un mes después de su robo y a más de 500 kilómetros de su casa, apareció Yuka, una perra Yorkshire de doce años y medio de Pamplona. Los dueños del animal, vecinos de Conde Rodezno, denunciaron el robo ocurrido el 23 de enero en los porches de esta plaza pamplonesa. Un mes después, el 22 de febrero, recibían la llamada de un veterinario de Talavera de la Reina, en la provincia de Toledo, comunicándoles que en la revisión de un can recogido en la calle habían descubierto un chip en su cuello y, así, averiguado que se trataba de un perro con dueño.
Yuka es una perra ya mayor (doce años y medio en estos animales equivalen a los 84 humanos). El pasado 23 de enero, cuando su dueño la sacaba a pasear por los cubiertos de la plaza de Conde Rodezno en el II Ensanche, esta zona se encontraba algo nevada y "desapareció en cuestión de segundos", recuerda Maribel, dueña de Yuka. "La había sacado mi marido y, en unas décimas de segundo que se detuvo a recoger los excrementos, se debió alejar no más de tres metros y alguien la cogió", relata.
Una de las teorías de sus amos es que los ladrones se pensaron que estaba embarazada, ya que la perra padece cataratas así como un trastorno en la glándula suprarrenal, y esto último provoca que la tripa se hinche.
Según el periódico toledano La Tribuna de Talavera, una protectora de animales de la localidad recibió un aviso de unos vecinos sobre un perro que deambulaba en una de las calles de la ciudad. La Asociación Protectora de los Animales de Talavera (Apata) recogió al animal callejero que, en la revisión rutinaria, se descubrió que tenía dueños y que estos habían denunciado su robo en la capital navarra.
El chip encontrado a Yuka y gracias al que se le pudo identificar es una especie de carnet de identidad canino en el que se plasma un número. Este alberga los datos de sus dueños, pero es diferente en cada comunidad autónoma y solo puede acceder a esta información el colegio veterinario en donde se registra al can. De esta manera, el veterinario que descubrió el microchip en Yuka observó que correspondía a Navarra, se puso en contacto con el colegio de veterinarios navarro y, finalmente, con sus dueños.
Yuka llegó unos días más tarde a su casa, más de un mes después de su robo. "Si los perros muestran su estado de ánimo con el rabo, volvió con este entre las piernas", describe gráficamente Maribel. "No ladraba, no comía y parecía muy triste", recuerda. Sin embargo, esta mascota pequeña de tamaño, pero ya avanzada en edad, "al fin está en su casa y ya, ahora, la ves tranquila y está mejor", cuenta Maribel, aliviada tras el susto que ha vivido en las últimas semanas con la desaparición de Yuka, ya de vuelta en la ciudad