an transcurrido ya noventa años desde la proclamación, el 14 de abril de 1931, de la segunda república, el primer régimen político democrático en Navarra y en España.

Desde su nacimiento fue acosada y perseguida por unas élites sociales y económicas que ya en aquel momento se estaban decantando hacia el totalitarismo y el fascismo.

Fue finalmente aniquilada mediante el asesinato de cientos de miles de personas durante una guerra de exterminio de la izquierda que dejó aterrorizada y empobrecida a la población. El franquismo fue un estado criminal y corrupto que se mantuvo durante cuatro décadas mediante una brutal represión y el creciente apoyo, después de la Segunda Guerra Mundial, de los EEUU y sus aliados europeos.

Tras la dictadura llegó una transición con luces y sombras, luces como la recuperación del pluralismo político y sombras como la tutela que los poderes y estructuras de un estado franquista no depurado, empezando por el ejército y siguiendo por la oligarquía económica, ejercían sobre la naciente democracia. Esa tutela impuso la monarquía, una monarquía que ha sido durante décadas un agujero negro de clientelismo, corrupción e impunidad.

Un clientelismo, corrupción e impunidad protagonizado por las mismas oligarquías que lo ejercieron durante el franquismo. Un agujero negro que es preciso remover ya para rescatar la democracia española de un proceso cada día más evidente de degradación y decadencia.

El balance de los 45 años transcurridos de monarquía y régimen del 78 es desolador. España está a la cabeza en Europa en desempleo, pobreza, desigualdad y corrupción.

Gran parte de nuestra juventud afronta un futuro muy negro, un futuro de subsistencia con empleos precarios y salarios de pobreza. Asistimos a un fracaso histórico, fracaso que tiene sus máximos responsables en la monarquía y el Régimen del 78.

España y Navarra necesitan un cambio de rumbo y de políticas, cambios profundos en nuestro modelo político y económico.

La derecha y las élites económicas están preparando el terreno para una nueva oleada de recortes sociales y de pérdidas de derechos.

Un nuevo tsunami antisocial que sea incluso más duro que el de la pasada década y, si es posible, que sea impuesto a España y a Navarra en la forma de un rescate europeo. Para estos sectores sería la coartada perfecta para imponer con la máxima dureza su programa económico austericida: recortes draconianos de servicios públicos, salarios y pensiones.

Desde IUN-NEB defendemos que existe otra elección. Otro camino que se transita con medidas como la derogación de la Ley de Estabilidad Presupuestaria del PP de 2012, la reforma del artículo 135 de la CE aprobado en 2011 por PSOE y PP, la derogación de la reforma laboral del PP de 2012, el blindaje de la pensiones públicas, la aprobación de una ambiciosa reforma fiscal que al menos eleve la presión fiscal de empresas y capitales a la que soportan los trabajadores, la apuesta por un programa de reconstrucción de nuestro tejido económico e industrial con liderazgo público o la creación de una banca pública.

Durante este año de pandemia los gobiernos de coalición en España y en Navarra han puesto en marcha medidas sociales para proteger a las clases trabajadoras y populares. Son medidas necesarias y positivas pero no son suficientes, necesitamos un cambio mucho más profundo. Un cambio de rumbo que no es posible con la monarquía.

Hoy, en Navarra y en España, la monarquía es una institución ampliamente desacreditada.

La monarquía ha demostrado durante estas décadas que solo sabe y puede actuar como un freno y dique frente a los cambios que necesitamos, sus compromisos y lealtades históricas están con quienes han llevado a España al fracaso que hoy soporta.

El velo que impedía percibir con claridad su naturaleza y funcionamiento ha caído. La última década de creciente pobreza y desigualdad para amplias capas de la población, junto con el conocimiento público de su corrupción, ha terminado por abrir los ojos a la realidad de millones de ciudadanos.

Millones de personas que hoy ven que, para lo que ha servido la monarquía este tiempo, ha sido para haber mantenido bien atendidos y representados en un corrupto reparto del botín a los poderes fácticos y oligárquicos heredados de nuestro modelo de transición.

Por eso en España y en Navarra la República es una urgencia democrática hoy, no para las próximas generaciones, es una necesidad aquí y ahora.

Por eso hoy, en este abril de 2021, las mujeres y hombres de IUN-NEB defendemos que la Tercera República forma parte imprescindible del camino de la solución a nuestros problemas en España y en Navarra.

No se trata de un deseo nostálgico de un tiempo pasado que nos fue robado, se trata de devolver todo el poder al pueblo para que decidamos y construyamos nuestro futuro, sin espacios de impunidad ni tutelas antidemocráticas.

Este 14 de abril, junto al homenaje y recuerdo de los hombres y mujeres que fueron asesinados y asesinadas, que sufrieron persecución, encarcelamiento, torturas y vejaciones durante la Guerra Civil y la dictadura franquista, reclamamos la devolución de todo el poder al pueblo, reclamamos la III República.

Reclamamos una sociedad en igualdad, en derechos y libertades, la recuperación de los logros conseguidos por la lucha continua de quienes aspiraron y aspiran a construir un mundo y un país más justo que dignifique a todas las personas todos los días.

Los derechos de ciudadanía, el derecho al trabajo y una vida digna, al disfrute de los bienes comunes, de los recursos naturales, el derecho a la paz, a un medio ambiente cuidado y conservado, o el derecho a una sociedad con igualdad real e irreversible entre hombres y mujeres.

Por todo ello y con más fuerza, República ya!

Los autores son coordinadora y excoordinador de IUN-NEB