pamplona. Pamplona se toma el café en la calle, y hoy en día las terrazas ya no son solo para el verano. De hecho, en los últimos tres años, entre 2010 y 2013, el número de estas instalaciones de hostelería de la capital se ha incrementado en más de un 50%, pasando de las 402 contabilizadas en abril de 2010 por el Ayuntamiento de Pamplona y las 523 de septiembre de 2011, hasta las 626, según cifras de este mes de octubre. El paisaje de la ciudad ha cambiado y en ello ha influido, y de forma radical, el desarrollo de la Ley Antitabaco que entró en vigor en enero de 2011 y que sacó a los fumadores fuera de los bares. La consecuencia, fumadores y, de paso, sus acompañantes, utilizan más la calle que el interior de los bares, lo que ha hecho que hoy en día, "si quieres mantener un bar tienes que poner terraza, porque si no te pones la soga al cuello", comenta un hostelero del Segundo Ensanche. Sin embargo, esto no resulta gratis, y se ha convertido en una fuente de ingresos para el Ayuntamiento de Pamplona. Los precios que hay que abonar al Consistorio por la ocupación de la vía pública oscilan entre los 80 euros al año que puede pagar un local del Casco Viejo por dos barriles, y dispararse hasta los 18.000 euros, que abona un bar de la plaza del Castillo con una terraza de casa 300 m2.
Además de los precios, hay otro problema con el que se están encontrando algunos hosteleros a la hora de obtener el permiso para su terraza, sobre todo cuándo esta, por la dimensión de la calle, tiene que ocupar parte de la calzada. Según ha sabido este periódico, seis bares han solicitado al Consistorio ocupar parte de la carretera, encontrándose muchos peros por parte del Ayuntamiento, y ha habido incluso recursos de más de un local.
CON EL CIGARRO A LA CALLE El desarrollo de la Ley Antitabaco en 2011 hizo que proliferaran en la vía pública mesas, estufas, barriles, jardineras y todo tipo de mobiliario urbano para la comodidad del cliente que quería tomarse la consumición en la calle. El 25 de enero de este año se publicaba en el Boletín Oficial de Navarra la Ordenanza de Terrazas redactada por el Ayuntamiento de Pamplona para regular este tipo de instalaciones. Durante los seis meses siguientes desde su entrada en vigor, que concluyeron el pasado julio, los establecimientos que contaban con licencia han tenido que adaptar sus permisos, de cara a adecuarse a la norma. La mayoría de los locales cumplían previamente la nueva legislación, algunos se han tenido que adaptar, y otros se encuentran ahora en esta fase, aproximadamente 40. Durante la primavera se informó verbalmente a muchos establecimientos de que debían adaptaras a la normativa y no ha sido hasta este verano cuando se han comenzado a hacer requerimientos oficiales, por el momento 10 desde agosto. Dos técnicos de Seguridad Ciudadana y dos ayudantes se ocupan de que se cumpla la ordenanza, aunque no se ha comenzado a multar a los establecimientos y aún no se ha planteado comenzar con sanciones de manera generalizada. En principio, se hace el requerimiento y, a partir de ahí, se abre un expediente para desarrollar la adecuación de la terraza del establecimiento a la normativa.
Más flexibilidad para pagar Jorge Goicoechea, propietario de La Mandarra de la Ramos, en San Nicolás, señala que en su caso, la ordenanza ha afectado a los horarios, porque "hasta las 11.00 u 11.30 no podemos sacar los barriles a la calle, para que pasen los camiones de reparto". La Mandarra coloca dos cubas de vino a modo de mesas, en una fachada que puede medir "unos 6 metros lineales". Para Goicoechea las terrazas son algo más que unas instalaciones funcionales: "Dinamizan la calle y dan ambiente, por eso no entendemos que el Ayuntamiento no permita instalar mesas en nuestra calle para dar comidas a cenas, como ocurre en la mayoría de ciudades. En Francia, casi no puedes caminar entre las mesas, y aquí alegan que no podrían pasar las emergencias. ¿Quién puede pensar que si pasara una ambulancia, la gente no se levantaría de su mesa para dejarla pasar?", se lamenta y añade que "aquí no hay flexibilidad, somos como los adoquines". También sugiere que se peatonalice la zona alta de la cuesta del Labrit, delante de los bares, de cara a que su nuevo local que se abrirá en los próximos meses en esta ubicación pueda disponer de terraza.
