a las rentas más altas. Para ello se han utilizado las políticas neoliberales impuestas unilateralmente y no se ha dudado en recurrir a medidas autoritarias de recorte de libertades ciudadanas.

Por eso ahora debemos aprovechar el escenario para ganar el pulso que se está dando a nivel político entre una mirada liberal que deja a la gente al margen de los derechos y una orientación social que defiende, como lo hacemos todos los días en CCOO, que las políticas públicas tienen que estar orientadas a proteger a la gente trabajadora y a quienes menos tienen.

Debemos seguir dando la batalla en esa disputa, orientando nuestras propuestas a ofrecer seguridad, protección, oportunidades y bienestar a la mayoría social. Y esa batalla se da en la negociación colectiva, que supone un instrumento elemental de reparto de la riqueza, en las propuestas que aprobamos en el marco del diálogo social y en la movilización creciente y sostenida, con iniciativas propias y junto a otros movimientos sociales como ya lo hacemos. Esos tres ámbitos, el de la empresa-negociación colectiva, el institucional y el social deben caminar de forma coordinada.

Como ha ocurrido en otras fases históricas, los momentos de salida de la crisis, cuando no son equitativos, inducen al malestar social. Si en 2013 la reforma laboral despojó de derechos a la gente trabajadora y devaluó la influencia de los sindicatos en la negociación colectiva a favor de la patronal, hoy esa norma está sirviendo de lastre para una recuperación económica con un crecimiento igualitario.

Estos cambios que necesitamos no los vamos a conseguir únicamente con la presión que podamos ejercer en las mesas institucionales, por eso nos concentraremos el próximo 12 de abril en Pamplona, con la vocación de que el próximo 1 de mayo sea un grito unánime contra las políticas que encierra esa reforma laboral tan negativa. Por eso ahora sí toca abordar de frente y con ambición las derogaciones necesarias para construir futuro, os animamos a acudir a las movilizaciones.

El autor es secretario general de CCOO Navarra