Las discotecas son lugares donde la gente va a divertirse, bailar y pasar un buen rato. Sin embargo, la experiencia puede verse empañada por el trato recibido por parte del personal y los precios desproporcionados. Yo he sido una persona que salía los sábados a bailar, mi pasión, iba al Casino, al Kiosko. Al final conoces a la gente, y tengo que decir que en esos bares sí saben tratarnos. Son amables, al final casi ni tienes que pedir pues saben lo que tomas. Pero no pasa lo mismo en Indara, bueno también es una discoteca más grande, pero no quita para que el personal tenga que ser educado y agradable. El pasado sábado 2 de marzo decidí salir con una amiga a cenar y luego a bailar un rato. Fuimos a Indara, discoteca de moda en Pamplona, donde resido. Ya había ido un par de veces, y la verdad que no es de mi agrado, no por la gente que va, pues si sales los sábados a bailar, a disfrutar de la noche, al final conoces a todo el mundo. Y esta discoteca, donde el tardeo es lo que gusta, está casi todo el mundo de la noche ahí. Con que en ese sentido muy bien, porque te encuentras con muchos conocidos. Pero la atención recibida por algunos de los empleados deja mucho que desear. Una vez dentro, nos dirigimos a la barra para pedir unas bebidas. Nos atendió una camarera, a la cual le pedimos un par de cubatas. Al darme cuenta la cantidad de Bacardí que me puso, le dije si me podía poner un poquito más. Me contestó que no había ni mirado lo que me había puesto; yo le dije que no se veía casi nada de Bacardí, a lo cual me contestó que lo que ponen es la cantidad de un vaso de chupito. Yo le dije que no era la primera vez que iba y que alguna vez me habían puesto un poco más. Me dijo que no podía porque había cámaras y vigilaban. Pagué 16€ por los dos cubatas y, resignada, me fui a bailar. El alto precio por una cantidad tan pequeña solo aumentó mi insatisfacción general de la noche. Sobre las 12 de la noche decidí irme, fui a recoger mi abrigo al guarda ropa, una vez lo tenía me aparté un poco a un lado buscando a mi amiga pues había más gente para recoger, y fue cuando vino un guardia de seguridad y me empujó un poco hacía un lado. Le pregunté qué pasaba, por qué me empujaba, y me dijo: creía que estabas buscando la salida. No pude más que sonreír, pues quien conoce Indara, la parte de abajo, sabe que no hace falta ser muy listo para salir del guarda ropa. No me gustó esa actitud. Había escuchado que los de seguridad son bastante prepotentes, que se creen que por trabajar en una discoteca de moda son dioses. Pero ahora ratifico lo que todo el mundo dice. Precios excesivos, personal mal educado. Estas experiencias me hicieron reflexionar sobre la importancia del buen trato al cliente y una justa relación calidad-precio en las discotecas. Un servicio al cliente deficiente y precios desproporcionados no solo arruinan la noche de los asistentes, sino que también afectan la reputación del establecimiento. Es fundamental que el personal reciba una formación adecuada en atención al cliente y que los precios sean justos y reflejen la calidad del servicio.

El trato al cliente y la relación calidad-precio son aspectos cruciales que no deben ser descuidados en ningún negocio, y las discotecas no son la excepción. Espero que mi experiencia sirva como un llamado de atención para los propietarios y gerentes de estos establecimientos y que se tomen las medidas necesarias para mejorar la atención al cliente y ajustar los precios. Al final del día, todos queremos disfrutar de una noche divertida, segura y justa.