Abrieron el pasado 10 de septiembre y en poco más de un mes han tenido que doblar turnos, llenan con facilidad y dicen que para comer o cenar, mejor reservar con 3-4 días de antelación. Antojitos el grillo de Raúl, comida mexicana tradicional y casera, picante o no a gusto del consumidor, ha aterrizado con fuerza en el 27 de la calle Juan María Guelbenzu de la Milagrosa. El local cambia de manos pero mantiene los nachos, quesadillas y tacos porque ya fue mexicano entre enero y julio de este mismo año. 

Raúl Morales Gómez, conocido en Pamplona por sus 13 años en el también mexicano Águila o Sol que estuvo situado en el pasaje de la Luna, está al frente del negocio junto con su esposa Tere Rodríguez Pérez. “No pensé que iba a estar tan lleno a diario. Ha venido mucha gente que me conoce del Águila o Sol y de la Cuchara de Martín, han comido hasta parados en la barra, y el otro día la gente estuvo esperando fila fuera”, cuenta Raúl. “Una se queda con la pena de no poder atender a todos”, añade Tere. 

Ambos gobiernan la cocina y se adaptan al aluvión instantáneo de clientes. “Nos encanta cocinar, pero nos estamos adaptando a la cocina, no es grande y tenemos que organizarlo bien”, explica Tere, que asegura que “nos decían que se nos iba a quedar pequeño el sitio. Pero... ¿para qué queremos abarcar más?”. 

“Nos decían que se nos iba a quedar pequeño el sitio. Pero... ¿para qué queremos abarcar más?”

Tere Rodríguez - Antojitos el grillo de Raúl

“Para ser nuestro primer negocio, está muy bien. Nos gusta y estamos muy contentos. La primera semana estuvimos como locos; ‘hazte pallá’, ‘hazte para acá’, ‘hazlo así’... pero nos estamos guiando muy bien. Como pareja nos estamos entendiendo muy bien”, argumenta Raúl.

La pareja, en el interior del local frente a un mural con motivos mexicanos. Iñaki Porto

Ellos se entienden, los clientes “se van contentos y nosotros nos quedamos más contentos todavía. Cuando están comiendo vemos cómo lo están disfrutando”, asegura Tere.

Platos y especialidades

A la pareja le cuesta concretar si se les pregunta por la especialidad. “De primero los nachos son muy buenos. Después los tacos al pastor, de cochinita, de birria, los alambres, las flautas de pollo... Las enchiladas también están muy buenas, verdes, rojas, de mole o la fusión. Tenemos frijoles charros que también salen mucho, y un consomé de pollo muy bueno”, enumeran. 

Para acompañar cada platillo en las mesas colocan recipientes con cebolla y cilantro; lima; salsa roja, salsa verde y “cebollita morada con chile habanero, que está buenísima. Todo es fresco y todas las salsas las hacemos nosotros. Lo preparamos día a día, que estamos aquí desde la mañana”, defienden.

Algunos de sus platos requieren un buen puñado de horas de elaboración. “Por ejemplo las típicas carnitas michoacanas. Hacemos un platillo de fin de semana que es la birria, algún día habrá pozole, que es una sopa de cerdo con maíz que hacemos en México en fechas especiales. También nos falta hacer tamales mexicanos, y la tinga de pollo. Vamos a ir sacando platillos poco a poco”, defiende Raúl.

“Que la gente vaya probando todo lo que tenemos en México, que es muchísimo”, relata la cocinera. “Tenemos un sazón diferente al de otros mexicanos de aquí, todo lo hacemos con cariño para que tenga buen sabor y los clientes coman súper bien”, cuenta el chef. 

“Tenemos un sazón diferente al de otros mexicanos de aquí, todo lo hacemos con cariño para que tenga buen sabor y los clientes coman súper bien”

Raúl Morales - Antojitos el grillo de Raúl

Iruña, punto de encuentro

Tere y Raúl se conocieron en Guanajuato, ciudad de él –ella es de Veracruz– y son pareja desde hace 22 años. Raúl comenzó a cocinar con 14 en el restaurante español de Ciudad de México Fonda Los Arcos. Ella, por su parte, ha aprendido guisando en casa. Ya casados, el cocinero se marchó a trabajar a Estados Unidos y regresaba a casa cada seis meses.

Más adelante, a través de su primo, le llegó la oferta de Pamplona. Aceptó y pasaron dos años hasta que pudo traer a su esposa y sus hijos mayores, Michelle y Raúl. Ainhoa, la pequeña, nació aquí. Pamplona unió por fin en 2011 a la familia Morales Rodríguez, que regenta su primer negocio. “Ya hacía falta la unión de la familia”, reconoce Tere contenta. 

Los propietarios del restaurante señalan la bandera de su país natal, que decora el local. Iñaki Porto

Además del trabajo de cocina, Tere destaca “el trato al cliente. Nosotros, con el poco tiempo que tenemos, salimos a saludar a nuestros clientes; y con nuestro coctelero y nuestro camarero Luis, siempre muy amables y al pendiente de lo que hace falta”.

Por último, la pareja agradece “a toda Pamplona porque estamos aquí muy contentos, les ofrecemos probar un poco de nuestra gastronomía mexicana con todo el corazón y queremos que regresen. Comerán bien rico y con todo fresco”.

Raúl y Tere posan frente al restaurante Antojitos el grillo de Raúl, que lleva poco más de un mes abierto. Iñaki Porto