Jone Sola y Ramón Martínez se fueron a vivir a Ermitagaña a principios de los 80, cuando solo estaba construida la calle Bartolomé de Carranza. Ambos vecinos no lo dudaron ni un minuto: había que llenar de vida un barrio en auge y qué mejor que las primeras fiestas populares. 39 años después, la Jai Batzorde ha querido homenajear a Jone y Ramón, que este viernes lanzaron el chupinazo de Ermitagaña-Mendebaldea.

“Siempre se agradece una palmadica en la espalda para los que llevamos 40 años implicándonos por el barrio. Seguimos ahí para cualquier problema. Peleamos como hormigas, poco a poco”, aseguró Ramón, presidente de la Asociación de Vecinos de Ermitagaña. “Entiendo que se acuerden de los viejillos, pero en esa época había muchas ganas de organizar algo propio y fluyó solo”, afirmó Jone.

En la década de los 80, muchos jóvenes se fueron a vivir a Ermitagaña, un barrio en construcción que carecía de servicios e infraestructuras. “Nos empezamos a unir para reivindicar soluciones. Hicimos un grupo bastante bueno y decidimos organizar las primeras fiestas. Nos juntamos para lo bueno y para lo malo”, explica Ramón, que vive en Ermitagaña desde 1983.

“Un día, Lola, una vecina, vino a mi casa y me preguntó si quería organizar actividades y las fiestas del barrio. A mí lo popular siempre me ha encantado, así que me uní sin dudarlo. Ramón, Carlos Vilches, Elena González, Jesús Baztan, Benito, Lola y Begoña formamos un grupo de gente jatorra con ganas de que Ermitagaña tuviera vida”, recuerda Jone, que vive en la calle Bartolomé de Carranza desde 1982.

La organización de las primeras fiestas fue totalmente autogestionada: Carlos Vilches escribió el programa, Jone pintó el cartel anunciador –“una simple hoja con unos dibujicos”– y se las ingeniaron para conseguir subvenciones y permisos del Ayuntamiento de Pamplona. “Queríamos que todo fuera legal”, señaló Jone. 

Además, para que las fiestas salieran adelante, fue fundamental la aportación solidaria de los vecinos. “Nos recorrimos todos los portales. Íbamos con una bolsica en la mano y los dineros los logramos puerta por puerta. Con nuestras ganas y sonrisas conseguimos fondos para organizar unas fiestas majas”, recuerda Jone.

“Hicimos una colecta y todo el mundo quería aportar para darle más vida a Ermitagaña. Era un barrio joven que se implicó mucho. Todo fue sobre ruedas”, insiste Ramón. 

El chupinazo se lanzó en el mercado de Ermitagaña y las primeras fiestas contaron con txoznas, un escenario, pequeños conciertos, la actuación de Duguna –los dantzaris municipales del Ayuntamiento de Pamplona– y juegos en la calle para los txikis: buscar monedas en unos areneros de harina, coger manzanas con la boca y las manos atrás en un barreño lleno de agua, circuitos con aros para bicicletas... “Se lo pasaron bomba. La chavalería rebosaba de alegría. Fue increíble”, relata Jone.

Aquella generación de txikis, ahora ya padres, disfrutaron tanto de las primeras fiestas que, cuatro décadas después, “siguen súper agradecidos. Tienen muy buenos recuerdos y nos lo siguen diciendo”, subraya. 

Ramón, Jone y el resto de sus compañeros estuvieron una década al frente de la organización, hasta 1994. “Algunos integrantes del grupo dejaron de vivir en Ermitagaña y nos distanciamos un poco”, explica Jone.

Con su salida, las fiestas entraron en crisis y no se celebraron del 2000 a 2017, cuando un grupo de jóvenes tomó la iniciativa. “Parece mentira que después de 17 años de parón se hayan recuperado las fiestas. Me encanta que aún exista gente que crea que se puedan organizar fiestas populares. “Me parece genial que los jóvenes se impliquen. Las fiestas están funcionando muy bien”, halaga Ramón. 

Homenaje

Ramón dedicó el chupinazo a Mari Carmen García Sancha, vecina de Ermitagaña que falleció hace un año a causa de una enfermedad. “Ha estado muchos años en la asociación de vecinos. Ha sido una mujer que siempre ha peleado por el barrio, sobre todo con el centro de salud. Siempre estaba encima. Era una persona muy luchadora y este chupinazo también es suyo”, homenajeó Ramón.