Fue Carlos Elizalde, doctor del valle de Egüés en la década de los cuarenta de siglo pasado, quien adquirió en Huarte un pequeño terreno rodeado de viñedos con la idea de convertirlo en restaurante. Según cuenta su nieto Antxon Elizalde, lo hizo pensando en el futuro de su extensa familia y con el valor seguro que suponían las reconocidas dotes culinarias de su mujer, Segunda. “La familia vivía en Egüés y el abuelo quería buscar un sitio más cercano a Pamplona para que sus hijos pudieran estudiar. Se enamoró de ese terreno, que estaba al lado del río, por donde solía pasar a menudo, y ahí construyó la casa, que también era Parador”.

Aquel proyecto fue cogiendo forma y con el paso de los años el Parador acabó convertido en un hotel restaurante especializado en celebraciones, por donde han pasado miles de personas, sobre de todo de Pamplona y de la Comarca, para compartir momentos inolvidables en bodas, bautizos, comuniones, eventos de empresas o reuniones de amigos o familias.

"Tenemos que ser los perfectos anfitriones en cualquier situación porque cuando alguien llama a nuestra puerta viene a buscar una celebración inolvidable"

Antxon Elizalde - Gerente

El Hotel Don Carlos está ahora de celebración. Cumple mañana sábado 75 años de existencia, motivo por el cual se han reunido hoy viernes algunos familiares para celebrar la efeméride, entre ellos Nieves y Antonio, dos de los hijos del doctor que continuaron con la empresa familiar junto a los fallecidos Lucita y Carlos.

“El secreto siempre es el mismo: ofrecer el mejor servicio a la persona que viene a tomarse un café por la mañana, al que viene a celebrar la comunión de su hija o de su hijo o a los que vienen a celebrar su boda. Tenemos que ser los perfectos anfitriones en cualquier situación porque cuando alguien llama a nuestra puerta viene a buscar una celebración inolvidable. No podemos fallarles” señaló Antxon, que dirige el hotel desde hace 30 años junto a sus hermanos Íñigo y Carlos, quienes forman la tercera generación al frente del negocio.

En su caso, la vida familiar y profesional siempre ha estado vinculado estrechamente al hotel, donde vivió con sus padres y hermanos y donde ahora trabajan. “Somos una familia de hosteleros y sabemos lo que supone, 7 días de trabajo a la semana y una dedicación permanente”.

El Don Carlos, como es conocido coloquialmente, se ha convertido por méritos propios en una referencia en celebraciones. La semana pasada, por ejemplo, atendieron a 600 personas el sábado y a otras 600 el domingo, gracias a una infraestructura engrasada con el paso de los años que les permite dar un servicio simultáneo y de calidad.

Zona ajardinada y salones espaciosos

El incomparable entorno que dispone el restaurante, como más de 5.000 metros cuadrados de zona ajardinada y salas espaciosas, le convierten en un destino ideal para celebraciones de todo tipo. “Disponemos de 5 amplios y luminosos salones ideales para la realización de cualquier tipo de eventos, sean con muchos asistentes o celebraciones más íntimas”.

La evolución constante que precisa la hostelería ha obligado a introducir cambios, que se hicieron más necesarios con la pandemia. Reconoce que fueron años difíciles, cuando las restricciones amenazaron la continuidad del negocio familiar, pero la empresa fue capaz de mantenerse a flote.

En esta última etapa el Hotel Don Carlos ha encontrado una vía de ingresos con los viajes de negocios, la realización de reuniones, convenciones, cursos de formación, presentaciones y todo lo que necesite para el trabajo en equipo.

“Los ofrecemos una oferta completa, porque seguimos manteniendo la disponibilidad de habitaciones, aunque como hotel ya no funciona. No resultaba rentable mantenerlo operativo durante todo el año” explicó Antxon.

El Hotel Don Carlos dispone de 30 habitaciones totalmente equipadas con aire acondicionado, calefacción, baño completo, hilo musical, TV digital, teléfono y conexión Wifi.