A Pancho Villegas, un entrenador suramericano de mucho oficio y lengua desbocada, le atribuyen multitud de frases y anécdotas. Una de ellas es ésa en la que se queja de que "en el mundo faltan democracia y delanteros". Como casi todas las cosas que rodean el balompié, es una verdad a medias: sólo es cierto que la democracia no ha llegado aún a todos los rincones del planeta. Porque delanteros, tipos que sueñan con el gol, rebosan los continentes. Hay tantos, que los clubes no saben qué hacer con ellos: los compran, los acumulan como fondo de plantilla, los ignoran cuando no marcan y los sacan al mercado si no encajan en la idea de fútbol que tiene el entrenador. Esto pasa, por ejemplo, en Osasuna con Galán y Dady. O en el Hércules con Jordá. Otro asunto son las prestaciones que ofrecen esos futbolistas, su fiabilidad, la calidad técnica, el currículum de goles en una etapa de su carrera... El problema es elegir bien. Y este primer duelo copero entre Hércules y Osasuna, a falta en la ida de mejores alicientes, sirvió como pasarela para esos jugadores de futuro incierto, sometidos siempre al examen de su eficacia y al albur de los sistemas y las tácticas. Como Galán. El chaval tiene unas características muy definidas que ahora mismo encajan mal tanto en la interpretación del juego que hace Camacho como con el perfil de sus compañeros titulares. Que Galán tiene gol volvió a palparse ayer. Roneó seis veces con la pelota; una la mandó a la red y en las otras anduvo muy cerca de hacer diana. Su capacidad de sorprender en el desmarque propició muchas faltas peligrosas a favor de su equipo y un pase de gol que Vadocz no convirtió de puro lento que anda el húngaro. Visto lo visto, Galán va a ser codiciado en el mercado de invierno; y si quiere crecer tendrá que arriesgar una temporada lejos de Pamplona, ya sea al calor de Huelva o de Castellón. Algo parecido ocurre con Dady, quien realizó un esfuerzo generoso y la mejor acción individual en ataque de los rojillos. Pero tiene un problema: cuando no juega se resfría. O eso dicen. Y Camacho los quiere siempre enteros y disponibles. Por eso dejó marchar a Portillo, para ver si es capaz de rehacer su carrera en climas más cálidos para su pie izquierdo. Allí donde Tote, un escultor de rabonas, ha encontrado su sitio aunque sea a costa de alejarse unos metros del área para complicar con su juego de primer toque la resistencia de un medio campo poco convencional como ayer el de Osasuna. O donde Esteban Vigo aprovecha la picardía de Delibasic, que agarra sin reparo al joven defensa debutante para facilitar a un compañero el gol de la victoria. Con toda esta gama de delanteros, resulta que lo que Camacho necesita, en fin, es un prototipo como Jordá, que juegue de espaldas, que compita con la cabeza, que arrastre y que desgaste. Cuando Pandiani entró al campo, visto lo visto desde el banquillo, no pudo menos que preguntarse: "¿Qué ha sido de la democracia?".