Pamplona - La convocatoria de elecciones anticipadas a la presidencia de Osasuna, sin agotar este mandato -que expira en diciembre de 2018-, se produce por muchos más motivos que el único que Luis Sabalza expresó el jueves: el “desgaste enorme” por las críticas recibidas. Éstas son algunas de esas claves:

El desacierto al configurar la plantilla

Ésta es la piedra angular de todo lo que ha ocurrido después en el ámbito deportivo de Osasuna. Con el equipo ya en Primera, y malvendido Mikel Merino -que ésa es otra-, había que reforzar el equipo con dinero y con criterio, pero no se hizo, y quien peor parado sale en este aspecto es el director deportivo, Vasiljevic, que hizo un mal trabajo y a las pruebas nos remitimos: ninguno de los tres entrenadores que ha tenido el equipo en esta temporada -Martín, Caparrós y el propio Vasiljevic- ha sido capaz de conseguir con esa plantilla resultados no ya dignos sino aceptables.

El desastre deportivo de esta temporada

Como consecuencia directa del punto anterior ha llegado el desastre deportivo, que es el que realmente se va a llevar por delante la era Sabalza.

Tras el casi milagroso retorno a Primera -gracias a una gran cantera, en la que destacaba Mikel Merino, y al liderazgo en el banquillo de Martín Monreal-, la junta directiva de Luis Sabalza tenía la obligación de crear un equipo competitivo, pero ha fallado estrepitosamente: el ridículo que está haciendo Osasuna es histórico, de los que hacen época. 11 puntos en 28 jornadas. Y aún le faltan 3 puntos al equipo (tiene diez partidos para sumarlos) para no superar el récord negativo absoluto del Sporting de la temporada 1998-99.

Una cosa es bajar a Segunda -algo que a Osasuna le ha pasado varias veces, y se iba con relativa dignidad y con la frente alta- y otra cosa es caer en picado como en esta temporada.

Y a nadie le cabe la menor duda de que si la situación deportiva de Osasuna fuera otra, no habría motivo para tantas críticas y la junta no se sentiría tan desgastada.

El acoso y derribo a Martín Monreal

La falta de empatía de Luis Sabalza y su junta directiva con sus sucesivos entrenadores ha sido digna de estudio psicológico, al menos por la sensación que han dado con cada uno de ellos de que lo fichaban a regañadientes, como última opción y sin fiarse de ellos.

Y ese desapego habitual se convirtió en pura hostilidad con la persona a la que mejor deberían haber tratado: las formas que se utilizaron para despedir a Enrique Martín -por teléfono, cuando regresaba de acudir a un acto en Madrid en representación del club- fueron demoledoras para la imagen de Sabalza y de su junta, porque las cosas en Osasuna no se hacen con esa falta de señorío y hasta de educación. Incluso quienes consideraban que era una decisión acertada -por si el nuevo míster era capaz de lograr victorias- arrugaron la nariz ante tan zafia destitución.

El ‘baile’ de entrenadores

Tres entrenadores, tres, suponen un gasto mucho mayor que fichar a varios buenos jugadores. Si el objetivo tras volver a Primera era saldar deudas, se tendría que haber expuesto así, y haber ido con el entrenador elegido (que era Martín) hasta el final. Y si el objetivo era ser más competitivos, se tenía que haber empezado por gastarse más en los fichajes. Al final, ni ahorro ni plantilla.

La ‘operación dudosa’ en los pagos a Vasiljevic

Que un club como Osasuna -en el que Vizcay, Izco, Archanco y compañía se enfrentan a más de 10 años de cárcel y a multas millonarias por diversos delitos- no sea escrupulosamente ortodoxo en la gestión económica es inadmisible. Y ha sido tan chapucero que ha provocado incluso que Hacienda -según explicaba el jueves el consejero Aranburu-, esté investigando “las operaciones dudosas” relativas a los pagos a Vasiljevic. Otro grave error de la directiva, en unos tiempos en los que no basta con ser honrados sino que además hay que parecerlo.

