“Más de 100 años han pasado para que podamos gritar: ‘¡Vivan las fiestas del Ensanche. Gora Zabalguneko jaiak!’ Y es que, ¿qué es un barrio sin fiestas? ¿Qué es un barrio sin su gente en la calle? No se entiende un barrio sin su vecindario y es por eso que queremos celebrar que el Ensanche está más vivo que nunca. Y lo queremos hacer juntas”. Así ha comenzado este viernes el primer pregón de las fiestas del Segundo Ensanche, que ha leído Mertxe Zufia, de la Asociación Vecinal Zabalsanche, bajo un cielo gris que poco antes ha descargado agua sin complejos y ha querido respetar después el nacimiento de unas nuevas fiestas en la ciudad.
Unos festejos, ha añadido, “para todo el barrio y para todas las personas que quieran disfrutarlo, y a las que invitamos a participar en los distintos eventos organizados para estos dos días, porque sin sus vecinas y vecinos estas fiestas serían menos fiestas. En representación de todas esas vecinas, este primer txupinazo lo van a lanzar Idoia e Irantzu. Este barrio sería otro sin vosotras y todas esas mujeres que lo han construido sin el merecido reconocimiento. ¡Son días para disfrutar! Goza ditzagun jaiak elkarerkin!”, ha finalizado.
Tras el pregón, ha llegado el turno de las hermanas Otazu, Idoia e Irantzu, esta última acompañada por su hija Carmen, que han encedido el cohete felices. “Es una sorpresa y también un honor que no nos esperábamos. Podía haber sido cualquier persona de los muchos vecinos que hacen grande cada día el Segundo Ensanche”, ha argumentado Idoia.
“Somos hosteleras de toda la vida. Un equipo. Estamos a gusto porque nos han elegido para este chupinazo... y a disfrutar”, ha dicho Irantzu, cuyo deseo es que estas fiestas “continúen” y se asienten en el calendario. “Me lo he pasado genial y ha sido un momento inolvidable cuando ha tirado el chupinazo”, ha añadido Carmen, hija de Irantzu, momentos después del cohete.
Idoia e Irantzu, junto con sus hermanos Aitor y Ramón, han estado vinculadas toda la vida a la hostelería del barrio. “Nuestros padres tenían el bar Mikael y el bar Savoy, y hemos estado los cuatro hermanos trabajando ahí. Hasta que los curas nos echaron del bar Mikael, que no nos renovaron el contrato después de más de 40 años trabajando ahí, y conseguimos, primero alquilar y luego comprar, el bar California. Ahí se marchó mi hermano Ramón e Irantzu, Aitor y yo nos quedamos en el Savoy”.
Ramón se jubiló, y tras el fallecimiento de Aitor el pasado mes de enero, sus dos hermanas han querido “seguir en el Savoy con la misma filosofía que tenía Aitor. Hasta que podamos, claro, porque vamos cumpliendo años. El bar se mantiene con la misma esencia y los mismos empleados, que es lo que queríamos”, ha explicado Idoia.
Ella siempre se ha dedicado a la cocina, tanto en el bar Mikael, “al que le dimos una vuelta, pusimos un restaurante italiano y Aitor y yo nos fuimos a la cocina para darle empaque”, y después en la del Savoy. Un oficio que aprendieron de pequeños. “Desde el principio en el Savoy, con mi madre, con mi tía... nuestro padre nos hacía ir los domingos, sobre todo a Aitor y Ramón, a aprender un poco, de camarero y tal... Como nuestro padre falleció en el año 1977, mi madre y los cuatro hermanos nos tuvimos que hacer cargo de los dos locales. Así es como hemos ido aprendiendo... hasta que te haces finalmente la jefa de la cocina”, ha dicho entre risas.
Esta hostelera, que ya mira a su jubilación –en noviembre cumplirá 65 años– está “muy satisfecha” de la profesión que ha desempeñado toda la vida. Le ha permitido conocer a mucha gente, “la mayoría buena”, y está “muy contenta con la gente con la que trabajo. Tenemos empleados que llevan 40 años con nosotros”. En el Savoy destaca el mundo de los quesos, que seleccionan minuciosamente, con visitas a Francia cada 20 días incluidas. “Ni Aitor ni yo sabíamos cómo se hacía una fondue de queso, pero todo es probar, vas progresando y al final, si te empeñas, sale”, asegura.
Pilar, la Mary, la Perpe...
Como el cohete de esta tarde buscaba visibilizar a las mujeres de los comercios del barrio, Idoia ha querido acordarse de “mujeres como Pilar, del bar Faris, que siempre nos sonreía cuando tomábamos el aperitivo. O a la Mary, de la droguería. O a la Perpe, que tenía una tienda de chuches al lado del Savoy donde íbamos todos a gastarnos la paga de los domingos”, ha recordado.
Por último, ha aprovechado para “dar las gracias a todas estas personas que apuestan por esta parte de la ciudad para emprender con ilusión y esfuerzo; como Laura, de la tienda de juegos, o Ana y Cristina, de la peluquería Ederki. Nos hacen falta. Son muy valiosas porque es una parte fundamental de lo que somos como comunidad. El Segundo Ensanche lo construimos entre todos con memoria, comercio y vida, así que es una buena cosa que hagamos una fiesta para recordarlo y para tener en cuenta a toda esta gente que hacemos la vida aquí”. Felices fiestas.