Todo en San Fermín empieza siempre con una buena jota. Y si pueden ser varias, mejor. Si no que se lo digan a la Casa de la Misericordia, que lleva años en esto. Esta vez no fue diferente.

La sociedad Napardi les ha concedido el Gallico de Oro de esta edición por su labor todos estos años. Lo entregan cada San Fermín desde 1986, a excepción de dos ocasiones que se suspendió por la crisis sanitaria del coronavirus.

Aunque su jornada no empezó ahí. Aprovecharon la mañana del jueves para empaparse del ambiente que en Napardi se respira para almorzar en el local con 4 residentes de la Meca.

Les preceden como galardonados Pedro Miguel Echenique y Serafín Zubiri, en 2024 y 2023 respectivamente. El premio se otorga a personas navarras o vinculadas a Navarra “que hayan destacado en el campo de las artes, ciencias, deporte, cultura o humanidades”.

Decenas de personas, autoridades incluidas, han acudido a la entrega. En los cimientos medievales sobre los que está construido el edificio, como reza el cartel de la entrada, tuvo lugar el acto. Pedro del Guayo, vicepresidente de Napardi ha dejado claro que hay que adaptarse a las condiciones del entorno: “Hemos querido hacer un homenaje a las centenarias piedras y no vamos a utilizar micrófono”, ha anunciado entre las risas de los presentes.

En su discurso, ha destacado los 319 años en los que la Meca ha estado dispuesta siempre a acoger y a atender a los más necesitados. “Todos los que aquí estamos sabemos lo que ha significado y significa para Pamplona. Hoy queremos hacerles un homenaje”.

Por su parte, el presidente de Napardi, Fermín Astrain, ha admitido que no hubo demasiadas dudas sobre quién debía llevarse el galardón este año: “Es tremendamente merecido. En la Junta en la que debatimos hubo unanimidad”.

Entrega

Tampoco fue al azar la elección de la persona que ha entregado la mandarra. Ángel Segura es socio de Napardi, y desde hace unos años, también residente de la Casa de la Misericordia. Fue el encargado de, tras un emotivo y sentido abrazo, dar el obsequio a Camino Oslé, vicepresidenta de la Meca y José María Marco, presidente de la comisión taurina.

Tras tomar la palabra, Oslé ha destacado que, desde su origen, el objetivo ha sido “recoger a los pobres, enseñarles la doctrina cristiana, darles alimento y cobijo e iniciarles en un oficio”. Es lo que llevan haciendo desde 1706. Una antigüedad que le ha llevado a mencionar en su discurso anécdotas como la lucha que tuvieron con el virrey para que les quitarán los aranceles de la lana.

Su labor no ha estado siempre vinculada a las personas mayores exclusivamente. Ha recordado la Guerra de la Convención, donde les enviaron a los más jóvenes. “Cuando yo trabajaba en la Meca había más niños que personas mayores. es parte porque no había envejecimiento de la población”.

La Casa de la Misericordia ha sabido adaptar sus servicios a las necesidades de cada tiempo. “Hoy somos una residencia y una fundación en el ámbito de la solidaridad”, afirmó Oslé.

También ha querido tener unas palabras para el personal, al que calificó de “inmejorable”, y al pueblo pamplonés: “Hemos sido muy queridos y se lo agradecemos terriblemente a la ciudadanía”

Por último, ha declarado que esperaba ver ayer llena la Monumental de Pamplona, la cual gestionan: “Yo creo que gustan los toros. Y que sigan gustando. Además, todo el mundo sabe que lo que ahí se recoge sirve para equilibrar nuestro presupuesto”. Ha recordado que la Meca ha estado siempre ligada a los espectáculos: “El dinero de las entradas es el que nos permitía alimentar a los doctrinos”.

Los enérgicos aplausos finales y el canto del coro de Napardi, que ha entonado el Agur Jaunak como días antes en la procesión, fueron el colofón del acto, pero no de la jornada. Un día como el de ayer no podía terminar sin disfrutar de la comida de Napardi.