A los 14 años, Ion Fernández descubrió su razón de ser: el muay thai. “Amor a primera vista”, reconoce. Ion escaló paso a paso en el mundo de las artes marciales, fue campeón de España sub-18 y se propuso un reto que estaba a la altura de unos pocos: ser un luchador profesional y combatir en Tailandia, la cuna de este deporte. “Es un país que vive por y para la pelea. El muay thai lo es todo”, explica.

Los sueños hay que perseguirlos. Mucho. En 2022, Ion se rompió el lábrum –el tejido que protege el hombro– y los médicos se lo dejaron bien claro: “Olvídate de pelear”. No lo aceptó. “Lo intentaré hasta que la vida me diga lo contrario”, pensó en ese momento.

El guerrero navarro se recuperó, desde 2023 hace carrera en Tailandia y representará a España en el Campeonato Mundial de muay thai que se celebra desde el sábado en Grecia. “No importa lo que pase porque sé qué es haberlo perdido todo. Voy a muerte a intentar traer una medalla a casa”, adelanta. 

Hace una década, Ion era un adolescente “bastante perdido” con pocas “motivaciones”. Su hermano mayor, Mikel Fernández, practicaba boxeo, le recomendó el muay thai y le enseñó el gimnasio de la Rochapea donde entrenaba. “Me puse los guantes y me pegaron una paliza de la leche”, recuerda.

Ion Fernández y su hermano Mikel se apoyan en las cuerdas del ring. Unai Beroiz

La somanta de palos surtió efecto de inmediato porque Ion, en cuanto se bajo del ring, tenía un propósito por el que luchar. “El muay thai me hizo sentir vivo y supe a qué quería dedicarme. Podía valer”, relata. 

Se puso manos a la obra, su hermano y Javier Labiano –su primer entrenador– le forjaron en una cochera durante dos años y con 16 debutó en su primer interclubs: piques entre gimnasios de Pamplona. “Fue la hostia, gané a los puntos y si me dan un asalto más lo tiro”, asegura.

Ion creció a gran velocidad, al año siguiente ganó el Campeonato de España sub-18 y se puso un reto difícil: dar el salto a profesional y, a futuro, pelar en Tailandia. “El muay thai es el deporte nacional, los mejores luchadores viven allá y los combates se publicitan con lonas gigantes que cuelgan de rascacielos”, apunta. 

Antes de dar el gran salto, compaginó los exigentes entrenamientos con el trabajo en una fábrica, luchó en decenas de combates amateur y el 2 de agosto de 2020, su cumpleaños, debutó en profesional.

En 2022, estaba listo para partir, pero se lesionó: “Tiré un golpe muy fuerte con la mano izquierda y el brazo salió volando”, describe. Ion consiguió encajarse el hombro al tercer intento, terminó el combate y le operaron en Pamplona.

Ion Fernández durante la sesión de fotos realizada en el gimnasio Kanku de Burlada Unai Beroiz

“Me desperté en el quirófano y el cirujano me dijo que me olvidara de pelear porque tenía una lesión irreparable en el hombro izquierdo”, comenta. Las palabras se clavaron como puñales. Su incipiente carrera se iba al traste. “Me hundí. ¿Este va a ser mi final? ¿Nunca más volvería a hacer lo que me gusta?”, se preguntaba. 

Ion salió del hospital llorando, pero no le tumbaron. Sacó el gen Fernández y a los días estaba en rehabilitación. “No nos rendimos nunca. Somos muy malos rivales. Si el día de mañana no puedo pegar con los brazos lo haré con las piernas. Y si no me arrastraré por el suelo”, se mentalizaba.

Ion entrenó “mañana y tarde” todos los días, se exigió más de lo que le pedía el rehabilitador y recuperó la movilidad en el brazo izquierdo. “Era mi única motivación. Así que tiré, tiré y tiré”, señala.

A los seis meses acudió a su tercera revisión, el médico le dio el alta –seguía con dolores tendinosos– y le preguntó por sus planes de futuro. “Irme a Tailandia a pelear con los mejores. Quiero alcanzar mi sueño y cumplir con la palabra que me dí”, le contestó Ion. “A triunfar, ya volverás por aquí”, prosiguió el doctor. 

En Tailandia

Dicho y hecho. En febrero de 2023 puso rumbo al país asiático, desde entonces vive en Bangkok con su hermano Mikel y aprende de “una leyenda” del muay thai, Arjarn Neng, que le machaca de lunes a sábado.

Los entrenamientos del “maestro” duran seis horas e incluyen: correr entre ocho y 10 kilómetros, sparring –asaltos de boxeo en los que Ion no se separa del oponente –, manoplas –pegar a las almohadillas durante 20 minutos–, timing –dar patadas con las rodillas–, 40 minutos de cuerpo a cuerpo, pesas, dominadas, flexiones...

“En el muay thai nunca es suficiente. Siempre es sacrificio y guerra”, ahonda. El domingo se pone las botas –arroz, carne y sushi–, se relaja en la sauna y se recupera con baños de agua fría y caliente. 

Además de la exigente preparación física, Ion lleva una vida social muy estricta –pocas cervezas, cenas y fiestas–, siempre está enfocado en la siguiente pelea y estudia a fondo los puntos débiles y fuertes de sus contrincantes e intuye sus posibles estrategias.

“Debo ser un deportista profesional las 24 horas del día porque cuando salgo ahí arriba me juego la vida. No es un juego, es peligroso”, reflexiona. Antes de cada combate, Ion da un beso a su madre, su padre y sus tres hermanos. 

Tanto esfuerzo está dando resultados. En junio de 2023, Ion luchó por primera vez en el Rajadamnern, el “templo” del muay thai: “Ha sido muy heavy pasar de pelear en polideportivos a hacerlo en el estadio de los campeones. Fue brutal escuchar al público corear mis golpes”, rememora.

Ion sigue imparable, hace tres semanas debutó en la Rajadamnern World Series –unas de las competiciones más importantes– y ganó por KO. “Cuando me levantaron la mano, reviví lo sufrido y me di cuenta de que el esfuerzo había merecido la pena”, confiesa.

Para rematar, Ion y su hermano lucharán en el Campeonato Mundial de Grecia y el COI acaba de anunciar que el muay thai será deporte de exhibición en los Juegos Olímpicos de París. Tienen boletos.