"No vine aquí para hacer amigos, pero sabes que siempre puedes contar conmigo...". La letra de la canción de Loquillo (Feo, fuerte y formal) parece escrita para un futbolista como Sergio Fernández. Un profesional en el más amplio sentido de la palabra. Un hombre con una trayectoria de dieciséis temporadas (Sporting, Celta, Zaragoza y Osasuna, de momento), que entró en el balompié siendo casi un niño -un niño muy grande- y que próximo a cumplir los 34 años (en mayo) sigue laborando con honestidad para los clubes que le pagan. Claro que el fútbol no es sólo profesión sujeta a horario y producción, sino que tiene una enorme carga emotiva que salpica a jugadores y al entorno del equipo. Sin esta porción, ni sería lo que es en el plano afectivo ni llegaría a atrapar a tantos aficionados que sufren y disfrutan con victorias agónicas como la de ayer de Osasuna en Málaga. Llevaba el osasunismo tanto tiempo esperando a celebrar un triunfo de su equipo lejos de Pamplona que ese fatalismo que persigue a los rojillos en las últimas campañas parecía que echaría por tierra un trabajado triunfo. Y digo trabajado porque fue un partido de trabajadores, de empleados del balompié que, por fin, cumplieron con su cometido y ganaron donde debían ganar. No llegó el final de esta racha, sin embargo, gracias a un cambio radical, porque al equipo de Mendilibar le costó posicionarse sobre el rectángulo en el arranque de cada periodo de tiempo. Hubo también lentitud en las proximidades del área rival y poco acierto en remates de gol en posición inmejorable. Pero se vio tenacidad, ganas de corregir e incluso presión de unos compañeros sobre otros cuando no se hacían las cosas bien; particularmente llamativas fueron las broncas de Aranda a Damiá por un mal pase y de Camuñas a Nelson por dejar marchar éste a Eliseu. Pero la victoria no sólo es un éxito de Sergio; en un encuentro en el que todos se emplearon con intensidad en la presión y en la defensa, destacó también la labor abnegada de un Soriano que dio salida al balón en ataque y estuvo muy cerca de hacer gol en un cabezazo que acabó con el balón escupido por el palo. Una nómina en la que no ha faltado ni una sola vez esta temporada Ricardo, siempre providencial incluso ante el fuego amigo, como en el remate atrás de su compañero Nekounam. Buen partido también de Patxi Puñal, en esa brega casi nunca recompensada y muy pocas veces reconocida. Y muy serio y eficaz el desempeño de Lolo, el compañero de Sergio en el centro de la zaga. Una pareja que se romperá en el próximo partido por acumulación de tarjetas del asturiano después de una dura entrada por detrás a un rival. No hacía Sergio sino cumplir con su perfil. Ya lo dice Loquillo en su canción: "Dicen de mí que soy un tanto animal, pero en el fondo soy un sentimental".