Recientemente, los parroquianos del Mikael, un bar de los de toda la vida, recibieron una noticia que les cayó como un jarro de agua fría. El párroco de la parroquia San Miguel, propietaria del edificio completo, está estudiando la posibilidad de no mantener el contrato de arrendamiento con los gestores actuales del histórico bar-restaurante. Por el momento se han producido gestiones para instalar un supermercado, un local-almacén para la venta al por mayor o un restaurante de comida oriental.

“Me parece muy mal. Para empezar es un negocio familiar, que tiene a muchas personas, ya con una edad, trabajando. Además, el Mikael es el Mikael, un sitio de toda la vida donde nos reunimos todos los del II Ensanche a contarnos nuestras cosas y a hacer nuestra vida”, comentó Peio Etxarren, un habitual del emblemático local. Además, Peio no dudó en afirmar que “el Mikael no es solo un bar-restaurante, sino que forma parte de la idiosincrasia del barrio y de la gente de por aquí”.

No obstante, Peio no es el único parroquiano que se lamenta. “Es una barbaridad, tendría que ser diácono de la Iglesia para que me pareciera bien”, comentó un cliente habitual.

“Es una cuestión de dinero, porque no he visto en mi vida un supermercado pegado a una iglesia, pero sí que es habitual, sobretodo en Navarra, que haya bares y restaurantes cerca de las iglesias”, apuntó, indignado. Además, no pudo evitar cuestionarse algunas cosas. “¿Qué razón hay para cambiar un restaurante que funciona por otro, que encima es chino y aquí no tiene tirada? El dinero”, recalcó.

No obstante, los fieles y habituales del bar no son los únicos que se lamentan. Isabel y Mila Gómez, dos hermanas que pasaban por enfrente del Mikael, no resistieron la tentación de pararse delante para recordar viejos tiempos. “Da mucha pena, porque es de toda la vida y cuando éramos estudiantes era el típico. Tenemos muy buenos recuerdos aquí”, apuntó Isabel, mientras que Mila aseguró que “aunque pusiesen otro bar, seguiría siendo el Mikael”.

comerciantes Por su parte, los comerciantes del II Ensanche tampoco recibieron de buen grado las últimas noticias. “Yo prefiero el Mikael, porque soy cliente y porque son de toda la vida, gente a la que le queda muy poco para jubilarse”, explicó José Javier Platero, dueño de Alimentación Langarika. “Esperemos que acaben bien unos y otros, sobretodo después de tantos años”, apuntó Platero.

“Es un bar que lleva muchos años. Es una pena. Además conozco a los que lo regentan de toda la vida, y solo por el hecho de conocerles y tener un trato con ellos me daría pena”, destacó Alfredo Ripa, de Arreglos Ripa. Además, según explicó Alfredo, “el bar da un poco de vida a la plaza de la Cruz”.

A Loren Tiberio, de Calzados Tiberio, la noticia le cogió por sorpresa. “No me había enterado, pero me parece fatal, porque es un bar de toda la vida y yo lo frecuento. Nos quitan lo de siempre”, explicó. Loren, que es vecina de la zona y “hago toda mi vida aquí”, dijo que “el cine Mikael me da igual, me parece bien que se aproveche ese local. Pero el bar, que está abierto y va bien...”.

Lo mismo que a Loren le pasó a María Jesús Erro, empleada de Papelerías Rubio. “No sabía nada, pero me parece mal. Los conozco de toda la vida y da pena”, comentó María Jesús, quien añadió que “van a quitar la vida a la plaza de la Cruz, yo lo he conocido siempre así”.

Por su parte, la familia Otazu, que regenta el bar Mikael desde hace 45 años, aseguró estar “francamente preocupados”. “El bar lo alquiló mi padre a la parroquia en el 1969 o 1970”, explicó Ramón Otazu, que en aquel entonces tenía 11 años. “Mi padre murió con 53 años, así que mi hermano Aitor y yo, que en aquel entonces teníamos 17 y 18 años, nos tuvimos que poner a cargo del Mikael”, recordó Ramón.

Ahora, la familia Otazu se enfrenta a la situación de tener que dejar el negocio familiar, con el que llevan 45 años. “Aquí trabajan cinco personas, con edades entre los 55 y los 60 años. Con la situación actual, si esas personas se quedan en paro, es muy difícil que vuelvan a encontrar un trabajo”, lamentó Ramón.

A su vez, Aitor apuntó que “estamos abiertos a posibles cambios en el negocio, sólo queremos que nos incluyan en el proyecto”.