Estamos recibiendo en ayuntamientos, concejalías de igualdad y otras, una oferta de tapa-vasos antidroga personalizables como una opción para su uso en las próximas fiestas.

Compartimos en este escrito nuestro estupor y el rechazo a que se haga uso de una vulneración flagrante de los Derechos Humanos de las mujeres para hacer negocio, porque es hacer negocio del miedo y de la violencia. No para evitar o prevenir posibles agresiones, no, sino para alimentarlas porque el negocio, para serlo, necesita de la violencia hacia las mujeres y del miedo que recorre los cuerpos de las mujeres.

Este producto y otros similares (pulseras para saber si tu bebida contiene droga entre otros), van en contra de las políticas de igualdad para la prevención de violencias sexistas ya que se sostienen a partir de fomentar y perpetuar el miedo en las mujeres y cuestionar sus espacios de libertad, resituando las fronteras que el relato nos ha dicho que las mujeres no deben traspasar, como son la noche, las calles oscuras, viajar sola…. o dejar un vaso sin vigilancia.

Este regalo se asienta sobre el relato del peligro y del terror sexual, que, en vez de señalar a los agresores, pone en manos de las mujeres la responsabilidad de protegerse. De esta manera, si no se cuidan, las mujeres serán en parte culpables de sufrir una agresión sexual. Es un discurso sostenido por el sistema patriarcal que considera el cuerpo de las mujeres como objeto de deseo y consumo cuando se sale de fiesta, en cuyo caso, todas las estrategias sirven, incluso la sumisión química si es necesario. ¿Estamos aún en “el fin justifica los medios”? En lo que al acceso del cuerpo de las mujeres se refiere, parece que sí. En este escenario del que hablamos, de la noche o la fiesta, las conductas de igualdad y el buen trato se olvidan y las reglas son otras. Y se olvida, sobre todo, que las mujeres deciden sobre sus deseos y sus cuerpos. Sobre cómo y con quién se divierten, libres y sin miedo.

El producto tapa-vasos antidroga no es en ningún caso la solución al problema, sino que se convierte en un problema al no cuestionar de ninguna manera a los agresores, se erige en un artilugio que necesita de los agresores para justificar su uso, desvía el foco resituando de nuevo la responsabilidad de su seguridad en las mujeres, no en quienes ponen su libertad en riesgo que son los hombres machistas y el sistema patriarcal que esta sociedad aún sostiene. Así, desgraciada respuesta si un ayuntamiento lo que proporciona es un regalo envenenado “para que no te envenenen”.

Y nos sobra también, ya que estamos, la protección mágica de los eguzkilores… que también nos encontramos con publicidad sobre este regalo que para promocionarse lo hace como “toda mujer necesita sentirse protegida”. No, lo que necesitamos es sentirnos libres, libres y en espacios sin violencia.

Debemos seguir promoviendo políticas centradas en la prevención de la violencia contra las mujeres, la eliminación de roles y estereotipos asociados al género, el aprendizaje de la igualdad y la progresiva concienciación de toda la ciudadanía para cambiar el foco y defender la idea de que los espacios festivos son espacios de libertad para todas y todos, también para las mujeres… y el resto de espacios también. Sin magia. Libres.

Y si el capitalismo necesita aprovechar la violencia contra las mujeres para sus negocios, que también darían para varios artículos, algunos teatros, cursos, performances... pagados con fondos del Pacto de Estado contra las violencias hacia las mujeres, a auténticos malabaristas, mayoría hombres, que han encontrado en este tema su filón de negocio; si quieren aportar, decía, desplieguen su creatividad en torno al mensaje Si no vas respetar a las mujeres, no vengas, quédate en casa. Les invitamos a intentar ser parte de la solución y dejar de ser parte del problema, dejar de ver el dolor de las mujeres desde la barrera y proponer soluciones peregrinas. Este año, el Movimiento Feminista de Euskal Herria ha salido a las calles bajo el lema Ez bazara konponbidea, arazoa zara / Si no eres la solución, eres el problema. Pues eso.

Mientras tanto seguiremos reivindicando y defendiendo la libre circulación y movimiento de las mujeres en los espacios festivos y de ocio en los que toda la ciudadanía, especialmente las mujeres, deben tener derecho a disfrutar en libertad.

Y el foco sigue estando, no nos confundamos, en trabajar para lograr la necesaria transformación de las relaciones de poder patriarcales hacia relaciones igualitarias y horizontales. Por si aún fuera necesario recordaremos que el objetivo final del feminismo es la igualdad. Y en eso estamos.

En nombre de la Red de Técnicas de Igualdad de las Entidades Locales y Grupos de Acción Local de Navarra