El escritor Mario Vargas Llosa nunca escondió su pasión por el fútbol, a diferencia de otros colegas que vilipendiaban la práctica del balompié o sencillamente ocultaban su afición. Porque hubo un tiempo en el que la práctica de dar patadas a un balón molestaba a la intelectualidad de gusto fino.
Por todo esto, desconozco en qué etapa de su vida el premio Nobel peruano escribió lo siguiente: “No creo que meter goles sea mucho más importante que pensar con claridad, que escribir una gran obra de teatro o escribir un hermoso poema o pintar un cuadro…”.
Este juicio daría para un largo debate; porque para rematar a gol hay que pensar con claridad en décimas de segundo; por su ejecución, el momento y su significado, un gol tiene material para una película, una novela o un ensayo; detener y representar el instante decisivo de un chut o de un cabezazo imparable es en ocasiones una obra de arte.
De todo esto ha dejado un amplio catálogo Budimir: 70 goles que dan cuerpo a un hermoso poema. Opinara lo que opinara Vargas Llosa. Los goles de Budimir componen un repertorio colectivo. No son obra de un único autor.
Cuando el delantero y la pelota se buscan y se encuentran, cuando se quedan solos en esa jaula sin paredes que delimita el área grande, para que surja ese chispazo ha sucedido antes la recuperación del balón por parte de un compañero, el desborde previo de un extremo, la triangulación con un lateral, el pase filtrado de un centrocampista o la maniobra de distracción de otro atacante.
Rubén García ha sido su principal socio
Budimir necesita de sus compañeros para hacer gol, como el equipo se encomienda a él para sumar puntos. Rubén García ha sido su principal socio en esa especialidad de fabricar goles.
El primer gol del dorsal 17 con la camiseta de Osasuna ya es un clásico: Rubén García, por la banda derecha, acomoda el balón a su pie izquierdo; el valenciano levanta la vista y pone la pelota flotando y en ventaja para su compañero, que toca con la cabeza en la frontal del área pequeña. Un lance repetido varias veces con otros asistentes.
Pero de todos ellos, Rubén García es el número uno en la ejecución del último pase. Nada extraño tratándose de un futbolista que ha entregado un total de 22 asistencias en las seis recientes temporadas en Primera división y 11 en el curso de su debut como rojillo en Segunda.
El croata no es un delantero que reciba el balón y se fabrique el gol recorriendo metros y sorteando rivales. No es un “a mí el pelotón, Torró, que los arrollo”, emulando a Sabino Bilbao y Belauste en el partido de España contra Suecia en los Juegos de Amberes de 1920.
Budimir, en la mayoría de las ocasiones se ocupa de la ejecución, del tiro de gracia con el balón; un solo toque, con la cabeza o con el pie izquierdo, le sirve para bajar de las nubes a la hierba verde un balón alto, meter la frente para cambiarle de trayectoria o poner el pie para depositar el esférico dentro del marco.
Goles puramente mecánicos y otros que son artesanía
En esta antología de goles, encontramos algunos que son puramente mecánicos y otros que son artesanía. Por citar unos pocos, el que marca de cabeza al Olot, en Copa, ofrece toda la plasticidad de un salto marcando los tiempos y girando el cuello para dar dirección a la pelota.
O la ejecución del disparo al marco del Levante enganchando un complicado centro desde la derecha sin dejar que el balón tocara tierra.
Está la picadita de cabeza al Athletic en San Mamés (que repite en dos partidos contra el Girona), el chut combado a lo Lamine Yamal al Cádiz y al Getafe, y con más dificultad (con máscara de protección incluida) y distancia también al Alavés en El Sadar.
Del 105x68 que delimita un terreno de juego a Budimir le basta con un reducido espacio para hacer su trabajo. En esa zona, por lo general saturada de gentes que defienden o atacan, aparece a la espalda de un defensa, sin vigilancia en el segundo palo, llegando primero al rechace del portero…
Rara vez busca fortuna lejos de su hábitat. Solo en dos ocasiones ha marcado fuera de la línea que delimita la frontal del área y en ambos disparos emuló a Neil Amstrong pisando la media luna. Esa luna que es la patria de poetas y goleadores.
Un gol ni marcado ni celebrado
El acta arbitral del Osasuna-Las Palmas de la temporada 2023-24 atribuyen el gol rojillo a Budimir cuando hay imágenes que acreditan que el balón lo cabecea el defensa Coco. Otro dato relevante es que el croata no celebra el tanto con ninguno de sus gestos habituales.
Convierte 14 de 15 penaltis: el peor lanzamiento de la historia
De Vargas Llosa a Edson Arantes do Nascimento. Fue Pelé quien acuñó la frase “un penalti es una manera cobarde de marcar gol”. Autor de un indeterminado número de goles (entre 700 y más de 1.000, según las fuentes), dicen que el brasileño solo anotó siete veces desde el punto de penalti.
A Budimir poco le preocupa que uno de cada cinco tantos (14) los ha conseguido en el cara a cara con el portero. Es el especialista en esta suerte desde que en la quinta jornada de la pasada temporada convirtió ante el Getafe. Su único fallo lo cometió ante el Valencia en aquel esperpéntico traspiés que dio en El Sadar.
Currículo: 157 goles desde 2011
De su producción goleadora hay datos desde la temporada 2011-12, cuando jugaba en el NA Inter Zapresic en la segunda categoría de Croacia. De esos 157 goles, en su etapa de Mallorca y Osasuna suma 89: 19 y 70.