Nora Ruiz Melero (Irurtzun, 23/6/1993) comenzó a jugar a fútbol desde bien temprano. Con apenas cinco años, a fútbol sala en su localidad natal, donde compartió equipo con el actual portero del Xota, Asier Llamas. Después dio el salto a Osasuna, donde permaneció entre 2004 y 2014. Poco antes de la desaparición del equipo femenino del club rojillo (recuperado hace unos años), aceptó una oferta para irse al Betis. En su primera temporada en Sevilla, con 18 años, las lesiones le lastraron psicológica y mentalmente. Fue cambiando de equipo y bajando de categoría, aunque no de nivel, de forma progresiva, hasta tomar la drástica decisión de abandonar el fútbol hace cinco años, cuando sólo tenía 25. Sin embargo, el exjugador rojillo y periodista Chus Luengo, le ha convencido recientemente para enrolarse en el equipo de veteranos de Osasuna y convertirse así, a sus 30 años, en la primera mujer en hacerlo. Ya ha completado un entrenamiento con algunos de sus ya nuevos compañeros y ha participado en diferentes actividades del colectivo, pero va a ser este sábado cuando debute en Ablitas en un partido con causa solidaria, ya que se enmarca dentro de una jornada de apoyo a enfermos de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y sus familias. Esta es la historia de Nora Ruiz y estas son sus ideas, las que comparte con este periódico en una entrevista en la que no se guarda casi nada.

¿Preparada para su regreso a los terrenos de juego con los veteranos de Osasuna?

–Otra vez a faenar después de cinco años (risas).

¿No ha jugado desde su retirada?

–Nada, ni una pachanga. Cero. De hecho, me tuve que comprar botas para ir al primer entrenamiento con los veteranos porque no tenía (risas).Pregunta

¿Por qué ni una pachanga?

–Por desilusión. Dejé de jugar a fútbol hace cinco años porque perdí la ilusión. Después de las lesiones y el año tan malo que pasé en el Betis, estuve jugando bien en otros equipos, a buen ritmo, pero llegó un momento en que mi cabeza me dijo: “No estás disfrutando del fútbol, lo tienes que dejar”. Y de un día para otro fue así. Llamé al entrenador y le dije: “Es mi último año, se acaba”.

Tiene que resultar muy duro retirarse a los 25 años...

–Sí. Mucha gente me decía: “Cómo lo vas a dejar, que eres muy joven y estás bien físicamente”. Pero es que es mi cabeza me decía que no. El fútbol me estaba creando ansiedad. Iba a entrenar sin ganas y casi obligada.

Pero era un deporte que le gustaba y que se le daba bien...

–Me encantaba el fútbol, pero llegué a odiarlo. A mí, que me encanta ver fútbol por la tele, dejé de verlo y de ir a los campos. Desapareció de mi vida.

¿Cómo se ha curado? ¿Cómo se ha reconciliado con el fútbol?

–Con una psicóloga, Macarena. Empecé con ella en el Betis y he seguido con la misma hasta el día de hoy, que sigo tratándome con ella. Aunque es de Lepe (Huelva), hacemos sesiones a través de vídeollamadas para seguir tratando aquel año tan difícil para mí. Ha sido y es un ángel de la guarda para mí.

¿Qué le dijo cuando le anunció que iba a volver a jugar?

–Voy a ser sincera. El día que Chus (Luengo) me comentó la posibilidad de jugar con los veteranos, tuvimos una mesa redonda para presentar un libro en el que salía yo. Un día antes había decidido en una sesión con mi psicóloga que ese acto iba a cerrar una etapa con el fútbol. “Menos mal que iba a cerrar la etapa con el fútbol”, le dije en un mensaje de WhatsApp. Enseguida me llamó y me preguntó: “Pero, ¿tú te encuentras bien?”. Y le contesté: “Estoy encantada”. Los veteranos me han tratado increíble y, después de tanto tiempo, he disfrutado en un entrenamiento como una niña pequeña.

Tras diez años en Osasuna, de 2004 a 2014, se marcha a Sevilla a jugar con el Betis. ¿Cómo sucedió?

