pamplona - La peña La Jarana ha plasmado su historia en forma de un libro en el que han intervenido una gran cantidad de socios que han sido a la vez los protagonistas del mismo, no solo investigando y buscando entre los archivos físicos y los de su propia memoria, sino escribiendo sus recuerdos ellos mismos.

Donde también fueron protagonistas los miembros de La Jarana fue ayer en el Día del Socio de la Peña. Cuando una gran multitud de socios disfrutó de su día en la sede de esta peña pamplonesa con actividades como la tradicional Carrera del Encierro o la esperada entrega del Bombo de La Jarana al pelotari Juan Martínez de Irujo. Además, este año, el Día del Socio es especial por la reciente publicación del libro de la Peña: La Jarana, 75 años de azul y blanco. No obstante, los jaraneros no acertaron del todo con el título ya que, entre las numerosas investigaciones que hicieron para el libro, descubrieron que La Jarana se fundó durante la II República y no en los años 40 como se pensaba.

La comisión que ha coordinado el libro destacó que lo más valioso del ejemplar no era el resultado, sino la implicación de los socios, desde el primero al último: “La filosofía no fue que alguien escribiera las 160 páginas sino que cada cuadrilla, cada sección, de monte, de fútbol..., y cada junta según épocas, aportara su visión y lo escribiera con su estilo”, aseguraron. Fue un grupo socios voluntarios los que se comprometieron a realizar este proyecto, como las hermanas Irazabal, primeras mujeres en la Peña: “La Federación de Peñas de Pamplona hizo un libro sobre las peñas y nos dimos cuenta de que La Jarana era de las pocas que no tenía libro, aun siendo de las más antiguas”, explicó Txus Iribarren, uno de los autores y periodista del DIARIO DE NOTICIAS. Este también quiso destacar en el Día del Socio que “el libro es historia viva”. “Recoge todo el trabajo de los miembros durante el año en una peña abierta a la ciudad con la Carrera del Encierro y el premio del Bombo. Además, La Jarana colabora en cosas como el euskera o la korrika en Iruña”, aseguró Iribarren. Aunque en el libro se puede comprobar que la Peña ha colaborado con la ciudad durante toda su trayectoria aportando diferentes espacios de ocio y eventos como sus famosos bailes sociales, que con el tiempo se transformaron en el programa del Jito Alai.

Otra cosa que diferencia a La Jarana, según afirmó su presidente Adur Lafuente, es el gran patrimonio cultural que posee gracias a las secciones de montaña, txistus, dantzas o cursos de cocina con los que cuentan. “Nos sorprendió la negativa del Departamento de Cultura del Gobierno de Navarra a la subvención para el libro alegando su falta de interés cultural y la trayectoria de la entidad”, explicó el presidente. Y es que, tal y como explica su presidente, “realmente pocas peñas de Iruña pueden acreditar aportaciones a la cultura como La Jarana”, que en los años 70 puso en marcha una biblioteca de préstamos para sus socios con un millar de ejemplares de libros y que tiene a su espalda varias publicaciones de periódicos. “En cuanto a la trayectoria, 75 años lo consideramos bastante longevidad”, completó Lafuente.

La Jarana, con más de 75 años de historia, cuenta con un considerable relevo para llegar al centenario: “En la Peña son 450 txikis y socios somos unos 250, más una gran lista de espera”, comentó Adur Lafuente. Esto es así porque la Peña cuenta con familias jaraneras enteras entre sus filas, como es el propio caso del presidente, cuyo tío abuelo y padre fueron socios. Ayer fue el día de todos los que forman parte de esta gran familia, un día para disfrutar, desconectar y calentar motores para San Fermín. En estas fiestas, la Peña ha sido muy activa en todos estos años y para este quieren volver al pasado fomentando el modelo de fiesta por las mañanas.

Los autores, muchos socios conocidos de la historia de la Peña, del recién estrenado libro de La Jarana, son unánimes al afirmar que junto a la apertura a la ciudad, el otro gran eje que da continuidad a las diferentes épocas de la Peña es su capacidad para “sumar entre diferentes, la fortaleza de sentimiento de lo común por encima de diferencias sociales, económicas e ideológicas ya que pese a vivir momentos muy críticos, La Jarana no se ha fracturado como otras entidades y colectivos y afronta el siglo XXI con energías renovadas camino de su centenario”.