En la última reciente comparecencia de Braulio, además de las advertencias lógicas para el nuevo curso, quedó claro que como no podía ser de otra forma Osasuna está casi listo para iniciar la competición –en diez días comienza a rodar la pelota en Vigo ante el Celta– y que la plantilla tiene en estos momentos los componentes más que suficientes para entrar con garantías en lo intrincado del campeonato, con partidos muchas semanas casi cada tres días.

Osasuna dispone de personal –las aportaciones del filial cuentan mucho en este momento, aunque luego tendrán su retorno al Promesas en algunos casos–, mantiene incrementada la calidad de la mejor plantilla de la etapa Arrasate-Braulio –las incorporaciones de Catena, Arnaiz y Mojica eso señalan– y solo espera que las oportunidades del mercado pongan a tiro algún retoque final, mejor de postín porque son los que encandilan y disparan el nivel del grupo.

La dirección deportiva tiene un mes por delante para culminar el trabajo de confección del equipo para esta temporada, pero sabedora de que las jornadas de auténtica agitación van a quedar para las horas anteriores al cierre de mercado, donde la necesidad se viste de oportunidad para los clubes con menos recursos –la llegada de Abde la campaña pasada el último día del mercado es un ejemplo para no olvidar–.

Braulio no negó que Osasuna aún mantiene el interés por contar con dos jugadores más, un extremo y un delantero quizás, como tampoco que las ocasiones del mercado abren las puertas a llegadas menos planificadas pero con indudable valor en el cómputo final. Los responsables técnicos quieren una plantilla de 25 hombres en el primer equipo, más esas incrustaciones circunstanciales que puedan llegar de abajo. Ese número va a estar definido por las últimas contrataciones, como también por el futuro de algunos hombres que deben ganarse el sitio entre el grupo principal a pesar de que muchos partidos es sinónimo de más oportunidades. 

El extremo y el delantero son dos necesidades deportivas que se contemplan por el imponente vacío que ha dejado la marcha de Abde. El delantero marroquí resolvía con su vértigo muchas ecuaciones para el juego ofensivo y aunque algún jugador de los que han llegado se acerca al perfil de hombre de banda y con proclividad a merodear el área contraria, nada tiene que ver con el aguijón del jugador que ha vuelto al Barcelona. Osasuna quiere reforzar el ataque, pero también es evidente que en el crepúsculo del verano no se pueden dejar pasar las oportunidades. El club prioriza esos perfiles, por un lado tiene el condicionante económico, pero no va a mirar hacia otro lado si un refuerzo de calidad se pone a tiro. Osasuna también sabe que está en el candelero como posible vendedor y que hay una nómina de jugadores golosos que a precios en absoluto disparatados –la cláusula de Aimar Oroz es por ejemplo de 28 millones de euros– pueden tomar el camino de salida. Ya lo dijeron: esto es el mercado amigo. El mercado de los ricos era el mensaje.