“Estamos viviendo una de las más épocas más peligrosas en décadas”, ha manifestado el CEO del mayor banco del mundo, JP Morgan. La guerra de Ucrania, junto al reciente enfrentamiento Israel con Hamás, “pueden tener serias implicaciones en la energía, el mercado de alimentos, los flujos de comercio globales y en las relaciones geopolíticas”, ha reflexionado el directivo. Por otro lado, la presidenta del BCE afirma que el crecimiento en la eurozona se ha ralentizado, pero que repuntará en dos años. Mientras, la ONU manifiesta que, en 2024, el número de personas mayores de 65 superará a los jóvenes de 15 en Europa. Esta tendencia implica nuevos retos sociales, económicos y sanitarios, que exigen mitigar el impacto del envejecimiento de la población. ¿El crecimiento de la UE vendrá a través de los mayores de 65 años? Mientras JP Morgan se está preparando para los distintos escenarios negativos de la economía mundial, desde Frankfurt nos quieren dar ánimos para salir del atolladero en el que se encuentra la economía del viejo continente. No parece que los distintos organismos europeos vayan coordinados, pidiendo Borrell a China su apoyo en la fórmula de paz de Ucrania: “Esta guerra tiene que acabar”.  Borrell tiene razón en buscar la paz de un conflicto que sigue su transcurso de muerte y destrucción, al que se le ha unido el de Oriente Medio, donde las armas hablan, sin negociaciones que las detengan. Sin paz, no puede existir crecimiento y desarrollo en el mundo. Porque no solo son los conflictos bélicos los protagonistas en la época actual. El cambio climático está produciendo sequías destructivas y las fuertes lluvias están causando daños importantes, mientras el derretimiento de la nieve y los glaciares aumentan los riesgos de inundaciones y ponen en peligro el agua que bebemos y los alimentos que comemos. ¿Lo ha previsto la señora Lagarde? La sequía, en España, para la campaña 2023-2024, se estima en un 15% el descenso de la producción de vino. Lo mismo que la cerveza, con un 35% menor de generación de lúpulo; y no digamos menos del aceite de oliva. Vivimos en una confusión e incertidumbre permanente, fruto de la falta de acciones preventivas, en la resolución de conflictos latentes en el planeta, que solo cuando se detonan, los mediadores se ponen en funcionamiento. ¿Y si estalla otro frente bélico en Taiwán? Guerras y cambio del clima están y van a ser las constantes que nos toca vivir, porque nada, ni nadie, las controla y soluciona. El planeta tiene el mayor nivel demográfico de la historia de la humanidad, junto al incesante aumento del número de problemas que padecemos. Los distintos grupos, instituciones y superpotencias del mundo, ¿pueden resolverlos? De momento, ni están, ni se les esperan, porque el “bla, bla, bla...” sigue siendo el protagonista.