Metros más arriba, en Carlos III, Desde el Caffe Di Roma, su propietario Jesús Lizarraga pide también más facilidades a la hora de abonar las tasas al Ayuntamiento, y que el pago, en vez de al semestre, se pueda realizar por meses: "En mi caso, por unos 80 metros cuadrados, tengo que pagar 5.000 euros al año, así que los 3.400 primeros cafés se los lleva el Ayuntamiento", ironiza. Este hostelero indica que, hoy en día, "hay más gente que consume en la terraza que en la barra del bar" por el tabaco, pero que la crisis hace que "a diferencia de otros años, no podamos contratar a camareros para la terraza, y nos tenemos que apañar como podemos para atender este servicio".
Félix González Zubiria es el propietario de la sidrería La Runa y el café bar Bigaroa, ambos situados en la Rochapea, y en los dos casos ha visto cómo la Ordenanza de Terrazas limitaba su intención de negocio. "En el Bigaroa quería ocupar una zona junto a la terraza actual, bajando las escaleras, pero me decían que es una zona por la que pasan peatones y que no había espacio suficiente, aunque es un paso muy ancho. Mi idea era realizar una inversión importante, hacer un cerramiento y pagar lo que esté estipulado, pero no me lo han permitido. Tampoco en el caso de La Runa he podido habilitar una terraza como quería, aunque me comentaron que quizá era posible con una reforma que tal vez se produciría en la Ordenanza", explica. En el caso del Bigaroa, en este momento tiene colocadas seis mesas en una zona de la Rochapea, el entorno de Errotazar, en la que los precios por ocupación por cada metro cuadrado rondan los 30 euros.
Algo más tienen que pagar en el entorno de Espoz y Mina, lindante con la plaza del Castillo, con diferencia el lugar más caro de la ciudad (67 euros por metro cuadrado pagan en esta plaza). El bar Gaucho optó por aumentar el número de toneles tras entrar en vigor la llamada Ley Antitabaco en enero de 2011. En este momento tiene 9 barriles por los que pagan algo más de 400 euros al año por esa ocupación de la vía pública (algo más de 42 euros por metro cuadrado). "Estamos satisfechos con cómo está funcionando el tema de las terrazas. En principio, hasta las 11.30 o 12.00 horas, cuando se realiza el 90% de carga en la zona, tenemos las cubas pegadas al establecimiento, y a partir de esa hora, las movemos y colocamos también alguna en la pared contraria. El mayor problema fue que el Ayuntamiento nos pidió que hasta el mediodía las tuviéramos dentro del establecimiento, algo que sería imposible, ya que ni siquiera caben", explica Jesús Mari Ansa, propietario del negocio.
INDISPENSABLES PARA EL NEGOCIO Según explica Ansa, las terrazas se han convertido en una parte fundamental del negocio y han servido para que la entrada en vigor de la Ley Antitabaco no resintieses en exceso el negocio en plena crisis. "Al principio teníamos dudas porque era un cambio notable y se notó bajón. Nosotros optamos por colocar cubas y nos han servido para que no hayamos tenido que llamar la atención ni una sola vez, ni siquiera una mínima discusión, y para mantener el negocio ya que la gente se ha adaptado. Estamos satisfechos porque el ambiente es mucho más agradable, hay menos olores y la limpieza es más sencilla. ¡Era increíble cómo se pegaba la nicotina en los cristales!".
En su caso, la entrada en vigor de la Ley Antitabaco supuso una notable inversión, ya que, además de lo que se paga por la terraza, algo que entienden razonable, se optó por comprar estufas. "Consumen muchísimo y el gasto eléctrico se dispara, pero hace que el ambiente en las terrazas en otoño e invierno sea más agradable. Los días de frío, desde la mañana, la gente fumadora puede salir a tomar el café en unas condiciones adecuadas".