No es exageración: en el fútbol moderno, a los grandes títulos de clubes y de selecciones se ha unido el del Balón de Oro, que ya no es el premio menor y oficioso de una revista francesa, la tontería de dar un premio individual en un deporte colectivo, sino un trofeo que todo gran club quiere ganar... y que sus principales rivales pierdan. Y, así, cada hincha y cada periodista forofo defiende a los suyos y ataca a los de los demás. Con la ironía suprema de que, en años como el actual, la prensa más españolaza, al ser toda del Real Madrid, no quiere que gane el español Lamine Yamal sino cualquier otro.
A ser posible, el francés Mbappé, pero como ven que quizás no cuele –salvo que brille en el Mundial de Clubes y lo gane–, que sea para el francés Dembelé. Que ni nos va nos viene –no nos causa respeto un premio que se olvidó de Xavi, el mejor director de juego del siglo XXI–, pero que es muy divertido de oír y leer. Y lo que nos queda.