Hace ya unos cuantos años que los negacionistas climáticos ven como un auténtico enemigo a la Agenda 2030 de Naciones Unidas y sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). También en las protestas y movilizaciones de los agricultores en el Estado español y en Europa, junto a reivindicaciones totalmente justas y que reflejan su malestar, pudimos oír críticas a la Agenda 2030 en algunos sectores auspiciadas por partidos políticos de la derecha y de la ultraderecha. Pero, ¿qué tiene que ver la Agenda 2030 con lo que está pasando en el campo?

Cuando leemos con detalle la Agenda 2030, que nació el 25 de septiembre de 2015 cuando 193 estados miembros de Naciones Unidas la aprobaron, hay que entenderla como un acuerdo global, que es un horizonte trazado con valores compartidos. Se habla de acabar con el hambre en el mundo, de acceso universal a la sanidad, a la educación en la paz, de vida sostenible, del cuidado del medio ambiente. Dicha Agenda está compuesta por 17 objetivos cuya finalidad es promover la prosperidad y el bienestar de la humanidad del planeta.

Si analizamos las reivindicaciones de los agricultores tienen que ver con la burocracia, la competencia desleal de muchos productos que entran en el mercado sin cumplir las mismas reglas ni los mismos estándares en virtud de una política comercial de libre mercado instaurada y defendida desde siempre por la derecha, los bajos precios que cobran dentro de la cadena alimentaria, los seguros agrarios que no se están adaptando lo suficiente a los fenómenos extremos derivados del la crisis climática..., cuestiones que ya existían antes de la Agenda 2030.

Pero si preocupantes son estas posiciones absolutamente descalificatorias de la Agenda 2030 y los ODS, y a las que hay que oponerse enérgicamente, me preocupa también el enorme retraso en la aplicación de la Agenda 2030.

El pasado 28 de junio se hizo público el Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2024 en el que se detalla los importantes desafíos que enfrenta el mundo para lograr avances sustanciales en la consecución de los 17 ODS. Destaca las áreas en las que se han producido reveses y, al mismo tiempo, muestra dónde se han logrado avances tangibles, por ejemplo, en la reducción de la mortalidad infantil mundial, la prevención de la infección por VIH y el acceso a la energía y la banda ancha móvil. El informe también destaca dónde se debe acelerar la acción, en particular en áreas críticas que socavan el progreso de los ODS: el cambio climático, la paz y la seguridad, las desigualdades entre los países, entre otras.

Según el informe, a falta de seis años, los avances actuales están muy lejos de alcanzar los ODS. Sin inversiones masivas y una acción más amplia, el logro de los ODS –el plan para un mundo más resiliente y próspero y la hoja de ruta para salir de las crisis mundiales actuales– seguirá siendo difícil de alcanzar. Los efectos persistentes de la pandemia de covid-19, la escalada de conflictos, las tensiones geopolíticas y el creciente caos climático han obstaculizado gravemente el progreso. El informe detalla las prioridades urgentes y las áreas necesarias para una acción más enérgica y eficaz que garantice la promesa de 2030 de poner fin a la pobreza, proteger el planeta y no dejar a nadie atrás.

El Informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2024 es el único oficial de Naciones Unidas que hace un seguimiento del progreso mundial en la Agenda 2030. Utilizando los últimos datos y estimaciones disponibles, el informe proporciona una evaluación integral de la Agenda 2030 y su objetivo es servir como un recurso fundamental con los últimos datos y evidencias para desarrollar recomendaciones y soluciones para avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Este informe anual sobre los ODS es preparado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas, sobre la base de datos de más de 200 países y territorios.

En la presentación del Informe, el secretario general Antonio Guterres afirmó que “nuestra incapacidad para garantizar la paz, hacer frente al cambio climático e impulsar la financiación internacional está socavando el desarrollo”. Reiteró que el mundo debe acelerar la acción en pos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y que “no tenemos un momento que perder”.

Guterres dijo que “solo el 17 por ciento de los objetivos de los ODS están encaminados. El progreso en más de un tercio se ha estancado o incluso ha retrocedido”. Y añadió: “En un mundo de riqueza, conocimientos y tecnologías sin precedentes, la negación de las necesidades básicas a tantas personas es indignante e inexcusable. Al mismo tiempo, tenemos lo que hace falta para abrirnos paso hacia un futuro mejor”.

El jefe de la ONU destacó que la velocidad y la escala del cambio necesario para el desarrollo sostenible todavía son demasiado lentas y que el mundo necesita avanzar más y más rápido en tres áreas simultáneamente.

En primer lugar, dijo Guterres, “necesitamos acciones por la paz. Desde Gaza hasta Sudán, Ucrania y más allá, es hora de silenciar las armas, apoyar a los desplazados y dejar de gastar en destrucción y guerra”. En segundo lugar, “necesitamos acciones en las transiciones verde y digital”, continuó. En tercer lugar, el secretario general instó “a los países a presentar en 2025 planes nacionales de acción climática ambiciosos que se alineen con el límite de 1,5 grados”.

Vistas así las cosas, para revertir la situación actual se necesitan acciones urgentes de los gobiernos estatales y locales, así como incrementar las exigencias a las entidades privadas. Y en ello la sociedad civil tiene un papel determinante para movilizar a las comunidades y avanzar hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

El autor es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente