Si el parking se hacía, me iba a la porra. No sé cuánto tiempo hubiera durado con la persiana levantada. Durante los últimos seis años, he invertido todo mi dinero en esta tienda y ahora no tengo capacidad económica para alquilar otro local y realizar una inversión nueva. Me hubiera ido a la mierda y la familia depende del negocio”, se desahoga Yolanda Olmedo, dueña de Labores a Mano, una mercería especializada en ropa de bebé que imparte clases de punto, ganchillo y bordado.

Yolanda estuvo a punto de cambiarse de local, pero optó por la cautela porque veía que los trabajos avanzaban muy despacio. “Cuando ellos empiezan una obra, van a saco y en un día te levantan media calle. Esto iba mucho más despacio. Quitaban una valla, la volvían a poner, taladraban un poco… Menos mal que tuve paciencia”, recuerda.

Yolanda se temió lo peor cuando UPN comenzó a meter el taladro en la calle Sangüesa: “Dos mujeres se estaban inscribiendo en los cursos cuando los opetaladradora empezó a sonar y el suelo comenzó a vibrar. Las señoras dijeron que con este ruido no se iban a apuntar. Las obras me hubieran quitado muchos alumnos".

"¿Qué hago, instalo un altavoz mientras un taladro suena por detrás? ¿Cierro todo el día y a las seis de la tarde, cuando ya no hay obras, empiezo a dar clases?”, pregunta Yolanda con ironía. 

La dueña de la mercería recibió “con mucha alegría” la suspensión de las obras del parking, aunque lamenta que el Ayuntamiento haya tardado tanto en retirar las vallas y en abrir al tráfico la calle Sangüesa. “El nivel de ventas ha descendido lo que no está escrito por la puñetera valla que he estado clamando que la quiten”, lamenta.

Tere del Río, de Turo Sol Saludable, también se queja de que el Ayuntamiento haya mantenido la acera vallada después de suspender el proyecto del parking. “Nos ha quitado mucha visibilidad y el flujo de los clientes ha sido menor”, critica.

Tras la paralización de las obras, Tere se siente más aliviada porque no tenía plan b: “Es muy difícil trasladar mi negocio. Las máquinas –de bronceado– pesan un montón de kilos y ahora, tal como está la calle, no podría sacar ni una máquina. Iba a aguantar con el negocio abierto hasta que pudiese”, asegura.

Dos traslados

Todo Cartucho y la Inmobiliaria de Pou decidieron trasladarse a otro local antes de que Cristina Ibarrola anunciara “la suspensión temporal” del parking de la calle Sangüesa.

La tienda de material de impresión, en el número 18, se ha cambiado al número 10. A esa altura de la calle Sangüesa no iban a abrir la zanja de 15 metros de profundidad. La inmobiliaria abandonó la calle Sangüesa y ahora se ubica en Doctor Joaquín Gortari, San Jorge.