Con una posdata: que siga en el cargo de gerente un imputado por falsedad documental en la etapa anterior es, por no decir algo más duro, antiestético.

La falta de transparencia

La afición ha salido tan escaldada de la etapa de Izco y Archanco que no se fía ya de nadie de Osasuna. Lo quiere saber todo o, como mínimo, saber que alguien de confianza vela por la escrupulosa honradez de quienes gestionan el club. Tiempos de transparencia que no ha tenido una junta directiva que, además de tomar decisiones sin explicarlas -la última, la extraña renovación del contrato de Fran Canal en vísperas de anunciar la convocatoria de nuevas elecciones-, se enreda en esas “operaciones dudosas” antes citadas. Que Osasuna ocupe el puesto 18º (de 20) en el ranking de transparencia de Primera, y el 31º (de 42) en el ranking de Primera y Segunda, no es de recibo.

Fran Canal, director general

Lo consideran en el club poco menos que un gurú del fútbol moderno, suponemos que por sus incontables éxitos en clubes de elite como el Cádiz, el Leganés, el Logroñés y el Ourense (sí, estamos siendo irónicos), pero la afición rojilla aún está por verle el lado positivo. Porque del negativo sabe demasiado, comenzando por sus negocios fallidos con Vasiljevic.

La coincidencia de ambos en altos cargos del club causa preocupación y malestar en la masa social. Y ese precipitado y oscuro nuevo contrato no mejora esa sensación, porque suena a blindarse y a tener aún más poder.

La “familia” y los demás

Tiene razón el directivo Alfonso Ramírez cuando dice que “Osasuna es como una familia”, y nos consta que a la afición le gusta ese sentimiento, algo que se manifiesta, por ejemplo, en el cariño que se sigue teniendo a los futbolistas de casa que se van de buenas maneras -Merino, Raúl García, Azpilicueta o Monreal son los casos más recientes-.

El problema es cuando la afición descubre que hay familiares muy cercanos, como Vasiljevic, al que se ayuda con sus acreedores, y otros que deben de ser primos muy lejanos, porque se les ha echado a patadas, caso de Martín o de varios empleados no deportivos, algunos de ellos con muy larga trayectoria en el club.

La opacidad pública

Pese a los desvelos de Alfonso Ramírez -a menudo, por desgracia, con más buena voluntad que información- por mantener al tanto a la opinión pública, Sabalza y su junta se llevan, en general, un claro suspenso en comunicación. Entre los muchos ejemplos que se pueden poner, a día de hoy seguimos sin saber cuánto costó el paso de Caparrós por Osasuna; por qué se vendió la piel de la contratación de Palacios antes de cazarlo; todo, todo, lo relativo al nuevo contrato a Canal; o por qué los sucesivos contratos de Vasiljevic son a cual más raro (lo de los 6.500 euros por partido escuece al rojillo más forofo).

Un último ejemplo que sucedió a la vista de todos: los ruegos y preguntas con los que iba a acabar la Asamblea del pasado jueves se quedó en nada, porque Luis Sabalza anunció que convoca elecciones -de las que tampoco dio más información- y se marchó, con su opacidad a cuestas.

Unos gestores honrados, pero incompetentes

La sensación final que queda -y que sospechamos que comparten muchos aficionados- es que Sabalza y su junta tienen a su favor que entraron en el club cuando peor estaba y que lo hicieron dispuestos a trabajar en él con honradez personal, lo cual no es poco a la vista de las penas de cárcel que piden para Izco, Archanco, Vizcay y compañía. Pero en contra estaría que no tienen ni idea de cómo se gestiona un club de fútbol profesional, con el agravante de que lo han querido solucionar poniendo el club en las manos equivocadas de Canal y Vasiljevic, con el resultado ya conocido. A ver si a las nuevas elecciones se presenta gente que sea a la vez honrada y competente.