Roberto Torres (Arre, 7/4/1989) debutó con el primer equipo un 11 de diciembre de 2011, con un empate a uno en Málaga ante el cuadro local. Ese día comenzó el legado del que ha sido uno de los mayores estandartes rojillos del último siglo, y más aún tras la despedida de Patxi Puñal en 2014. El fino centrocampista cumple este año su décima temporada en el que, como siempre ha dicho, es el club de sus amores.

Su dorsal 10, tan reconocible, será clave en un 2020 marcado por el centenario rojillo, una buena campaña para cumplir diez temporadas como estandarte del club. El jugador repasa lo vivido estas dos últimas campañas y toda la actualidad osasunista en una entrevista para este periódico.

Cumple su décima temporada en el primer equipo en el año en el que Osasuna celebra su centenario. Imagino que, pese a la pandemia, es el mejor contexto posible.

-Estamos todos en un momento muy bonito y bueno. Quizás es el fruto de lo que venimos haciendo estos años. Se presenta un curso tremendamente ambicioso, ilusionante. Creo que reúne todos los ingredientes para hacer algo precioso.

Aunque empezar sin Jagoba ha debido de ser extraño. ¿Cómo lo han gestionado?

-Es algo que, por desgracia, hoy en día está a flor de piel. La gente está asustada, no deja de ser salud. En este caso es evidente que sin Jagoba, que es el entrenador, es todo diferente, pero al final Bittor (Alkiza) está muy capacitado para dirigir al grupo. Aun así, ojalá que Jagoba pueda volver cuánto antes, aunque nos dice que no tiene síntomas y que está bien.

¿Cómo es Bittor Alkiza de líder del grupo? ¿Cambia mucho?

-Evidentemente son diferentes, se complementan a su perfección y cada uno tiene sus cosas. Bittor ha sido futbolista muchos años, a un nivel mucho más alto del que estamos nosotros, y sabe lo que es el día a día y cómo llevarlo bien. Estamos cómodos también con él.

Hablaba de año ilusionante, y El Sadar crece, pero por otro lado está sin su afición. Esa mezcla, ¿qué sentimientos le genera?

-Da un poco de pena. Ver lo bonito que está quedando, y lo que se prevé que va a ser por todas las fotos, crea una sensación que, si no es con gente, parece surrealista. Es lo que hay, estamos medianamente acostumbrados por el final de esta última temporada, y ojalá que todo se solucione cuánto antes. Lo primero es la salud, y hasta que las autoridades no dejen, tendremos que aguantar.

¿Puede ser más difícil este segundo año tras el ascenso, por aquello de que ya les conocen?

-Es verdad que veníamos de una dinámica muy buena, y la cabeza siempre ayuda cuando está limpia para que las cosas salgan mejor, esto último pudo ser algo importante. Pero el equipo sigue la misma dinámica, estamos bien, y tenemos una ilusión tremenda. Ponemos muchas ganas y trabajo cada día, y al final las cosas salen porque hacemos méritos para ello. Puede ser un año diferente, pero estamos muy preparados.

¿Con cuál de las dos últimas se queda? ¿Con la de Primera o la de Segunda?

-Es difícil, la verdad, pero quizás me decantaría con la del ascenso. Primero, porque conseguimos volver a unir a la afición y al equipo, volver a ver a un estadio de El Sadar que por algo es el campo con mejor afición y ambiente de la Liga. Y por otro, el batir récords que no pensábamos que podíamos conseguir. Logramos ese ascenso tan merecido que nos hizo vivir cosas muy bonitas. Es fácil decantarse por el de Segunda, por lo que ha pasado con la pandemia. Tiene mucho mérito lo que hemos hecho, pero el no poder celebrarlo con la afición hace que me quede con el año del ascenso.

Y eso que cerró el retorno en Primera con 7 goles y 8 asistencias, unas cifras muy buenas.

