pamplona - Apenas duró una docena de años, de 1977 a 1989, pero algo debió de tener el Sporting 77 que ha dejado un recuerdo imborrable en todos aquellos chavales que vistieron la camiseta franjirroja y que ahora, cuarenta años después, preparan una gran fiesta para el 18 de marzo en el Colegio de Médicos.

Para situar el espíritu que contagió a todos aquellos pequeños aspirantes a futbolistas hay que remontarse a los años de la transición, recién desaparecido el dictador y en medio de un ambiente social y laboral muy convulso en el barrio y en toda Pamplona. Tasio Bravo, que en 1976 andaba por la veintena, creó un primer equipo, el Independiente, que sería el origen del Sporting 77. “Tenía unas camisetas que me había regalado el remontista Raúl y conocía a gente de las piscinas del Ruiz de Alda, así que junté a una decena de chavales del barrio de 10 y 11 años y empezamos a jugar a fútbol sala, que entonces se llamaba futbito”, recuerda Bravo. Jugaban en el campeonato que por entonces organizaba la Casa del Deporte, contra el Pamplona, Oberena, Chantrea, San Juan... los clubes de toda la vida. Tasio sonríe cuando se le pregunta por los logros deportivos: “Éramos muy malos. Eso sí, ganamos ese año el premio a la deportividad”. Fue el primer trofeo que ganó el equipo.

Pronto se incorporó Javier Muguiro: “Conocía a Tasio de vista, aunque yo era unos años más joven. Un día le vi entrenando en el patio del colegio José Vila, le pregunté si quería que le echase una mano y me dijo que sí”. Así que Muguiro volvió a entrenar a los chavales otro día y otro más, hasta que en la primavera de 1977 nació el Sporting.

Desde el comienzo, el equipo adoptó la camiseta blanca con franja roja del Rayo Vallecano. “Nos parecía que teníamos afinidades con los de Vallecas. Éramos un club de barrio, de una zona humilde, trabajadora. Todos éramos de la Milagrosa y de Santa María la Real y la mayoría alumnos del colegio José Vila”, rememora Muguiro. Los chavales del barrio tenían poco que hacer en su tiempo libre, más allá de juntarse en el patio del colegio, así que el equipo supuso un cierto revulsivo.

Ese mismo año se incorporó al Sporting 77 Carlos Aguerri, ya fallecido. “Fue nuestro mecenas”, señala Muguiro. Aguerri procedía del orfanato y había tenido una infancia complicada, pero le recuerdan como una persona “muy desprendida”. “Era un poco mayor que nosotros. Tenía entonces 23 años y trabajaba en la construcción como pintor, así que tenía algo de dinero. Cuando llegó al club le dijimos que no teníamos ni para balones y él tiró de sus ahorros y compró equipaciones para los tres equipos que ya al año siguiente pudimos formar, uno de 8 años, otro de 9-10 y un tercero de 11-12 años”, añade Muguiro.

Tuvieron otros apoyos que agradecen, como el de la asociación de vecinos del barrio o el de la cooperativa de viviendas Santa María la Real, que les cedió el local donde acondicionaron el club social, así que el Sporting 77 creció deprisa. Pronto pudieron formar también equipo de fútbol 11 y llegaron a quedar subcampeones de Copa. “Osasuna nos echó el ojo, vieron que movíamos chavales y nos hizo filiales”, recuerda Javier Muguiro. Bajo el paraguas osasunista, el Sporting se fue haciendo mayor. “Se llevaban jugadores nuestros y nos cedían otros. Nos daban vales de material y pasamos a entrenar y jugar en el campo del Seminario, hoy desaparecido; también jugamos en la Meca”, añade. Entre los mayores éxitos deportivos del modesto Sporting 77 destacan el campeonato de segunda juvenil y ascenso a primera de 1982 ganando la final por 4-1 al Rochapea, donde jugaba Goikoetxea.

escuela de valores Miguel Ángel Maiza e Iñaki García Chacón, dos de los principales impulsores de la fiesta de aniversario, llegaron al equipo a principios de los ochenta. Maiza, que se ha encargado de escribir el libro conmemorativo, titulado En algún lugar de mi corazón, llegó desde Arbizu. Tiene claro qué le dio el Sporting: “Una serie de valores como la perseverancia en el trabajo, una entrañable humanidad, el trato afectivo, el saber convivir entre nosotros y pulir nuestros defectos”. En la misma idea apunta García: “Se aceptaba a todo el que llegaba. Yo he pasado por tres equipos, pero de ninguno puedo hablar tan bien como del Sporting, y eso que estuve lesionado dos de los tres años que permanecí en el equipo”.

Javier Muguiro dejó el Sporting 77 por la mili en 1981. Más tarde se fueron Maiza y García, a Oberena e Iruña, respectivamente. Perdieron el contacto pero el club se mantuvo con otras personas y el mismo espíritu. No saben con certeza el año en que desapareció, probablemente en 1989, pero tienen claro que quieren recuperar la memoria de un equipo que les marcó a todos en tiempos en los que el fútbol y la vida eran completamente diferentes. Los campos no tenían nada que ver con los de ahora, hace cuarenta años ni siquiera tenían vestuarios. Tampoco el entorno social: “Los padres entonces nos apoyaban mucho; el deporte era menos competitivo, yo creo que más sano y más sacrificado”, recuerda Iñaki García. Al fin y al cabo, consideran que el fútbol es el reflejo de la sociedad y, como dice Miguel Ángel Maiza, “la sociedad actual está más aburguesada”.