La semana del caso Osasuna, la primera en la que los citados eran testigos, ha estado repleta de declaraciones con jugo, otras amnésicas, ciertas contradicciones y algunas testificales llamativamente regidas por los mismos renglones. Ha habido de todo, pero sobre todo se ha hablado de la contabilidad del club y de una caja que era un auténtico despilfarro. El excontable Tomás López, al que los acusados le atribuyen un papel preponderante en la entidad en los que han venido denominando como el triunvirato económico del club -López, el exdirector general José Gómez y el exgerente Vizcay- se ajustó los machos y quiso aclarar el escenario a la Sala y la jerarquía, a su juicio, de la entidad.

López, un testigo fundamental, declaró que se sentía abandonado en sus funciones y que en la temporada 2012-13, la primera de Archanco como presidente, este le pidió que todo lo que tenía que reportar a diario lo hiciera con Ángel Vizcay. El problema fue cuando las cuentas no cuadraban y López empezó a pedir justificación de las salidas de dinero de la caja fuerte (que se nutría del efectivo de la tienda del club, de la liquidación de socios y de las taquillas) "pero nadie me decía nada. Había constantes salidas de dinero sin soporte documental", expuso López.

El que fuera contable del club manifestó que Vizcay era la persona que normalmente le solicitaba tales reintegros de dinero, pero entendía que las decisiones las adoptaba la junta directiva. Y contó que, a la vista de los movimientos extraños de dinero que veía a su alrededor, como el recibí de 900.000 euros a unos agentes inmobiliarios que le entregaron para que lo contabilizara, decidió para cubrirse las espaldas crear una contabilidad paralela propia que registrara todas esas anomalías.

López también fue tajante a la hora de abordar el asunto de las dietas que presuntamente cobraba la junta directiva. Declaró que en el estado intermedio de la auditoría, que se empieza a confeccionar en diciembre, le transmitió al auditor dicho hecho y este reflejó en el informe que los administradores estaban remunerados. Ello iba contra los estatutos del club y desde la junta "me echaron la bronca por contabilizar las dietas". A partir de entonces, narró el contable, cobraban prácticamente lo mismo que esos meses anteriores (dio a entender que no se habían eliminado tales dietas) pero se les estipulaba como gastos varios. La secretaria del presidente Archanco también admitió recoger sobres con dinero durante los tres primeros meses de la presidencia precisamente para tal fin, dietas de asistencia a juntas directivas, que luego según varios exdirectivos, tanto algunos acusados como testigos, se reconvirtieron en pagos de locomoción o manutención por actividades con el club. López desmenuzó que se pagaba 150 euros por asistencia a actos del club, 200 por asistir a juntas y 400 por desplazamientos con el equipo fuera de Pamplona.

Uno de los que precisamente fue directivo con Archanco, Manolo Ganuza, compareció esta semana en el juicio y reseñó que aquella junta estaba dividida y "algunos éramos monigotes, no nos enterábamos de la fiesta", y ahí, en el lado de aquellos que no sabían ni la mitad, se situó él mismo junto a Purroy y Roldán. Ganuza dijo que era el contador de la junta directiva, pero que ese era casi un título simbólico, que solo se encargaba de la Fundación y el mantenimiento del estadio y de Tajonar. En esas, negó haber firmado con Juanma Garro, presidente de Lacturale, el préstamo de 220.000 euros que la central lechera concedió a Osasuna porque, según Garro, tenía "necesidades urgentes" que pagar, como "la luz o a los jardineros". Garro dijo que sí firmó con Ganuza. El hecho es que Garro, que adelantó la nómina de sus ganaderos para tal préstamo, afirmó que desconocía que ese dinero se usara para reunir los 400.000 euros que se iban a llevar a Sevilla para primar al Betis.