Se podrán hacer los análisis elogiosos que se quieran sobre el orden defensivo de Osasuna y la calidad del portero Aitor Fernández, pero la pura realidad es que Osasuna gastó el lunes en San Mamés su buena suerte de todo enero y febrero (y, si llega a aprovechar Manu Sánchez su ocasión en los últimos minutos, también de todo marzo). Por tanto, convendría en ir pensando en algo para los próximos partidos, más allá de cruzar los dedos. Contra el indudable bajón de los rojillos tras el parón del Mundial (que, por otra parte, es el tradicional letargo osasunista de todo invierno) está bien empatar los partidos que no se puedan ganar, pero los del Mallorca en casa y el Elche fuera son esos partidos que hay que llevarse sí o sí para seguir al acecho de las plazas europeas, ése difícil pero no imposible reto que es lo único (Copa al margen, y está complicada) que puede amenizar la temporada de aquí al 4 de junio.