Se suele decir que los argumentos o discusiones bizantinos son sinónimos de argumentos o discusiones inútiles. Para que son equivalentes a la expresión “discutir el sexo de los ángeles”, ya que este era el tema sobre el que estaban discutiendo los bizantinos, de una forma seria, sesuda…, cuando los otomanos ponían cerco a Constantinopla en el siglo XV. ¿Por qué traigo a colación esta imagen?

Hace unos días aparecía en algunos medios informativos escritos un titular de este tipo Los suicidios de adolescentes en España aumentan un 32% desde 2019. En la noticia aparecía más al detalle algunos datos del estudio realizado a este respecto como, por ejemplo que, en relación con la distribución geográfica, se registran tasas superiores a 7 casos de suicidio por cada 100.000 habitantes en cinco provincias que, de mayor a menor tasa de suicidio, serían: Ávila (11,67 por cada 100.000 habitantes), Melilla (9,24 por cada 100.000 habitantes), Palencia (8,24 por cada 100.000 habitantes), Navarra (7,12 por cada 100.000 habitantes) y La Coruña (7,05 por cada 100.000 habitantes).

La locuacidad y verborrea de la pasada campaña electoral ejercitándose en la carrera de quién promete más y mejor, la divertida y ociosa distracción de las fiestas que proliferan por doquier en estos meses de verano, la transcendencia infinita del caso Kylian Mbappé (si sale o no sale del Paris Saint-Germain o si recala o no recala en el Real Madrid), son algunas de las realidades de las que nos hacemos eco y elevamos a categoría de no se sabe qué noticia o notición…, cuando hay otras realidades como, por ejemplo, la del suicidio en general, o la del suicidio de adolescentes en particular, que parecerían no interesar, no inquietar.

Mientras, eso sí, estamos preocupados y ocupados en lo que quizá no sea tan relevante ni significativo. Algo por lo menos de preocupante y alarmante nos ocurre en esta nación, y también en nuestra Comunidad Foral de Navarra, cuando crecen los suicidios de adolescentes. Puede haber señales de que nuestra sociedad está sana. Ciertamente que sí. Y puede haber otras señales de que nuestra sociedad o está enferma o está enfermando, por ejemplo, si hay adolescentes que, en lugar de abrirse al futuro y encararlo con coraje, esperanza, pasión..., deciden cortar por lo sano bajándose del tren de la vida o quitándose de en medio. Seguramente hay brotes verdes.

Y seguramente también hay señales de alarma que nos debieran despertar si es que estamos dormidos o que nos debieran ayudar a centrarnos y concentrarnos si es que estamos despistados o distraídos no sea que lo secundario –que también tiene su importancia aunque no por ello deja de ser secundario– acabe desplazando a lo primario.