–Fue un poco locura. Tenía 18 años, llegué un día a casa y le dije a mi madre que me iba a Sevilla. Llegué allí supuestamente con unas condiciones, pero sin piso ni dinero y me mantuvieron mis padres durante todo el año.

¿Por qué¿ ¿Porque no se concretó lo que le habían prometido?

–Y porque en aquella época el Betis estaba en Segunda y no estaba muy bien. Se pagaba sólo el kilometraje.

Y para colmo de males, llegaron las lesiones.

–Empecé jugando, pero a los dos o tres meses, una compañera me barrió en un entrenamiento y me rompió el ligamento del tobillo. Pasaron tres meses hasta que me diagnosticaron lo que tenía, porque me hacían pruebas y no me querían hacer una resonancia. Me quedé a tres centímetros de operarme.

¿No le hicieron resonancia por falta de recursos?

–Eso es. En cuanto me diagnosticaron lo que tenía, apareció Macarena, mi psicóloga, y empecé las sesiones.

¿Pensó entonces en dejar el fútbol?

–Qué va. Ni se me pasaba por la cabeza. Me recuperé de la lesión y volví con toda la ilusión, pero al mes o así, regateando en un partido a la portera rival, me barrió por detrás y me lesioné la rodilla izquierda. Otra vez se me vino el mundo abajo. Me volví a recuperar, pero apenas jugaba, no iba convocada porque no había rodado en todo el año. Jugamos la fase de ascenso a Primera con el Betis y yo en la grada con la lesión. Me entró una llorera terrible. Fue una frustración para mí. Terminó la temporada, hablé con el entrenador y me dijo que me renovaban un año más, pero dije que no. No sé si era por la presión de llevar el escudo del Betis o porque las lesiones me habían destrozado psicológicamente, pero no estaba bien.

¿Qué hizo entonces?

–Me llamaron de otro club de Sevilla, el Hispalis, también de Segunda División, aunque más modesto, y volví a disfrutar como la que más. Marqué muchísimos goles, estuve mucho tiempo como máxima goleadora de Segunda y jugué todos los minutos. Allí estuve un par de años.

¿Qué pasó después?

–Que compaginaba el fútbol con mi trabajo de mozo de almacén y llegó un momento en el que decidí bajar una categoría para disfrutar un poco porque vivía por y para el fútbol. Estuve jugando otro par de años en el Ciudad de Alcalá, un equipo también de Sevilla pero de una categoría inferior. No salíamos de la provincia, los entrenamientos no eran obligatorios y tenía vida, sobre todo los fines de semana. Pero llegó un momento en el que mi cabeza dijo no y aunque me trataron de convencer, decidí dejarlo. Y eso que veníamos de ganar la Copa de Andalucía por 1-0 con un gol mío en la final. Estaba contenta, pero no estaba disfrutando.

¿Qué hizo tras la retirada?

–Me quedé un año en Sevilla trabajando y disfrutando. Luego estuve otros dos en Madrid y ahora ya llevo dos en Pamplona (reside en el barrio de San Jorge). En la actualidad estoy en paro y aprovechando para preparar una oposición. Durante estos cinco últimos años no he echado de menos el fútbol.

¿Y ahora?

–Ahora estoy empezando a disfrutar y veo todo lo que puedo. Fútbol masculino, femenino… Me tragué el Mundial entero.

¿Ha cambiado algo ese título de la selección femenina?

–Ha sido increíble, un golpe en la mesa que se ha visto opacado por lo que ha pasado con Rubiales, pero de lo que más me alegré es de que ahora las niñas pequeñas pueden decir que su ídolo es Alexia Putellas o Aitana Bonmatí, que las cito porque han sido las últimas ganadoras del Balón de Oro. En cambio yo siempre me reflejaba en los chicos.

¿En quién?

–Me gustaba Kiko, del Atlético.

Volviendo a la selección femenina. ¿Coincidió en su etapa como futbolista con alguna de las actuales campeonas del mundo?

–Con Irene Guerrero, que jugó conmigo en el Betis y fue capitana. Además, hace poco estuve en El Corte Inglés y vi un cartel en el que aparecía ella con las botas de la marca que representa. Me hizo una ilusión tremenda. Eso es un orgullo para cualquier chica. Además, fui convocada una vez para unos entrenamientos con la selección española sub-17 y coincidí con Lola Gallardo, una de las 15 que no fue al Mundial, y también con Amanda Sampredo, que ya no está en la selección, pero que fue capitana del Atlético de Madrid.

