En 1940, mientras medio mundo se destrozaba en campos de batalla repartidos por Europa, Asia, África y Oceanía, Pamplona curaba las heridas de una guerra civil apenas terminada, que había dejado miles de familias destrozadas, y los cementerios y las cunetas de los caminos repletas de muertos.
Como reflejo de esa ciudad triste y desangelada de posguerra, la imagen nos muestra una calle Olite casi desierta, en la que la única actividad visible es la de un hombre que, vestido con chaleco y camisa blanca, pule su flamante coche, sacándole brillo con frenesí. Vemos que la zona estaba entonces aún a medio edificar, a pesar de que la calle databa del año 1924, y por lo tanto tenía ya 16 años en el momento de obtener la foto. En el centro de la imagen podemos ver el cruce con la carretera que conducía hacia Burlada y Villava, que desde cuatro años antes ostentaba el título infame de avenida del General Franco. Las casetas y naves que se ven pertenecían a las instalaciones del tren El Irati, que tenía aquí sus cocheras y apeadero. Al fondo, vemos que han sido ya construidos algunos de los bloques del segundo tramo de la calle, pero falta de manera ostensible la fábrica de la parroquia de San Francisco Javier, así como las viviendas de la acera de la derecha.
HOY EN DÍA, la calle Olite ha dejado de ser aquella vía periférica y a medio edificar de la vieja Iruñea, y constituye una de las zonas más céntricas y populosas de su casco urbano. La fisonomía general del lugar ha cambiado hasta el punto de hacerlo irreconocible, pero una mirada atenta nos descubre que los dos edificios que figuraban en primer término siguen en su sitio, tanto la casa de balcones redondeados de la derecha como el bloque de barandillas metálicas que asomaba por la izquierda.
El ferrocarril de El Irati dejó de funcionar en el año 1946, y las cocheras de la fotografía antigua cedieron su lugar a nuevos edificios y nuevas funciones. La parroquia de San Francisco Javier fue levantada en el año 1953, siguiendo las trazas dadas por el arquitecto Miguel Gortari, y hoy domina el conjunto con su fachada dotada de rosetón con vidrieras y altísimo campanario. En cuanto a la avenida del General Franco, el nombre del sanguinario gallego fue apeado de los rótulos oficiales en el año 1979, y la calle fue entonces dedicada a la Baja Navarra, a nuestra Navarra de Ultrapuertos. De este modo se restablecía la memoria de la Sexta Merindad, la "Tierra de Bascos" de los documentos medievales, una tierra tan irrenunciablemente navarra como Pamplona o la propia Olite.