-Los dos años, lo que es personalmente, han sido muy buenos, a un nivel altísimo, y es evidente que en Primera tiene más valor. Pero vaya, no me centro en mí mismo, porque la consecución de todo lo que hemos conseguido es que juntos hemos sido un equipo. Las individualidades solo sirven para que cada uno aporte lo que puede aportar, para que todos juntos podamos crecer.

Este año ha llegado a los 50 goles de rojillo. Se lo habrán preguntado ya muchas veces, pero ¿con qué tantos se queda de esos 50? Por bonitos y por importantes, en este caso.

-Cuando me lo han preguntado no he sabido bien con qué contestar, pero el gol más bonito puede ser el tanto ante el Málaga en El Sadar, de falta. En cuanto a importancia es difícil, porque en el ascenso me quede con el de Elche, por ser en los minutos finales para lograr un triunfo muy importante, e igual este año me quedaría con el del Espanyol, de penalti. En este caso fue justo antes del parón, y nos dio un impulso para la salvación. Nos sirvió para llevarnos los tres puntos, pero aún así no sabría decantarme.

Hablando de goles suyos, ¿qué representa para un rojillo la victoria en el Camp Nou? Usted, además, estuvo en aquella derrota por 7-1 de 2017.

-Sinceramente, no somos para nada conscientes de lo que hicimos ese día, ni siquiera yo de la repercusión que tuvo todo aquello. Con el paso de los años nos daremos más cuenta. Estamos metidos en la rueda, va muy rápido. El gol del Camp Nou de ese día sirvió para mucho más que para ganar un partido. Te paras a pensar y dices: “Has metido un gol, en el descuento, en uno de los estadios más importantes del mundo, ante uno de los rivales más difíciles del mundo”.

¿Cómo vivió el impacto mediático tras esa victoria?

-Un club como Osasuna no está acostumbrado ni de lejos a esto. Además, siempre digo que puede ser que me llevase yo las portadas, pero solo juego 5 minutos y el equipo hizo un trabajo impresionante durante todo el partido. Yo solo acompaño a Kike, que me la deja a placer. Es una manera de ver que todos somos Osasuna, que lo que haga cada uno solo tiene que servir para ayudar al equipo. Ese día me tocó a mí, pero no quería que los focos fuesen para mí, sino para el trabajo del equipo.

Ese día hizo su ya conocida celebración con Kike Barja de juntar los dedos. ¿De dónde viene esa idea?

-No tiene mucho sentido, la verdad. Es de una serie, Bola de Dragón, que yo he visto muy poco. Vino días antes del partido ante el Espanyol, que ese día también lo hicimos y no nos salió muy allá. Fue Kike el que me lo propuso. Somos muy amigos, me pareció buena idea, y lo bonito que tiene el fútbol es que los goles son de los momentos más bonitos que hay. Son momentos en los que explotas, y está bien hacer cosas de esas para celebrar.

¿Qué supone para Tajonar la llamada para la selección absoluta de Mikel Merino y de la sub-21 de Jon Moncayola?

-Sirve para corroborar que se están haciendo muchas cosas bien, y que hay muchos jugadores que salen que pueden dar el nivel no solo en Osasuna, sino fuera. En el caso de Monca es algo que nos hace muy felices, le está viniendo todo muy rápido. Ha pasado en un año de Tercera a Primera, dando un nivel muy alto y está preparado para recibir una llamada así, de la sub-21. Es motivo de alegría para sus compañeros y para el club. En el caso de Mikel es más de lo mismo. Aunque ahora sea un rival, yo lo sigo considerando como todo un amigo. Está dando un nivel que ya estaban tardando en llevarlo a la absoluta. Va a durar en la Real muy poco tiempo.

Su contrato acaba en 2021. ¿Está tranquilo al respecto?

