Génesis de una injuria
El Osasuna-zaragoza de 1992 enconó para siempre la rivalidad entre ambas aficiones
Vale que entre los 2.000 hinchas del Zaragoza que se desplazaron a Pamplona había unos cuantos con ganas de liarla, con banderas nazis, bengalas, quema de alguna ikurriña, lanzamiento de todo tipo de objetos al campo, y hasta panfletos en los que hablaban de "conquistar esa aldea" y con provocaciones continuas durante el partido. Además, antes ya habían empezado, con una bronca en la plaza del Castillo y con el apedreamiento de una villavesa.
Pero la reacción de parte de la parroquia local fue todo menos aceptable: incidentes, apedreamiento de algún autobús de las peñas del Zaragoza y, para colmo, un tipo que se inventó una injuria contra la Virgen del Pilar que hizo fortuna en la parte más descerebrada de la grada rojilla y veinte años después se sigue oyendo casi en cada jornada.
Los incidentes fueron tan excesivos que en Pamplona se abrió un amplio debate sobre la seguridad en los partidos de riesgo en El Sadar, con propuestas como instalar cámaras de vídeo en el estadio para evitar situaciones como la vivida.
Fermín Ezcurra, presidente de Osasuna, se mostró partidario de evitar que los hinchas del Zaragoza vinieran a Pamplona en los partidos entre ambos equipos, y admitió excesos por ambas partes: "Cuando una afición hace una barbaridad, la contraria responde con una mayor".
Santiago Cervera, portavoz de la Comisión de Gobierno del Ayuntamiento de Pamplona, criticó la existencia de grupos como los radicales del Zaragoza, "que no deberían estar en los estadios, porque son focos permanentes de incidentes", pero tampoco exculpó a los locales: "Los del Zaragoza estuvieron mal por provocar, y los de aquí por responder a esas provocaciones".
El epílogo, que no dejó contento a nadie, fue el ramo de flores que Osasuna envió al Pilar en desagravio por las frases injuriosas. Fue la primera vez, pero no la última.