Permítame Luis Sabalza titular este comentario tomando prestada esta frase que pronunció en su breve alocución del jueves a la asamblea de compromisarios. Creo que describe de manera acertada no solo lo que el presidente ha desactivado desde dentro sino lo que la parte más crítica y vigilante del osasunismo ha podido detectar desde fuera en estos meses. También un buen número de los aficionados entonces ilusionados y hoy desencantados y desengañados. Escribo por ellos y por mí mismo. Desde la distancia que se ha ido abriendo tras unos inicios -los de esta junta- en los que, como a otros, ofrecimos apoyo y colaboración a cambio solo y únicamente de juego limpio e igualdad de trato. Porque siempre hemos estado al lado de Osasuna -no voy a recordar ahora los años en los que esta cabecera incluso esponsorizó al equipo en su camiseta- de manera incondicional al margen de quien lo dirija en un periodo determinado. Apoyamos a Sabalza en el comienzo de su andadura como lo hicimos también en su arranque con Archanco, con Izco, con Miranda, con Irigaray y con Garro, que son los presidentes que jalonan la vida de este periódico. A ninguno de ellos le recibimos con avisos, amenazas o peajes previos. Nunca ha sido el estilo de esta casa. No sembramos el suelo de clavos cuando comenzaron a caminar. Por el lado contrario, y pasado el tiempo, cuando las noticias y los comentarios ya no eran del agrado de los dirigentes, llegaron misivas pidiendo, literalmente y por escrito, “cabezas” de redactores y de jefes de sección, llamadas con frases gruesas e insultos. Nunca, me gustaría subrayar, con Javier Miranda. Tampoco en el caso de Sabalza. Quede claro.

Nos preocupa y nos duele Osasuna tanto como a los aficionados que no esconden estos días su malestar por que el nombre del club es noticia, una vez más, por cuestiones extradeportivas, por un ruido mediático que nada tiene que ver con cantar goles y triunfos. Por las disputas entre osasunistas. Y porque nos preocupa Osasuna y no olvidamos que arrastra los escándalos y la vergüenza de anteriores directivas, creemos que hay que ser más exigente que nunca con quienes a partir de aquellas tristes fechas estén al frente del club; que sí, son personas, pero investidos, en su caso, de un cargo, una responsabilidad y unos deberes que voluntariamente (o en disputa con otro candidato) se han prestado a ejercer, y que se han comprometido a hacerlo sin sembrar ni dar pie a la más mínima duda en su gestión.

Si este periódico se ha distanciado poco a poco de la actual junta hasta terminar poniéndose en frente para que viera en el espejo del papel de prensa la opacidad e irregularidad de sus actos y decisiones hasta provocar esta dimisión en diferido que es la convocatoria anticipada de elecciones no es por culminar una estrategia bien planeada (una cruzada, en palabras de Sabalza): es porque sus errores, su mala gestión, el ocultismo, la manipulación y el rastro que dejan han alimentado sin pausa nuestras páginas. Aburre recordarlo, pero ahí están los turbios manejos en las elecciones a la Federación Navarra de Fútbol; la división cainita en el seno de la primera junta; la influencia manifiesta y poderosa de agentes externos; el repentino golpe de un régimen presidencialista; el sordo desembarco de Fran Canal; la ocultación de información a otros directivos y a los socios, manifiesta en el traspaso de Merino; la manipulación interesada de información que salía al exterior; el despido, con vendetta y daños colaterales incluidos, de Blanco y Lafón; el abrazo y luego apuñalamiento por la espalda a Martín; el significativo y revelador cambio de prioridades: dinero en lugar de principios; los conflictos y presiones en Tajonar; el enfrentamiento con la plantilla; y, para rematar el cuadro, el caso Vasiljevic, la gota fría que desencadena la tormenta. De verdad, ¿todavía tenemos dudas de quién ha minado a Osasuna en los últimos meses?, ¿tenemos que escuchar lo “harto” que está Sabalza y él, ellos, no han escuchado hasta ahora lo harto que estaba el osasunismo de la deriva que habían tomado...? Ese es el Osasuna que conocíamos hace más de dos años.

Sin embargo, el desarrollo de los hechos desvelados esta semana invita a pensar que sí, que algo ha cambiado, al menos en lo que concierne al comportamiento e implicación de su masa social, y no solo por la mo-dificación y mejora de los estatutos. Y Sabalza, si sigue defendiendo los valores de transparencia que predicó en su día, debería felicitarse por esto. Los aficionados que han leído nuestras informaciones y las han contrastado con la explicaciones en público de directiva y Vasiljevic han hecho su propia composición y han dejado claro a quién creen.

Es excesivo afirmar que un periódico solo tumba a una directiva; a esta le tumba la opinión adversa de sus aficionados, la certeza de que casi nadie les cree, de que ningún otro altavoz público puede defender y amparar sus argumentos porque son insostenibles. Y ni las triquiñuelas de fakes que en redes sociales cargan contra este medio (con retuits de directivos incluidos) tienen éxito. Lo que ha demostrado este desenlace, que por inusual nos ha sorprendido a todos, hay que reconocerlo, es que el osasunismo ha aprendido la lección a base de tortas y desengaños, que hay que parar las malas prácticas en cuanto se detectan y constatan, no mirar para otro lado (con la excusa de que en ese momento era lo mejor para Osasuna...); que somos más los que perseguimos un Osasuna ejemplar, transparente, abierto, participativo, cercano, de su gente y para su gente, con valores. Pese a todo, hemos tropezado en la misma piedra pero hemos apartado la piedra del camino. Osasuna, y así lo creemos, debe ser mejor que el que conocimos hace dos años, mejor que este que estamos descubriendo ahora. Ese es el único fin. Esa es nuestra única cruzada.