Y ahora con 30 años, una edad más propia de una futbolista en activo, va a jugar con los veteranos de Osasuna.

–Sí, pero ahora disfruta de cada entrenamiento como la que más. El otro día fue mi primer entrenamiento y no se me ha olvidado tocar la pelota, pero sí que terminé un poco cansada porque los compañeros son mayores, pero también unos jugones que no sé cómo aguantan el ritmo.

¿Qué significa para usted como mujer jugar con hombres?

–Lo que quiero es que no vean esto como una chica jugando con hombres. Aquí estoy como uno más y se lo dije. Quiero que lo vean como algo natural. Incluso les dije que me entraran fuerte, como si fuera una de ellos, que yo iba a hacer lo mismo. Lo único especial que tengo es que me cambio en otro vestuario. Y también me gustaría que se animaran más mujeres. Disfrutas un montón porque aparte de los entrenamientos y los partidos tenemos comidas y vamos al primer equipo masculino en El Sadar. De hecho, el otro día estuvimos viendo el Osasuna-Girona todos juntos.

¿De qué jugará?

–De lo que me ponga el entrenador, pero siempre he jugado de extremo, cerca del gol. 

“El equipo femenino de Osasuna se merece subir”

Aprovechando la charla de Nora Ruiz sobre su trayectoria deportiva y vital, así como sobre su ingreso en los veteranos de Osasuna, la irurtzundarra también se refiere a la actualidad del equipo femenino rojillo. “La verdad es que ya era hora de que Osasuna diese un golpe con el fútbol femenino, sobre todo para que las chicas puedan tener un referente en Navarra como en su día lo fue Lagunak hasta su desaparición, que fue una pena”, reconoce la exjugadora. “A ver si conseguimos el tan ansiado ascenso, que ya se lo merecen”, añade al recordarle que las rojillas han estado a punto de subir en las últimas temporadas. Y hace referencia a la eliminatoria copera del otro día contra el Betis, dos de los que fueron sus equipos hasta antes de su retirada. “Fue un partidazo y Osasuna le jugó de tú a tú a un rival de Primera División”, opina, deseando que “a ver si este año tenemos suerte”. “Han encontrado un buen entrenador”, dice, y es que Nora Ruiz conoce a Josu Domínguez, con el que coincidió en su último año en Osasuna antes de poner rumbo a Sevilla para jugar en el Betis. Para terminar, la exjugadora navarra y ahora integrante del equipo de veteranos de Osasuna reconoce que en el futuro le gustaría ser entrenadora: “Me da igual de chicos o de chicas, pero lo primero ahora es opositar”

“El foco es dar visibilidad al tema de la ELA, no yo”

Nora Ruiz tiene muy claro qué espera de su primer partido como jugadora del equipo de veteranos de Osasuna, el que mañana sábado a partir de las 11.30 horas va a disputar en Ablitas contra el cuadro local. “Sobre todo disfrutar”, dice, aunque no tarde en desear “que se le de mucha visibilidad al tema del ELA”. “Lo que no quiero es que yo sea el foco porque vamos allí a lo que vamos y porque es muy importante dar voz a una enfermedad muy silenciada”, desarrolla. Y es que además del partido, va a haber otras actividades con el fin de apoyar a los enfermos de esclerosis lateral amiotrófica (ELA) y a sus familias. El programa completo es el siguiente. A las 9.30 horas se va disputar un partido entre los equipos cadetes del Ablitense y el Valtierrano. A las 10.00, un almuerzo solidario para recaudar fondos para la investigación de la ELA. A las 11.00, una actuación de la banda de música, gaiteros, dantzaris y gigantes de Ablitas. A las 11.30, el citado enfrentamiento entre los veteranos del Ablitense y de Osasuna. Y como aderezo va a haber una exposición de camisetas del equipo rojillo de los últimos 43 años, otra de cromos del conjunto navarro y más curiosidades. También se anuncian sorteos en El Prado, nombre del estadio en el que Nora Ruiz va a jugar su primer partido con los veteranos cinco años después de su retirada.