Acaba de salir a la luz Auzo Madarikatua, la versión en euskera de El barrio maldito (1925). Llega un siglo después de que su autor, Félix Urabayen, nacido en 1883 en Ultzurrun, publicara el que se considera el primer libro que noveló los Sanfermines, a pesar de que otro se lleve la fama. Porque “aunque mucha gente crea que fue Hemingway el primer escritor que noveló los Sanfermines en Fiesta (1926), no es así: fue Urabayen. Y, por cierto, Hemingway tiene un paseo, una estatua, y a Urabayen no se le ha hecho ni caso”, señala Fermin Erbiti.
El periodista pamplonés, junto a Kike Diez de Ulzurrun, ha prologado Auzo Madarikatuak. Ambos escritores son miembros de Iruñeko Komunikabideak Fundazioa (IKF), la asociación que ha impulsado esta traducción como “una aportación cultural al euskera y a los euskaldunes”, dicen. En su análisis, Fermin Erbiti contextualiza la traducción, habla de la vida y obra de Félix Urabayen y hace un “viaje a Navarra, Pamplona, y los Sanfermines de hace cien años”, los felices años 20 de una capital provinciana, Pamplona, que por entonces rompió sus murallas para expandirse, y murallas no solo físicas. Precisamente, Kike Diez de Ulzurrun centra su análisis en el resurgir en aquellos años 20 en Iruña de la cultura y lengua vasca en aquella época.
Pero ¿cuál es el barrio maldito al que alude Urabayen? Bozate, en Arizkun (Baztan), “donde viven los agotes, una raza misteriosa y marginada”, explica Erbiti, quien añade:“Baztan y Pamplona son los escenarios de la novela, y los agotes y los Sanfermines, los dos temas principales”. Así, El barrio maldito cuenta la vida de Pello Mari Etxenike, de Arizkun, que deja su pueblo para establecerse en Pamplona, pone en marcha una posada-bar en la calle Curia, y al jubilarse volverá a Baztan.
PRESENTACIONES
El martes 10, en el Zaldiko.
‘Auzo madarikatua’ se presenta el martes, a las 20.00 horas, en la sociedad Zaldiko Maldiko en euskera.
El jueves, 12, en el Casino Principal.
Con motivo de los cien años del libro, habrá un acto en el Casino, a las 19 horas, que abordará, de la mano de Erbiti y Diez de Ulzurrun, ‘Los Sanfermines de Urabayen’. Será en castellano, la entrada será libre y habrá música.
En el contexto del libro, merece la pena recordar cómo era aquella Iruña de los años 20 que narró Urabayen.En aquellos felices años, Navarra tenía 300.000 habitantes. Los conservadores y liberales habían estado turnándose en el poder, y el carlismo tiene fuerza. “Surgen los primeros movimientos de obreros, es el inicio del socialismo en Pamplona e irrumpe también el nacionalismo vasco”, cuenta Erbiti. Y“lo hace con fuerza, logrando 8 concejales en Pamplona en 1920, entre ellos el pintor Javier Ciga, el abogado Santiago Cunchillos, Francisco Lorda y Leoncio Urabayen, el hermano de Félix”.
La capital, Iruña, contaba ya con 30.000 habitantes, y era de urgente necesidad expandirse, porque la gente vivía hacinada entre las murallas. Fue en los años 20 cuando Madrid dio el permiso para derribarlas, pero había dos problemas para construir el II Ensanche: la plaza de toros y el Gayarre, que cerraba la plaza del Castillo. “¿Cómo lo superaron? El día de San Lorenzo de 1921 le dieron fuego a la plaza de toros, que ocupaba el solar actual del Gayarre. Y el teatro se llevó al inicio de Carlos III, manteniendo la fachada”, explica Fermin Erbiti, quien aporta más curiosidades: “El primer sector iba cediendo ante el auge del comercio, industria y construcción. En las orillas del Arga había muchas huertas, sustento principal de muchas familias. Y abundaban los talleres de artesanos en las calles del Casco Viejo. No faltaban militares, curas, frailes y monjas... y había un pequeño grupo de profesionales liberales (abogados, arquitectos...)”. Fueron años del tren Plazaola y también del nacimiento de “dos instituciones muy queridas en la ciudad: La Pamplonesa (1919) y Osasuna (1920).
El resurgir del euskera
En este contexto, hay además un resurgimiento de la cultura vasca y el interés por el euskera, que durante el siglo XIX había sufrido un importante retroceso en la zona media de Navarra. Como detalla Kike Diez de Ulzurrun, “surge Eusko Ikaskuntza (1918) y Euskaltzandia (1919), impulsadas ambas por la diputaciones de Nafarroa, Gipuzkoa, Bizkaia y Araba”. De hecho, en 1925, nace en Pamplona Euskeraren Adiskideak, un colectivo que reivindica “el fomento del euskera y por ello impulsarán en los años 30 la primera Escuela Vasca de Iruñea”, antecesora de las ikastolas. Fue heredera “de la asociación Euskara fundada en Pamplona en 1876 por Iturralde y Suit, Arturo Campión... y, en su propósito de dar auge a la lengua, organizó fiestas vascas por toda Navarra”, detalla.
La de 1931 fue la primera ikastola de Navarra. Se situó en Carlos III, y continuó en los Escolapios, hasta que fue cerrada en 1936 por los golpistas. “En este cometido destacaron 3 mujeres pamplonesas, maestras y renovadoras de los métodos pedagógicos:Julia Fernandez Zabalet, Catalina Alastuey Garaikoetxea y Maritxu Viscarret Nabaz”.
Este soplo de aire fresco llegaría también a las fiestas de San Fermin que Félix Urabayen retrató en su obra y que Fermin Erbiti recogió en el libro Pamplona: historias, lugares y gentes. “Eran Sanfermines de blusón y txapela, unas fiestas en las que la ciudadanía abandonaba su recoleto existir para tansformarse en lo que Urabayen denominó 'bacanal continua'”. Hasta hoy.