La apertura de la icónica tienda de recuerdos Souvenirs Estafeta se remonta al año 1956. Guillem Beaumont, pareja de Eugenia, tuvo la opción de abrir un local para vender productos propios y se lanzó. Cuando falleció hace 37 años, Eugenia tomó las riendas del local. Hace 26 años se casó con Ernesto, y desde entonces le acompaña en la tienda. El próximo 30 de junio, tras toda una vida al servicio de sus clientes, pondrán punto final con la jubilación y sus souvenirs pasarán a la historia. El último suspiro de los guardianes de los recuerdos.

No tenemos relevo generacional. Es un trabajo que implica meter muchas horas y no es precisamente lo que busca hoy en día la gente joven”, asegura Eugenia. Sus tres hijos han pasado por la tienda, ayudando a su madre sobre todo en la temporada de verano. Pero cada uno ha hecho su camino, formándose y construyendo una familia. Aunque ellos no vayan a seguir con el negocio, un comercio con tanto reclamo no pasa por alto a los ojos de la sociedad.

Dos personas han mostrado interés por la tienda, pero Ernesto y Eugenia no buscan alquilar el local, sino venderlo. “Queremos que alguien lo compre y ponerle el punto final a este ciclo, porque todo lo que tiene un comienzo tiene que tener un final. De esta manera, finalizaríamos la etapa, y no nos quedaríamos pendientes de si nos gusta cómo continúan nuestra tienda si la alquilamos”, explican. 

"La sonrisa y la amabilidad con la que tratamos a todos y a cada uno de nuestros clientes es lo que nos diferencia del resto de las tiendas de souvenirs que pueda haber en Pamplona"

Ernesto Lareki - Souvenirs Estafeta

Analizando los 53 años de trabajo de Eugenia y los 26 de Ernesto, destacan el trato que les han dado a todos los clientes que han pasado por el nº 47 de la calle Estafeta. “Tanto nosotros como todos los trabajadores que hemos tenido hemos sido muy amables en todo momento con nuestros clientes. Desde el primer minuto hemos potenciado que las dependientas les diesen a los clientes el trato que a ellas les gustaría recibir. Por eso, la sonrisa y la amabilidad con la que tratamos a todos y a cada uno de nuestros clientes es lo que nos diferencia del resto de las tiendas de souvenirs que pueda haber en Pamplona”, aseguran los propietarios de la tienda. 

Garantizan que en ellos es algo “natural”, tanto que Ernesto recibe el apodo de “calvo sonriente” en la calle. Gracias al cariño y la cercanía que transmiten, consiguen que sea recíproco. Es por ello que sus clientes al regresar a Pamplona no dudan en acudir al negocio y premiarlos con una variedad de productos (vino, tequila, música...). A Ernesto le gusta ser agradecido con ellos, y no quiere que salgan de la tienda con las manos vacías cuando tienen un detalle tan bonito con él. En esas ocasiones, acude en busca del pacharán casero que hace, y les regala una botella. 

“A pesar de que nos hayan insistido en seguir con la tienda y nos dé mucha pena, llevamos muchos años encima”

Eugenia Etxeberria - Souvenirs Estafeta

Ambos coinciden en que lo que más les duele al dejar el comercio es la amistad que han creado con la gente. Llevan varios meses despidiéndose de los clientes que les vuelven a visitar, pero los que acudan a partir de finales de mes se llevarán una sorpresa. “A pesar de que nos hayan insistido en seguir con la tienda y nos dé mucha pena, llevamos muchos años encima”, añade Eugenia.

Tienen muchas historias que guardan con cariño para toda la vida, pero Ernesto no puede olvidar una que le marcó y recuerda emocionado: “Era un domingo del año 2008, vino una señora norteamericana y me preguntó a ver si yo era Ernesto. Al decir que sí, directamente me abrazó y empezó a llorar. A continuación añadió: ‘tú no me conoces a mí, pero conoces a mi difunto marido’. Me enseñó una foto de su marido y lo reconocí al instante, un cliente muy fiel que venía cada año. Ella añadió: ‘se murió hace 6 meses y me pidió que viniese en Sanfermines a despedirme de ti y a que te diese un fuerte abrazo’”.

Productos estrella

Este comercio se ha dedicado de inicio a fin a los souvenirs en general, adaptándose a los cambios y las modas de la sociedad. Además de este tipo de recuerdos, ofrecen también productos autóctonos, que muchas veces son artesanos. “Tenemos mucha cultura, y nos parece muy importante fomentarla”, explica la pareja.

Entre los productos más vendidos durante años están los pañuelos y las fajas de San Fermín, la camiseta con el cartel, los gigantes de Platero, los tambores para niños y un producto único: las botas de vino, que están curadas en la propia tienda antes de sacarlas a la venta. “Cada vez trabajamos más con la gente de Pamplona, se han quitado el miedo de pensar que estas tiendas son solo para turistas”, aclara Eugenia.

Quieren dar las gracias a todos los clientes por “su confianza y cariño”. “Son a los que realmente vamos a echar de menos”, consolidan.