l 1 de junio se renovó el Consejo de Dirección del Consorcio Alta Velocidad-Comarca de Pamplona, integrado por Gobierno de Navarra y Ayuntamientos de Pamplona, Zizur Mayor y Cendea de Zizur. Su primer acuerdo ha sido encargar un informe sobre compromisos económicos y jurídicos de estas entidades en relación al Plan Sectorial de Incidencia Supramunicipal de Etxabakoitz. Este plan está relacionado con la llegada del TAV a la Comarca y supone unas importantes obras financiadas con dinero público. El Gobierno español está elaborando a su vez otro estudio informativo de la red ferroviaria en la comarca para explicar las diferentes alternativas. Y la comisión de Urbanismo del Ayuntamiento de Pamplona aprobó una declaración por la que apoyaba inequívocamente la construcción de la vía del TAV en Navarra con todo lo que conlleva. Votaron a favor Navarra Suma, PSN y Geroa Bai. Bildu lo hizo en contra. Este movimiento político público se encuadra en el contexto de las ayudas post covid europeas. Resumiendo, llegan fondos con garantía pública de Europa y las constructoras y cementeras privadas los quieren para ellas.

Los partidos que administran estado, CCAA y ayuntamientos, junto al Parlamento europeo, diagnostican el momento actual de crisis económica. Obvian la crisis medioambiental, el fin de los combustibles fósiles y la crisis social global, con sus respectivos efectos y necesidades. Y así plantean una solución únicamente empresarial. A la vez está habiendo un movimiento político oculto en el que grandes corporaciones económicas en crisis empujan a los partidos políticos que los representan en las instituciones a dirigir estos fondos hacia los proyectos que les interesan a ellos, que no a toda la sociedad. El sistema político representativo que conocemos ha logrado grandes cosas en los últimos dos siglos en el mundo. Pero también es parte de la crisis, junto al entramado financiero-empresarial y a miles de millones de personas consumiendo. Pretender que estos partidos, ellos solos, vayan a solucionar la crisis con sus propuestas continuistas, sin un estudio integral de toda la crisis sistémica, sin un mínimo ejercicio de autocrítica y renovación sincera, es una pérdida de tiempo y una irresponsabilidad histórica.

El capitalismo está en crisis irreversible desde 2008 por agotamiento de recursos naturales. Por eso la solución pasa irremediablemente, y aunque nos contraríe, por un cambio de modelo. Cuanto antes lo asumamos, mejor. Los peores efectos de esta crisis sin fin nos van a pillar de viejos, si no.

El principal objetivo de este plan europeo es la recuperación de los beneficios empresariales. Desde 2008, las vías que el capitalismo ha seguido para recuperarse han sido el rescate bancario con dinero público, la devaluación salarial, exprimir la internacionalización, sobre todo en América Latina, y la ingeniería fiscal y contable. Estamos hablando de miles de millones de euros en una gigantesca transferencia de presupuesto público para salvar negocios privados llevados a cabo sin inteligencia, debate y con mucha avaricia. Los fondos Next Generation quieren seguir invirtiendo en el modelo en crisis, consiguiendo que grandes empresas capitalistas que nunca van a ser rentables, por agotamiento de los recursos naturales baratos que necesitaban para serlo, sostengan sus beneficios a costa de nuestro dinero público. En general, a nivel estatal, las inversiones que se plantean parten de informes de la CEOE en colaboración con grandes bufetes de abogados que han ido presentando propuestas que se han incorporado en el Real Decreto que regula la gestión de los fondos. También la Administración pública está contratando grandes consultoras que antes han formulado proyectos para grandes empresas para que asesoren en la gestión de los fondos.

En Navarra, como en el resto de territorios, esto es posible porque en esta democracia representativa aproximadamente 1.000 personas son las que toman las decisiones políticas esenciales. Más o menos, 500 por UPN y 500 por PSN. Añadamos alguno por parte de Geroa Bai. Más o menos. Es decir, nuestro sistema político no es democrático sino oligárquico.

En democracia, ante una crisis sistémica y de alcance planetario, no debiera permitirse que tan poca gente decidiera las estrategias y la inversión de los fondos públicos. Además, una gente que de ninguna manera podemos considerar como una élite intelectual navarra. La clase política es funcionaria de sus partidos y su mayor mérito profesional es la fidelidad a los objetivos de esos partidos, que no a los públicos.

Necesitamos unas instituciones que abran el debate sobre la situación y sobre las estrategias. Que consigan unir conocimiento de universidades y agentes sociales diversos para lograr el mejor análisis, así como el interés de los medios para divulgarlo entre la gente. Unas instituciones que, más que interesadas en los proyectos concretos, se interesen por los intereses comunes de la gente: seguridad vital, empleo, salud, protección del medio ambiente, promoción de la persona y los grupos. Y que a partir de ahí articulen la creación de un proyecto de Navarra postfosilista realmente democrático y sostenible ecológica y económicamente. Pero estas instituciones nunca lo harán, les atan demasiados intereses al sistema económico moribundo. Ambos deben cambiar o nos arrastraran al resto, que además somos los que financiamos su estrategia miope e irresponsable. Otra Navarra es posible. Pero para eso hace falta inteligencia y participación. Solo la sociedad activándose en este sentido puede cambiar el rumbo que nos lleva al precipicio.