Curioso el tema de las modas y de las asociaciones que vemos. Es posible que el titular del artículo no nos haya llevado al grado de ingeniero agrónomo (IA). Una carrera con pleno empleo, ya que todos los sectores a los que presta servicios están en pleno desarrollo. Los dos ejemplos más claros: el cambio climático y la soberanía alimentaria. ¿Ha realizado el gobierno alguna estrategia en este sentido? Muy poco. Les basta con decir que son “verdes” y punto. Del dicho al hecho hay un buen trecho.

En el debate público y político se sobreestiman las aplicaciones de las leyes y se subestiman la generación de comportamientos asociados al bien común. Y lo segundo tiene más peso que lo primero. De hecho, sentir la injusticia de una ley implica que las personas busquen cualquier tipo de excusa para poder saltársela.

Un ejemplo sencillo: en un mercadillo de pueblo, un tenderete animaba a pagar en efectivo, ya que “así ganamos todos”. Lo que implica esta frase salta a la vista: tú pagas menos, yo cobro menos pero como ese dinero no me lo pueden controlar no declaro parte de los ingresos y a la larga mis beneficios serán mayores. ¿Cuándo pasa eso? Ocurre si hay desconfianza acerca del uso que los políticos hacen del dinero público. Es una espiral peligrosa: por eso es imprescindible, urgente y prioritario debatir acerca del uso de los impuestos que pagan los contribuyentes.

Nuestra caja mental nos limita y da forma a la percepción que tenemos de la realidad en el presente. Por eso para los políticos lo más fácil es legislar y realizar planes de lo que sea (los hay muchos y variados). Después de aparecer en los titulares de prensa, rápidamente pasan al olvido. En Navarra, tenemos ejemplos de diferentes gobiernos. Está el plan Moderna (modelo para el desarrollo de Navarra) o el plan de especialización inteligente (S4). Nadie recuerda sus efectos. Lo mismo se podría decir a nivel nacional. En definitiva, los “planes” tienden a ser fuegos de artificio que aparecen en los medios y van después al olvido. ¿Recordamos algún caso en que hayan influido de forma decisiva en la economía? Cuesta. Entonces, ¿qué hacer?

Una posibilidad es confiar en la inteligencia artificial (aunque sea más artificial que inteligencia) para poder tomar decisiones futuras. Ahora bien, ¿qué debemos tener claro sobre ella? Es difícil ubicarse. Un reciente manifiesto de intelectuales internacionales ha argumentado que la inteligencia artificial puede terminar controlando el mundo. En consecuencia, piden que se pause y se regule. Este asunto nos recuerda a la carrera de armamentos, brillantemente explicada por la teoría económica de juegos: si yo no me armo tú lo harás. Es así: vivimos en un mundo en el que manda quien tiene más fuerza. En caso de duda, preguntar a la UEFA, a la Federación Española de Fútbol, al Fútbol Club Barcelona o a Osasuna. En definitiva, mientras la Unión Europea pide más regulación Estados Unidos y China disputan una carrera en la que no existe medalla de plata para el segundo.

Ha quedado pendiente la contestación de la pregunta principal: qué debemos tener claro de la inteligencia artificial. Sabemos que es capaz de extrapolar datos a gran velocidad pudiendo obtener conclusiones de forma independiente. Además, tiene dos potencialidades más. Primero, la capacidad de replicación e interconexión. Pensemos e OpenAI y su famosa creación del ChatGPT que genera textos e imágenes. La información que llega a una terminal del sistema llega a la vez a la central. Es como si lo que aprende un alumno en una Universidad imaginaria de por ejemplo diez millones de personas….¡lo aprenden todos a la vez! Segundo, sabemos que la inteligencia artificial puede traducir textos sin supervisión humana y seguir aprendiendo por su cuenta (hallazgo de Mikel Artetxe, Premio de Investigación de la Fundación BBVA). En otras palabras, es capaz de detectar patrones. Todo combinado proporciona un potencial descomunal, exponencial.

Entonces, ¿hacia dónde vamos? Indudablemente habrá una reestructuración del mercado de trabajo, con ganadores y perdedores. Las grandes tecnológicas “predican con el ejemplo” y han enviado a miles de personas a la calle. Sus beneficios se han disparado. Cuidado con el denominado “uso inaceptable” de la inteligencia artificial, como vigilar a la población para tenerla controlada. Permitirá profundizar en la medicina personalizada y mejorar nuestros recursos energéticos. Lo mismo los políticos la usan para ser más eficientes en el gasto. En definitiva, quedan muchos caminos abiertos que nos llevan a diversos escenarios de un futuro que debemos crear, regular y estructurar, comprendiendo la dificultad de la tarea. Al fin y al cabo, íbamos a vivir en el multiverso y seguimos tan felices por la calle. Las pantallas iban a revolucionar la educación y países como Suecia ya han vuelto a los libros: se ha comprobado que por primera vez en años la inteligencia de los niños ha empezado a bajar.

Eso será otro de los efectos de la inteligencia artificial.

Economía de la Conducta. UNED de Tudela