pamplona - Las campanas han establecido desde antaño el lenguaje de las ciudades y de los pueblos. Ayer, en la torre sur de la catedral de Pamplona, la Gabriela cumplía 500 años y los campaneros la hicieron sonar durante ocho minutos para celebrar el cumpleaños. Esta campana, fundida en el año 1519 y con un peso de 2697 kilogramos, es la mayor campana en todo el país que se voltea a mano. La particularidad de este toque manual, por lo que es patrimonio inmaterial y material, es que la campana se toca del revés, en vez de tirar del yugo hacia abajo, se coloca mirando al cielo pamplonés y se comienza a dar impulso desde el yugo hacia el centro de la torre.

Además, la Gabriela es una superviviente. “Las campanas se forman de bronce, de estaño y cobre concretamente, pero el porcentaje no es exacto así que para reparar una se necesita hacerlo con la cantidad justa de cada uno de los elementos para que sea efectivo. Para arreglar la Gabriela, en el año 2011 durante las reparaciones de la catedral, se la llevaron a Alemania y ahí consiguieron repararla, no tuvo que ser refundida y por ello sigue siendo ella en su integridad”, expuso ayer Joaquín Corcuera, de 57 años y campanero de la catedral. “Empezamos todo el grupo en 2011 cuando se renovó la fachada de la catedral y también se arreglaron las campanas, que hasta entonces solo se usaba la María, y las pusieron en marcha. Organizaron un cursillo para que hubiera gente que se dedicase a tocarlas. Yo vi el anuncio, me llamó la atención y me apunté”, añadió.

Los campaneros que celebraron los cinco siglos de la Gabriela, que obtiene su nombre por el arcángel Gabriel, son aficionados que tienen como objetivo que no se pierda la costumbre de hacer sonar las campanas. “El sonido engancha, es un sonido ancestral que es especial para quien las toca. Se han electrificado casi el cien por cien de las campanas y eso ha matado un poco el toque manual que supone que una persona las haga sonar. Antes en los pueblos la gente sabía distinguir quién tocaba la campana y por qué motivo debido a que cada uno tiene su estilo de hacerla sonar”, comentó Joaquín Corcuera. En el caso de las campanas de la catedral, hasta que se repararon en 2011, no tenían ninguna funcionalidad salvo la María y la campana del Relox, las cuales siguieron tocándose incluso después de que Petra Díez, la última campanera oficial de la catedral de Pamplona, dejara el oficio en 1978.

A día de hoy, las campanas de la catedral suenan a diario a través de un sistema de martillo y de volteo que hace que cada una de ellas suene en su preciso momento y puedan dar su mensaje, pero además de eso el toque manual también está presente. Los campaneros bandean las campanas en los días solemnes y las festividades en que se hacen sonar manualmente se recogen en un calendario llamado Gallofa. “La mayoría de las campanas están electrificadas, pero aquí las hacemos sonar a mano. Todas disponen de un martillo que las hace sonar a diario, pero cuando en los días solemnes nosotros subimos, este sistema no interrumpe para nada el volteo. Todas las campanas tienen su función y se utilizan todos los días por diferentes motivos”, explicó Corcuera.

Cuando estos campaneros comenzaron su labor en las torres de la catedral, según contó Corcuera, empezaron a estudiar a todas las campanas y se percataron de que la más antigua era la Gabriela y que justamente este año cumplía 500 años. La confusión casi provocó que no se celebrara el cumpleaños ayer, pues cuando repararon la campana un error hizo que en vez de registrar que había sido creada el 28 de julio de 1519, pusiera que lo había hecho el 18 de julio de 1519. Pero gracias a las fotografías sacadas a la campana anteriormente se comprobó que en el grabado de la misma ponía efectivamente, día 28.