Quien acceda a leer esta carta debiera hacerlo, si está en sus recuerdos, con el sonido de fondo de aquella mítica serie El hombre y la Tierra y la voz del insustituible Félix Rodríguez de la Fuente, que vendría a narrarla más o menos así (con su permiso): en el atardecer pamplonés, todavía con la luz plena de un 24 de julio (de 2023) el intrépido ciudadano dirigía su coche por la cuesta de la C/ Blas de la Serna para asistir a una cita que tenía en las instalaciones de Oberena a las 20:00 horas.

Sonreía el incauto, pues ese mes de julio, tras los Sanfermines, era el mes donde se prodigaban los aparcamientos libres por todos lados que anulaban la necesidad de estar de suerte para encontrar un hueco donde dejar el vehículo. Huecos a su disposición en esa propia cuesta, múltiples. Contento por ello, lo deja aparcado. Tan contento que sale disparado hacia donde tiene que estar. De pronto, en la puerta, se da cuenta de que no ha puesto el ticket de la zona azul. Observa que pasa de las 19.50 h. y, en lugar de situarse en el entorno peligroso en el que vive, según con quien te la juegues, decide (es un inconsciente) no volverse, pues el horario límite son las 20.00 horas. ¿Quién va a ser capaz de, si es que todavía está trabajando, ponerle una multa en ese tiempo? Pobre infeliz. La figura depredadora está al acecho. Y no tiene recato en morder a su presa, con las mandíbulas del sinsentido, a través de la correspondiente nota de multa por valor de 60 euros, puesta a las 19.57 horas, 3 minutos antes del período límite.

No estoy de broma y ahí figura el ticket de sanción. El pequeño ciudadano que, como tantísimos otros, se ha dejado en una multiplicidad de ocasiones el dinero sobrante del tiempo que no utiliza –que ha pagado– al dejar libre el aparcamiento donde ha estado (que lo ocupará otro, pagando nuevamente), pues las máquinas no dan opción a ninguna devolución (y no me venga nadie con APPs), se pellizca no dando crédito a que una persona (que se supone cabal) le haya puesto una multa a 3 minutos del límite. Y menos en una situación donde un gran porcentaje del espacio de aparcamientos está libre por cuestiones vacacionales. ¿Será que existe algún tipo de extra en función del número de multas?

Y el iluso cree que puede realizar una reclamación y que se avendrán, por sentido común (dicen que es el menos común de los sentidos, y empiezo a encontrarle sentido al dicho a tenor de lo que me viene pasando en esta vida) a retirarle la multa. Hace la correspondiente instancia el día 26 (dos días después) y se hace ilusiones, pues ve pasar el tiempo… Y mira tú que pasados 2 meses (25 de septiembre en el aviso para ver la resolución por vía telemática… mucho más tarde de haberla esperado en formato de papel) recibe la puntilla: “Revisadas las alegaciones presentadas y, en su caso, practicada la prueba solicitada (¿¿??) en modo alguno desvirtúan la infracción cometida, por lo que han sido desestimadas”.

Y, cabizbajo, el pequeño ciudadano se dirigirá a pagar. ¿Para qué va a luchar contra un depredador con el que la opción pasa por perder más tiempo y dinero? Cabizbajo sí. Pero no sumiso. Menos cuando ha prestado, de modo gratuito, bastante trabajo al Ayuntamiento y, precisamente, en lo relacionado con el Área de Seguridad Ciudadana (inundaciones). Si en adelante quieren más colaboración, a pagar. Hay veces que a las pequeñas presas también les salen colmillos. Que os aproveche mi dinero.