Cuando se apagaron las luces, se proyectó un vídeo con fotografías de la vida de Rosario Flores, desde su mismo nacimiento, que fue portada de revista, hasta la infinidad de escenarios por los que ha paseado su arte, así como muchas instantáneas con otros miembros de su familia. Había prometido energía y entrega, y eso es exactamente lo que ofreció, además a raudales, desde que interpretó la primera tonada de la noche, la celebérrima Mi gato, que ya puso a buena parte del público en pie. Esta canción estaba incluida en su segundo disco, De ley, que fue el que la catapultó al éxito comercial que la ha acompañado desde entonces. Al tratarse de una gira conmemorativa, prácticamente todos los temas del repertorio fueron grandes éxitos; unos más conocidos que otros, obviamente, pero todos instalados en la memoria colectiva de al menos un par de generaciones.

CONCIERTO DE ROSARIO FLORES

Fecha: 08/12/2025

Lugar: Baluarte

Incidencias: En torno a tres cuartos de entrada. Rosario venía a presentar su disco Universo de ley, con el que celebra sus tres décadas largas en la música.

115 minutos de actuación.

Rosario venía con una banda nutrida y de lo más completa: dos guitarras, bajo, teclados, batería, percusiones y dos coristas. Posteriormente, también saldrían un par de bailaores que tocaron el cajón flamenco y taconearon. Todos ellos le ayudaron a balancearse a través de los diferentes estilos a los que se acerca en sus canciones. El flamenco es el denominador común, pero a veces lo lleva por lo latino (Ese beso), a veces por la rumba catalana (Al son del tambor, dedicada a su padre, Antonio González Batista, El Pescaílla, creador, junto a Peret, de la rumba catalana), a veces por el rock puro y duro (así sonó el final de Yo me niego, con los dos guitarristas y el bajista tomando protagonismo escénico y musical desde la primera línea del escenario).

Tras un interludio de cajón flamenco y taconeo, que Rosario terminó bailando también, despacharon una balada (Gloria a ti), y ofrecieron un pequeño set semi acústico (con piezas como Algo de mí o Rosa y miel), para regresar al formato de banda completa con Mucho por vivir. Así comenzó una segunda parte que fue trenzada con los mismos mimbres que la primera: exquisitez instrumental, evidente raíz flamenca, aunque sin miedo a acercarse a otros estilos como el funk rock de Estoy aquí. Aunque, si hay que destacar algo, eso es, evidentemente, a la propia Rosario, puro derroche de simpatía y carisma, verdadero tornado sobre el escenario.

No paró ni un momento y consiguió, con su entrega, que el público se metiera de lleno en la actuación. Buen ejemplo de la conexión que allí se estableció fue Muchas flores (la del estribillo de “marcha, marcha, queremos marcha, marcha…”), que puso a todo el Baluarte en pie. Con idéntica pasión se vivió el bis, compuesto por una única canción. Pero qué canción… Ni más ni menos que No dudaría, el clásico de su hermano, Antonio Flores, que le sirvió para clamar por un mundo mejor y terminar la fiesta por todo lo alto. Es lo que tienen las canciones generacionales. Me quedo con la imagen de la madre y la hija que tenía sentadas a mi derecha, que se levantaron para cantarla abrazadas.