Hace unos meses comencé a ver unas pequeñas manchas oscuras y móviles. Acudí a mi médico de Atención Primaria que me alarmó un poco, diciéndome que podía ser un posible desprendimiento de retina. Me derivó a urgencias de oftalmología en el Hospital Universitario de Navarra. Público. Y tras un exhaustivo examen, la doctora concluyó que era una falsa alarma. Tranquilizados todos, me citó a una revisión al mes siguiente. Volvía a mi casa en 4 horas. ¿Cuánto pagué? Aquí se nos hace extraña la pregunta… ¡Claro que nada! ¿Cuánto me hubiera costado en Argentina o Estados Unidos? ¿Hubiera podido afrontar el gasto con mi pensión de jubilado? ¿Quién corre con los gastos? Quienes somos honrados con Hacienda. Por ello, estoy orgulloso de haber pagado mis impuestos y de seguir pagándolos. Esto es la justicia social.

En mi pueblo, el Ayuntamiento y el Gobierno de Navarra, en colaboración, están construyendo usa escuela para niños y niñas de 0 a 3 años. No sólo atenderá la creciente problemática de la conciliación familiar, sino que favorecerá la estimulación cognitiva del alumnado, la socialización temprana y la inclusión de todos los y las habitantes de Falces. ¿Cuánto va a costar a las familias al mes? Nada. Gratuita. Como el resto de la Educación Infantil, Primaria y Secundaria. ¿Cuánto cuesta la mensualidad en otros lugares con menores políticas de igualdad de oportunidades o de justicia social? Otra razón para enorgullecerme de haber pagado y pagar mis impuestos.

Hace pocos años cambié mi viejo coche por uno eléctrico. Cuando pude, instalé en el garaje unas placas solares para recargarlo. En ambos actos conté con ayudas oficiales de fondos venidos de Europa. No olvidemos que la UE fue, tras la destrucción sembrada por regímenes nazis y fascistas, la que impulsó la idea del Estado del Bienestar para todos y todas sus habitantes. Al mismo se sumó el Estado español cuando fue saliendo de la caverna franquista. Hoy, además, es ya imprescindible hacerlo de forma sostenible. ¿Con qué se pagan las ayudas venidas de Europa y estas pequeñas acciones contra el cambio climático? Sigo orgulloso de pagar mis impuestos.

Conozco a varias personas jubiladas que, gracias a que tienen la subsistencia material solucionada con su pensión más o menos ajustada, pueden seguir contribuyendo a la sociedad devolviendo el saber que han adquirido a lo largo de años y años de aprendizaje profesional y social. Y aun así, siguen pagando los impuestos que les corresponde. Y yo también. Y me siento orgulloso de seguir haciéndolo.

Hay niños y niñas con dificultades en su desarrollo físico, escolar o social, y reciben apoyo en el sistema educativo. Numerosos jóvenes pueden seguir su carrera superior gracias a becas y a una universidad pública. Las personas que necesitan aprender el castellano para poder convivir y trabajar tienen clases gratuitas para ello. El Ayuntamiento de Pamplona, el de Falces y el Instituto Navarro de la Juventud convocan certámenes y ayudas para que niños, adolescentes y jóvenes se eduquen en la ciudadanía global, en la solidaridad, en el espíritu crítico y la fraternidad, a través del aprendizaje-servicio. Gracias a una fiscalidad que sustenta todo esto. Y me enorgullece aportar.

Claro que el sistema de salud es muy mejorable, reforzando la asistencia primaria y rebajando las listas de espera. Que el sistema educativo tiene carencias que se denuncian a diferentes niveles sociales. Que la lucha por un desarrollo sostenible que ponga freno a un capitalismo feroz que nos va a dejar sin planeta no siempre tiene respuesta en la administración pública. Que no contamos con todas las prestaciones sociales que sería de justicia.

Y claro que hay desalmados que se aprovechan de una pandemia para enriquecerse. Que hay políticos corruptos, pero que no son todos ni todos son iguales. Vergonzoso el caso Koldo. Y el caso Ayuso. Y el portavoz de Vox en la el Parlament de Catalunya cargando gastos personales (hasta el recibo de la peluquería y el de la asociación de padres) al presupuesto de estas cortes, lugar de soberanía popular, a las que venían a desmontar chiringuitos.

Claro que hay que mejorar las políticas de gasto: transparencia en el presupuesto del Estado y de la Casa Real, aumento de inspectores de Hacienda que reduzcan la corrupción y el engaño fiscal. Y una fiscalidad progresiva. Y muchas cosas más.

Pero el futuro no está en desmantelar el terrible monstruo que es la justicia social. Al contrario: mejorarlo, profundizar en él, extenderlo, hacerlo más justo. Es la única herramienta oficial de redistribución de la riqueza.

Cada cuál sabrá a quién vota. Y qué esfuerzo solidario y social desarrolla entre elecciones y elecciones. Y qué respeto tiene por el resto de ciudadanos y ciudadanas. De momento, yo aporto mis impuestos. Y estoy orgulloso de ello.

*El autor es maestro jubilado