Nunca han fallado a la cita. Ni durante los dos años de pandemia. En 2021, los Reyes Magos, tras un largo periplo por culpa de Ómicron, aterrizaron en helicóptero en El Sadar y, desde la distancia, saludaron a los niños en el Navarra Arena. En 2022, sus Majestades de Oriente protagonizaron un sucedáneo de cabalgata: 60% de participantes, mascarillas y distancia de seguridad.

Ayer, regresaron de verdad, con todos sus sacramentos: una Jubilosa llegada por el puente de la Magdalena y el Portal de Francia a lomos de las dromedarias reales, un discurso en una Plaza Consistorial abarrotada y una cabalgata multitudinaria. Locura por los Reyes Magos de Oriente. 

A las 15.30 horas, las inmediaciones del Club Natación y el Puente de la Magdalena estaban ya a rebosar. Aún quedaba media hora para el inicio de la cabalgata y centenares de niños y niñas aguardaban apoyados en las tablas de madera de la Granja de Goñi o a aúpas de sus padres para tener la mejor vista de los Reyes Magos. No había ni un metro libre de vallado. Tampoco en el resto del recorrido. Y aún seguían viniendo ríos de gente por la pasarela del Arga. 

A las 16.00 horas, como marca la tradición, el séquito real puso rumbo al Puente de la Magdalena: la cabecera del cortejo con banderas, caballistas, los carteros reales, la ronda de juglares, emisarios, pajes, el heraldo... Después de ellos, los abanderados italianos Maestà de la Battaglia –el año pasado no vinieron a Pamplona por culpa de la pandemia–, que ejercieron de teloneros de los Reyes Magos. Los txikis, y no tan pequeños, vibraron con los acrobáticos lanzamientos de banderas y el sonido de los tambores que anunciaban la llegada de Sus Majestades. 

Locura con la llegada de los Reyes Magos a Pamplona

Locura con la llegada de los Reyes Magos a Pamplona MIKEL SOLA

Portal de francia

Y, por fin, los Reyes Magos, que recorrieron las murallas montados a lomos de sus dromedarias reales Romeo, Baffi y Pesao. A cada metro que daban, los niños enloquecían y se desgañitaban con sus Majestades de Oriente: “Que vienen, que vienen”, “Melchooooor, Gaspaaaar, Baltasaaaaar”, “Mamá, saca el móvil y hazles foto”, “Alaaaaa, mira qué dromedarios tan bonitos”, comentaban los txikis con muchas chiribitas en los ojos.

El Cortejo Real se topó con el Portal de Francia cerrado. El foso, El foso, de varios metros de profundidad, impedía a sus Majestades de Oriente entrar en la ciudad y el emisario se puso nervioso. “Heraldo, las puertas de Pamplona, cabeza del viejo reino de Navarra, están cerradas.Haced que las abras”, ordenó. 

El heraldo empezó a gritar y el guardián de las murallas le contestó desde lo alto del Portal de Francia: “Ya es muy tarde. Quien quiera que seáis, sabed que las puertas de Pamplona están cerradas. El puente no se baja hasta mañana, con la luz del nuevo día”, avisó tajante. 

La tensión se palpaba en el ambiente y el emisario real intentó convencer al guardián de las murallas. “Es menester, señor guardián, que nos permitáis la entrada. Mis señores no son unos viajeros cualquiera, son dignos de que entren a Pamplona porque tienen una misión muy importante que realizar en esta ciudad y ha de ser precisamente esta misma noche. No puede, de ninguna de las maneras, aguardar a mañana”, insistió el emisario. 

El guardián, intrigado por la identidad de esas personas, preguntó quién eran “esos altos personajes”. “Son los Reyes Magos de Oriente. El motivo de la venida es traer a la ciudad de Pamplona la ilusión, felicidad y paz a los niños de Pamplona, que han escritos a mis señores miles y miles de cartas pidiendo regalos”, explicó el emisario. “Tended el puente”, ordenó el guardián. Melchor, Gaspar y Baltasar se adentraron en el Casco Viejo y las campanas de las iglesias empezaron a sonar. 

Lluvia de confetti

En el Casco Viejo, se desató la locura. Desde los balcones, a rebosar, no paraba de llover confetti. A pie de calle, los niños se desgañitaban con sus ídolos. Gritos, saludos, abrazos, nervios e ilusión, mucha ilusión. 

Entre un estrecho pasillo, sus Majestades llegaron a la Plaza Consistorial, donde les esperaba el alcalde de Pamplona, Enrique Maya. “Estábamos deseando veros por aquí. Sé que ha sido un viaje muy largo, muy duro y que están cansados. Pero para nosotros ha sido un placer recibirles en el Portal de Francia tan hermoso y que puedan disfrutar de nuestra querida ciudad. Deseamos que su estancia sea muy agradable. También les quiero pedir alguna cosa: que se acuerden de todos los niños y niñas de Pamplona porque han sido muy buenos. Lo sé. Algún chaval igual ha sido un poco más traviesillo, pero no es nada y también se merecen su regalo. Y les pido, especialmente, que se acuerden de esas familias que lo están pasando peor por distintas circunstancias”, aseguró Maya. 

Melchor confirmó al alcalde que todos los txikis tendrían su regalo: “Tenemos mucho trabajo durante toda la noche porque en esta ciudad los niños se han portado muy bien”. Y a pesar del largo viaje, Gaspar adelantó que tenían las energías suficientes para llegar a todas las casas: “La magia de Oriente evita que a cualquier niño le falten sus regalos. Además, de toda la vida, las viandas que nos dejan en las casas navarras nos hacen coger fuerza para seguir repartiendo los regalos. Baltasar pidió a los niños que siempre obedecieran a sus padres.