-Siempre he dicho que estoy muy contento en Osasuna y no tengo motivos para pensar otra cosa. Estoy dando un buen nivel, creo que la gente puede estar contenta conmigo. Ahora mismo ni me preocupa, porque no tengo noticias del club. No sé cómo acabará la cosa, pero ahora mismo tengo contrato.

¿Se ha llegado a pensar salir algún verano, con la llegada de alguna oferta importante?

-Es evidente que ha habido momentos, con temporadas mejores, en las que obviamente siempre sale algo. Pero nunca ha sido lo suficiente motivante para salir. Siempre he dicho que para mí no hay nada mejor que jugar en Osasuna, pero cuando he estado mejor ha salido algo. Sin embargo, la felicidad no la da el dinero, y por eso siempre me he quedado aquí. Podría ganar más dinero fuera, pero no significaría que fuese más feliz. Aquí siempre lo he sido y lo quiero seguir siendo.

Ha incidido mucho en lo que le ha ayudado la alimentación. ¿Cómo de importante fue en la pausa tan repentina por la pandemia?

-Creo que ha sido un pilar fundamental, porque cada día y cada año los futbolistas están más preparados. En mi caso vi que era totalmente crucial, porque uno de mis defectos ha sido siempre el físico, aunque lo he ido mejorando. Me ha ayudado a estar mejor y a rendir mejor. Ha sido un cúmulo de todo para poder mejorar.

Con lo que está sucediendo con la pandemia, ¿cree que los jugadores deben de ser más responsables a la hora de mostrarse al público?

-Sí. Somos personajes públicos, en los que todo el mundo se fija. Todos tienen los ojos en nosotros, y una simple tontería como dar una vuelta por el centro de Pamplona sirve para que se entere toda la ciudad. Tenemos que ser inteligentes, y saber lo que podemos y no podemos hacer. En ese sentido, yo lo tengo muy claro y sé que mis compañeros también, aunque en otros sitios parece que no lo tienen tanto. Espero que todo lo que esté pasando sea un alto en el camino, y que la gente vea lo importante que es lo que mostramos de cara a ellos.

¿Cree que se ha infravalorado lo que ha hecho Osasuna durante esta temporada?

-Es algo que preocupa entre poco y nada. Todo lo que hemos conseguido lo hemos hecho por méritos propios, y el trabajo que ha hecho el equipo, en Primera, no es nada fácil. Hemos sido superiores a equipos con más presupuesto que nosotros. No nos debe de preocupar, sino que debemos de estar muy orgullosos y tranquilos con lo que hacemos cada día. A partir de ahí, seguro que seguirán llegando cosas buenas, porque somos trabajadores y humildes.

2011/12. Torres debutó en diciembre de 2011 en el minuto 71 de un Málaga 1-1 Osasuna, sustituyendo a Lolo.

2012/13. Empezaría poco a poco a asentarse en el primer equipo, marcando su primer gol en el Bernabéu (Madrid 4-2 Osasuna)

2013/14. Pese al descenso a Segunda, Torres se consolidó y jugó 33 partidos en Primera.

2014/15. En un curso muy complicado para el equipo, el de Arre vivió una campaña muy difícil.

2015/16. El año en el que empezó a demostrar que iba a ser importante: 12 goles que valieron un retorno a Primera.

2016/17. Un descenso a Segunda que dejó una sensación horrible a todo el osasunismo, y que al menos lo pudo cerrar con 7 tantos.

2017/18. Tratado de la pubalgia, acabó como suplente en un equipo que no conectaba con la afición.

2018/19. El que señala que es su mejor año. Iguala su mejor marca goleadora (12 goles) y bate récords en un ascenso de ciclón.

2019/20. Osasuna mantiene el nivel en Primera, con Torres firmando 7 goles y 8 asistencias.

“No somos conscientes de lo que supuso ganar en el Camp Nou, lo sabremos cuando pasen los años”

“Las convocatorias de Jon y de Merino sirven para corroborar que en Tajonar se hacen muchas cosas bien”