Colas de gente esperando la llegada de amigos y familiares, personas buscando un hueco de sombra para no sufrir el abrasante calor del mediodía durante la espera y una fila interminable de taxis aguardando a gente que, desde cualquier lugar del mundo, se acerca a Pamplona para vivir unos días de fiesta inolvidables. Así se encontraba la estación de tren de Pamplona este sábado, víspera de San Fermín: rebosante de ilusión y expectativas, aunque también de nervios y cansancio de los kilómetros recorridos.
Entre bolsos, maletas y vendedores de fajas y pañuelos que intentan uniformar a quienes vienen de fuera, Guillermo, Pablo y Jaime son ejemplos de personas a las que nada les importan los kilómetros a recorrer para vivir los Sanfermines. Desde el Puerto de Santamaría y Jerez, los tres jóvenes de 22 años han venido a Pamplona para vivir, por primera vez, la gran fiesta de San Fermín. “Tenemos unos amigos estudiando aquí que nos insistieron en venir y, entre su recomendación y todos los vídeos que hemos visto, teníamos que venir sí o sí”, cuenta Guillermo. De hecho, sus expectativas son tan altas que esperan unas fiestas “incluso mejores que la Feria”. Aunque su estancia será breve, ya que el 9 abandonan la ciudad, su agenda sanferminera está bien definida: para este sábado, una cena “con un buen chuletón” en un restaurante de lo Viejo, para el 7 y 8, el ambiente de la plaza de toros y para el 9, una vuelta a casa llena de anécdotas que comentar.
En las caras de Daniela Chavarría y Ana Lucía Pierzo se puede percibir el cansancio del viaje. Y no es para menos. Con tan solo 18 años, ellas vienen desde México. Según cuentan, “allí son unas fiestas muy famosas”. De hecho, Daniela asegura que “la gente de Pamplona se cruzará con muchos mexicanos estos días”. Ellas pretenden dejarse llevar por el ambiente. “Es el primer año que venimos y no conocemos el sitio, pero sabremos encontrar dónde está lo bueno”, afirma Ana. Por su parte, Emiliano de la Garza y Alberto Rodríguez, también mexicanos, y también debutantes en San Fermín, han venido porque “dicen que es una fiesta increíble”.
Emiliano admite que a él le gustaría vivir la experiencia de correr el encierro, pero ha “escuchado tragedias” y tiene bastante miedo de lanzarse a ello. A diferencia de Daniela y Ana, que se hospedarán en el Hotel Blanca Navarra, ellos han optado por una residencia de estudiantes a quince minutos del centro para descansar y reponer fuerzas.
Por otro lado, David y su grupo, todos de 26 y 27 años, vienen de Madrid y han optado por un plan muy navarro: la pelota vasca. Ellos cuentan con ventaja porque la mitad de la cuadrilla ya ha estado otros años y, por eso, elaborar un planning ha sido mucho más sencillo: pelota, plaza de toros y encierros, aunque, al contrario que Emiliano, ellos no dudan de si correr o no. Ellos tienen claro que lo vivirán “detrás del vallado”.
Autobuses
“San Fermín empieza por la estación de buses. Bienvenidos”. Es el mensaje que van a ver los cientos de pasajeros que utilizan este medio para llegar a la capital navarra. Estos días, sin duda, son los más frenéticos del año en una estación ubicada en el corazón de Pamplona.
Este sábado ya estaba todo preparado. Los contenedores rojos en la Ciudadela, las vallas para ver los fuegos y varios puestos ambulantes con pañuelos, fajas y abanicos para aquellos que lleguen sin haberse equipado lo suficiente. El color rojo el 5 de julio se abre paso sin remedio.
De Aragón, Madrid, Barcelona… llega gente de todas partes. Jaime Marín es de Zaragoza, y este año va a vivir sus primeros Sanfermines. O eso considera él: “Vine de chaval con 7 años, pero no es lo mismo”. Su primo le ha invitado un par de días a su casa para celebrar las fiestas. Tiene claro que va a darlo todo, pero lo único que no entra en sus planes es correr el encierro. “Me ven mis padres por la tele y me matan”, reconoce entre risas.
También es la primera vez en San Fermín de Cristina. Es de Mallorca y ha venido en bus desde Bilbao. Su amiga Natalia le acoge en su casa. “A mí me apetece el chupinazo por el ambiente y ver a todo el mundo vestido de blanco”. Eso sí, su prioridad y lo que más le ilusiona es pasar tiempo con su amiga.
Los que vienen en grupo iban animados y con las cosas claras. María Reimúndez y Marta Marcos vienen de Madrid. Ambas estudian en la Universidad de Navarra y duermen en casa de sus amigas. Reimúndez ya vivió una experiencia completa el año pasado: “Fui al encierro de empalmada, al baile de la alpargata, a los fuegos...”. Solo le faltó el chupinazo. Mañana lo podrá tachar de su lista. Marcos, por su parte, va a estar por primera vez. “Quiero ver los gigantes y cabezudos y entrar en la plaza de toros, que siempre la he visto por la tele”.
La estación de autobuses es el inicio de las fiestas para muchos, pero para otros es el final de un largo viaje. Es el caso de Víctor Manuel Álvarez y sus dos hijas. Llegaron ayer a Pamplona desde Ciudad de México. Su paso por Bilbao y San Sebastián fue de visita y para coger el bus, pero tenían claro cuál era su objetivo principal: “Conocíamos las fiestas y queríamos vivirlas y ver toda la experiencia”. Dicho y hecho. Han alquilado un apartamento en el centro de la ciudad. De tradición taurina, comentan que en su país han quitado las corridas y ahora se mueven para poder verlas. Ya tienen sus días planificados: “Mañana estaremos en el chupinazo y el 7 viendo el encierro desde un balcón. El 8 iremos a los toros”. Pamplona va a estar recorrida estos días por gente de diferentes partes del mundo. Ya está todo listo para San Fermín. Unas fiestas con acento universal.
Una excusa para reencontrarse
La estación no solo recibió a gente en busca de fiesta, sino que también fue escenario de reencuentros entre familiares y amigos. Minutos antes de la llegada de los trenes y autobuses, multitud de personas buscaban a través del cristal a sus seres queridos, que aprovechan las fiestas para volver a casa. Javier Otazu es de Pamplona de toda la vida y, sentado en un banco, esperaba a que apareciera el autobús de Tudela, de donde viene una amiga suya. Desde hace varios años, repite esta operación cada 5 de julio para disfrutar de la compañía estos días: “Salimos a ver el ambiente, pero más de día, porque a la noche ya no aguantamos”. Carla Ariztia, una joven de Pamplona, también vivió este sábado un reencuentro. En su caso, con su hermana Raquel, que vive en Madrid. “Vengo a Sanfermines para trabajar, pero también como excusa para volver a casa y reencontrarme con mi madre y mi hermana, que son lo que más echo de menos estando fuera”, confiesa Raquel.