Madre santa, parece que fue ayer pero ya ha pasado un año. Ya tenemos aquí los 10 carteles finalistas del concurso de San Fermín, la Tómbola está a punto de instalarse y en pocas semanas comenzarán a llegar toros a la ciudad para que los torturen un rato en la plaza.

Todo es una rueda que se repite constantemente y la verdad es que este sitio exacto del círculo no es malo, a pesar de que mayo siga frío y amenazando lluvia. Pero mayo es buen mes. Lo de los carteles, por ejemplo, siempre nos da para nuestra acostumbrada ración de tópicos pamploneses: vaya puta mierda de carteles; cada año son peores; Ese lleva IA seguro aunque no dejen; Mis hijos dibujan mejor; No hay ni uno solo que me llame la atención; Esto en otras ciudades no creo que lo tengan. O al menos a este nivel de ceremonia y penetración en la sociedad.

De ahí que a mí, como es un asunto del todo divertido, también me parecería correcto y estimulante que la Meca, en lugar de encargar el cartel de la Feria del Toro, lo abriera igualmente a la participación como hace el Ayuntamiento con el de los Sanfermines y así tendríamos dos certámenes que poner a caer de un burro y dos votaciones y todo eso que se genera cuando la muchedumbre elegimos las cosas, como con quién lanza el Chupinazo. Es una sugerencia, sin más, que intuyo que la Meca desoirá porque la Meca ha ido siempre a lo suyo y quizá por eso mismo le va bastante bien. Pero ahí la lanzo. Como lanzo que se instaure desde el Ayuntamiento también un concurso de literatura acerca de las fiestas, algo que creo que hace años ya había y que desapareció y que pudiera servir de aliciente para los muchísimos profesionales y aficionados a la escritura de esta comunidad.

Y se busca una fórmula de participación ciudadana –aunque leerse diez relatos para votar a ver cómo lo controlas, lo veo más complejo– pues mejor que mejor. ¡Ese cartel es igual que uno del 87!