Osasuna sigue con un historial impoluto lejos de su casa porque, aunque ayer no hiciera lo que acostumbra, llevarse los tres puntos, se quedó con uno tras pasar por el Bernabéu. Si lograr el triunfo en casa del Real Madrid solo puede considerarse como una gesta, echarle un borrón en su expediente como local con un empate tampoco es asunto menor porque al fin y al cabo se trata de la visita a la guarida de un gigante, en la que se suele salir lastimado, si no seriamente dañado.

Osasuna se aplicó ante el Real Madrid a un espectacular trabajo defensivo que le salió redondo. El equipo de Ancelotti realizó una ofensiva total y se hartó de bombardear el área de los rojillos. La reiteración solo fue signo de constancia, pero en absoluto pudo considerarse una buena idea ni la mejor ruta hacia el gol. Con los caminos cerrados por las bandas, sin intervalos por donde colarse a base de paredes, el interés por tantear a Osasuna con un ataque aéreo solo sirvió para agigantar a los centrales rojillos. Unai y David García, especialmente el segundo, se comportaron como colosos, impecables a la hora de repeler todo lo que les llegó, adelantándose en todas las oportunidades a las intenciones de los delanteros del Real Madrid, ayer desfigurados.

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Si Osasuna necesitaba algún espaldarazo más a su moral, el empate en el Bernabéu -un resultado sufrido, como no puede ser de otro modo ante un gran equipo- le confirma como una de las sensaciones de la Liga. Arrasate y su equipo llegaron a Madrid con un plan, lo ejecutaron y además les dio el resultado de un punto. Dejar a un equipo como el Real Madrid a cero es un mérito incuestionable, sobre todo cuando hubo un asedio serio, continuo, que llegó en algunos instantes a ser angustioso. El peaje de puntuar en estos estadios.

Fue un partido tenso, en el que hubo sufrimiento a ratos y tesón permanente. Osasuna salió airoso del atasco al que le sometió el Real Madrid en el primer tiempo. Precavido, con tres centrales y cinco defensas en total, el equipo de Arrasate le dejó el mando al equipo de Ancelotti, que tuvo el balón todo lo que quiso, demasiado a veces porque no hubo picante en sus circulaciones. El dominio exagerado no creó ocasiones de peligro, pese que el merodeo de un grupo de los grandes es suficiente para crear inquietud. El Madrid decidió entregar en esta tarea casi todos los poderes a Vinicius. El delantero brasileño fue elegido como maestro de ceremonias y ahí se encontró con el excelente plan defensivo montado a su alrededor. El secante principal fue Nacho Vidal, pero siempre con Moncayola como guardaespaldas. El Madrid apretó, pero no creó ocasiones claras, con un disparo de Militao como única acción que obligó a la intervención de Sergio Herrera, y otro lanzamiento cruzado de Vinicius que se envenenó tras tocar en la bota de un defensa rojillo y se marchó junto a un poste.

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Osasuna se zafó bien en defensa -Unai García y David García comenzaban a emerger con un poderío palpable-, pero no existió en el ataque, lógico arancel de quien ha puesto todos los esfuerzos en una tarea. Solo un rebote sobre el cuerpo de Kike García tras un córner se convirtió en un remate que se marchó fuera. La labor en la primera parte quedaba hecha.

Al poco de iniciarse el segundo acto, Osasuna estuvo a punto de darle un vuelco a la situación. Los rojillos por fin lograron armar un contragolpe en condiciones y tras una carrera del Chimy por la banda derecha, Moncayola llegó pisando área con autoridad en el otro lado, poderío que se transformó en un disparo al poste, con Courtois inhabilitado para llegar y la defensa blanca panza arriba. Fue la oportunidad del partido, porque en los minutos siguientes el Madrid no tuvo otra más clara. Solo un disparo de Benzema que rozó la cruceta estuvo en disposición de equipararse a la del centrocampista rojillo. Osasuna sufrió más de la cuenta en los minutos en que el encuentro quedó roto, a la carrera de un lado al otro, y solo cuando se recompuso para el tramo final, logró que todo volviera a ser un asedio controlado. El equipo de Ancelotti fue previsible a la hora de probar el temple de los centrales rojillos -también Sergio Herrera estuvo fino-, que siguieron sacando balones con autoridad exagerada, y solo su insistencia les hizo soñar con algún gol en el tiempo de descuento. Ni por esas. Osasuna no es un cualquiera fuera.

Real Madrid-Osasuna

7 osasuna -

Cino cambios en el equipo titular es una revolución. Gran trabajo defensivo del equipo, que supo defender a hombres como Vinicius.

5 real madrid -

Jugó con los mejores y no se guardó casi nada. Carvajal, Camaviga y Asensio fueron sus rotaciones. Apretó mucho, pero siempre igual.

4 árbitro -

Vinicius le reclamó un penalti y el Madrid que añadió poco tiempo -cuatro minutos-. Perdonó amarillas a Casemiro, Asensio y Militao.