omo un barco que va a la deriva, algunas lenguas en el mundo están naufragando sin rumbo, de forma alarmante, siendo una gran preocupación de los poderes públicos en cuanto este fenómeno social deja de aportarnos a nuestra sociedad. Son las denominadas lenguas maternas o nativas, consideradas un derecho universal desde noviembre de 1999 y amparadas bajo el apoyo de la ONU, los gobiernos realizan una titánica lucha diaria en su defensa para la preservación y protección de todas las lenguas y dialectos con el fin de evitar que no desaparezcan entre las tormentas.

Las lenguas maternas representan la cultura de un territorio, su identidad y valores, su historia y costumbres, tradiciones y la idiosincrasia de un pueblo. En nuestro planeta coexistimos con 7.100 lenguas y dialectos en los que cada 14 días desaparece una lengua y junto a ella se hunde su historia. Desde la prehistoria el lenguaje autóctono de cada sociedad indígena ha sido la herramienta de comunicación entre las tribus y las comunidades grupales próximas, la enseñanza y aprendizaje corría a cargo de las madres -que se encargaban de las tareas domésticas y la crianza de los hijos- que, por regla general, lo hacían en su propia lengua, razón por la cual se bautizó como lengua materna, a excepción en la Roma clásica cuya primera lengua que una persona conocía era la lengua del varón o cabeza de familia denominada patrius sermo. La lengua habitual familiar que se transmite de generación en generación forma parte de la identidad de cada persona, perduramos sus conocimientos, potenciamos la libertad, igualdad de valores éticos y los derechos humanos de todas las sociedades o civilizaciones del planeta que interaccionan en el medio donde se forman, coadyuvando a la extinción de todo un patrimonio cultural.

En España atesoramos un patrimonio común de 500 millones de hispanohablantes entre los 5 continentes, que ha ido in crescendo a lo largo de la historia y compartiendo barco con miles de lenguas cooficiales en cada uno de sus países representando parte del patrimonio cultural e intelectual de todas sus sociedades a nivel global. Este fenómeno de globalización empezó en España en el S. VI d.C que, conjuntamente con las lenguas imperantes en cada sección territorial ibérica, cohesionó y formó parte de la realidad lingüística de cada pueblo. Es en la época contemporánea, tras largos años de discriminación, muchas lenguas indígenas han pasado a un segundo plano priorizando la lengua imperante para conseguir condiciones óptimas para el éxito social. Y, es en la realidad de nuestros días, cuando el mensaje de la palabra lengua cobra cierta fuerza. El Gobierno ha empezado a adoptar diferentes sistemas de reconocimiento para mantener a flote este patrimonio inmaterial y que no sea un valor perdido en la inmensidad del océano, aplicando reformas en sus leyes constitucionales e instaurando la coexistencia del español como el idioma oficial por antonomasia, según dicta la Constitución española junto a las seis lenguas cooficiales incorporadas a posteriori -castellano, catalán, valenciano, gallego, euskera y aranés- y los dialectos -aragonés, leonés, bable, andaluz, canario, extremeño, rurciano y romaní-, reconociendo su potencial y sabiduría para ir creando una sociedad en continuo proceso de transformación y avance dentro del sistema educativo y comunitario como una herramienta para construir y transmitir nuevos objetivos.

Otro reconocimiento para mantener viva la lengua es promocionar parte de nuestra riqueza lingüística a través de organismos e instituciones académicas. Según Jèp de Montoya, académico y presidente de la sección aranesa de la Academia de la Lengua Occitana, “las lenguas maternas o nativas nos acercan a raíces ancestrales y que se funden en sustratos lingüísticos antiquísimos y prerromanos, pudiendo constatar muchas veces en la onomástica y en la toponimia. La etimología de muchos vocablos nos aporta conocimiento sobre orígenes en común. Las lenguas no se pueden fijar, están en continuo movimiento, por lo que es necesario para tener una huella en la historia reconocerlas jurídicamente y oficialmente con la fundación de Academias -como Española, Euskaltzaindia, Valenciana, Catalana, Gallega, Asturiana, Aragonés y Occitana- así como otros organismos e instituciones que trabajan por la buena salud de nuestras lenguas nativas cuya misión es difundir, normalizar y dar soporte a la lengua y su desarrollo a lo largo de la historia y evolución lingüística, tanto en el Estado español como en el Consejo de Europa bajo el telón de La Carta Europea de las Lenguas Minoritarias o Regionales”.

En 2022 las organizaciones mundiales presentan un programa de fomento de oportunidades y desafíos ante el multilingüismo: la tecnología. La lengua y su cultura se divulgan a través del estudio y son transmitidas a la sociedad en los avances que suceden en el mundo. Actualmente, el sistema educativo y el dominio público utilizan el mundo digital para abrirse al mundo global y poder darle una visión plurilingüe y una educación de calidad.

Nuestro cuaderno de bitácora de nuestra lengua nativa es conseguir mantenerla viva y reconocerla como parte de nosotros y de nuestro pasado, presente y futuro. Cada uno somos escuela de la lengua materna, que si naufraga, su valor se pierde junto a tradiciones, recuerdos y pensamientos, y la diversidad cultural del mundo también se desvanece, y consigo el todo de un patrimonio cultural, intelectual y personal.