A Iker Ganuza le gusta la adrenalina, ponerse a prueba y enfrentarse a situaciones límites: dormir en el monte debajo de un toldo, pasar la noche al raso con un saco y una esterilla, vivir sin luz ni agua en una cabaña escondida en el bosque...

Este pamplonés de 27 años practica el bushcraft, un deporte que consiste en ir a la naturaleza, crear voluntariamente circunstancias de riesgo y aprender y practicar un conjunto de habilidades y conocimientos que permiten sobrevivir al aire libre: construir un refugio, encender una fogata, buscar comida, recolectar agua, fabricar cuerdas, identificar plantas....

“La supervivencia es tener un accidente e intentar salir de ese problema. En el bushcraft buscas esa situación adrede para prepararte”, puntualiza.

Desde hace cuatro años, Iker narra sus peripecias y da consejos para subsistir al fin del mundo o a un apagón eléctrico en Basquecraft –siempre aparece con su txapela–, un canal de YouTube con 164 vídeos, 64 millones de reproducciones y medio millón de suscriptores . “No me esperaba esta repercusión a nivel global, reconozco que me ha tocado la lotería”, confiesa. 

A Iker siempre le ha gustado la naturaleza, de pequeño iba al monte con sus padres y con 16 años acampó por primera vez con su cuadrilla. “En verano íbamos al norte de Navarra, montábamos las tiendas de campaña, encendíamos una pequeña hoguera y dormíamos en el campo. Me gustó bastante”, recuerda.

Iker estudió ciencias políticas en Bilbao, se interesó por el mundo rural y se propuso mantener, o como “mínimo” aprender, un estilo de vida –tradiciones, técnicas de subsistencia y recursos que aporta la naturaleza– que estaba desapareciendo por la despoblación, el cambio de hábitos y la falta de transmisión generacional.

Quería recuperar conocimiento de un medio en el que vivimos desde hace cientos de miles de años, del que la mayoría de personas está desconectado, pero que nos proporciona independencia y nos enseña a valernos por nosotros mismos sin una sociedad que nos ampare. El apagón nos ha enseñado que somos dependientes y que a la mínima que fallan las cosas casi no valemos nada”, reflexiona.

Bushcraft

Iker se adentró en el mundo del bushcraft, estudió la teoría y se puso a prueba en el monte: distinguir las maderas más eficaces para preparar una hoguera, saber recolectar madera seca cuando el bosque está húmedo, hacer fuego en condiciones engorrosas, manejar distintas herramientas, conocer las mejores fuentes de agua y purificarla, sacar resinas y yescas de árboles, conocer plantas medicinales, recolectar frutos silvestres, pescar... “Para adquirir habilidades y controlarlas, debes ejecutarlas in situ”, comenta. 

Iker continuó entrenando en los bosques por su cuenta, llegó un momento en el que necesitó un “aliciente” para seguir formándose y se abrió un canal en YouTube.

“Si me ponía la tarea de subir un vídeo a la semana, tendría la obligación de conocer una cosa nueva, adquiriría el conocimiento y lo transmitiría. El objetivo era aprender enseñando”, detalla. 

Dicho y hecho, se compró un equipo de grabación y en verano de 2020 subió el primer vídeo: una receta de mermelada de moras que había recogido en los campos de la Valdorba. “Es fundamental para la supervivencia”, bromea.

Iker cumplió su promesa y realizó una publicación semanal, la constancia dio resultados y creó una pequeña comunidad y “pegó el pelotazo” con otro vídeo que encaja al dedillo con la filosofía bushcraft: cuál es la mejor sartén que debes tener en casa. “No tiene nada que ver, pero se viralizó, lo vio muchísima gente y se engancharon al canal”, relata. 

Dormir al raso

En Basquecraft narra sus aventuras y peripecias al aire libre, proporciona información para sobrevivir en la naturaleza o habla sobre artesanía: historia y antropología del entorno rural –cómo se vivía en el pasado–, cómo protegerse de los rayos si te pilla una tormenta, cómo usar un ferrocerio –una barra metálica a la que se le saca chispas con un raspador aunque esté mojada o haga frío que permite encender una hoguera en condiciones adversas–, cómo utilizar las hachas y sierras para construir un refugio o una cabaña, nudos que sirven para acampar en la montaña o trucos para pasar la noche a la intemperie. 

Al principio Iker dormía en una tienda de campaña, después se animó con un toldo atado a los árboles –defiende que es “mucho más relajante porque el bosque se abre delante de ti”– y en verano se coge el saco, la esterilla y se tumba al raso. Nada más. “Si está despejado, es una experiencia maravillosa porque el cielo está lleno de estrellas. Recomiendo pasar la noche en un hotel de mil estrellas”. 

Antes de lanzarse a la aventura, Iker siempre hace uso del sentido común, consulta la predicción meteorológica y sale al monte equipado con todo el material necesario. “Evito meterme en situaciones complicadas”, insiste.

Sin embargo, la naturaleza es incontrolable, a veces suceden imprevistos y ha vivido experiencias complicadas como tormentas eléctricas. “El monte no es siempre bonito, me ha tocado pasarlo mal, he sufrido”, reconoce. 

Por ejemplo, el año pasado dormía debajo de un toldo en medio del monte cuando se formó una tormenta eléctrica “enorme” que no había pronosticado ninguna web. “Era tan enorme que cada tres segundos el bosque entero se iluminaba. Daba miedo, pero al mismo tiempo era extremadamente bello”, describe.

Iker era consciente de que se encontraba en una situación peligrosa –los árboles atraen a los rayos–, abandonó el campamento y corrió para ponerse a salvo.

Estaba a 25 minutos del coche. Dormí en el interior porque los vehículos actúan como una Jaula de Faraday, una estructura conductora que bloquea los campos eléctricos. Aunque cayera un rayo, estaba protegido”, subraya.

Txapelas, mantas o tablas de madera

Iker era educador ambiental, ahora trabaja como creador de contenidos y, junto con su mujer, ha lanzado la marca Basquecraft. “Vivir de las redes sociales es una aventura con bastantes incertidumbres porque no sabes cuándo se acabará el boom. Es una alternativa por si el canal falla”, apunta.

En concreto, el proyecto es una tienda on line que ofrece productos “autóctonos y artesanales” como txapelas, mantas y calcetines de lana merina, sartenes de hierro fundido o tablas de cocina de roble y pino.