Desde hace varios años, las vacaciones de Luken Vigo, natural de Vitoria, son particulares. Ha recorrido medio mundo, pero con un objetivo claro: seguir formándose y aprender fórmulas, ingredientes y maneras de cocinar para poder incorporarlas. “Iba a trabajar a restaurantes de amigos y a absorber lo que pudiera”, recuerda. Rusia, Perú o China han sido algunos de los destinos donde ha colaborado.

“Es casi como una obsesión”, afirma. También una de las claves del éxito que les ha llevado a Iñaki Andradas y a él a abrir Haziaberri. Está ubicado en la calle San Nicolás, corazón del Casco Viejo de Pamplona. Pero no es su único restaurante. Ostentan otro en esa misma calle, el Baserriberri, además de Rojo y Negro, en San Sebastián.

Hasta llegar aquí, han recorrido numerosas cocinas: “Empecé trabajando a los 17 años e hice un grado medio de cocina en la Escuela de Hostelería de Gamarra”. Pasó por Chipre y estuvo un año y medio en Mugaritz, donde conoció a gran parte de la gente que le abrió sus puertas en cocinas alrededor del planeta.

Tras unos años en Pamplona, los caminos de Andradas y Vigo se entrelazaron. “Cuando trabajábamos juntos no veíamos que hiciéramos lo que queríamos”, afirman. Les motivaba un modelo de negocio propio. O más bien, un modelo de pintxos. En 2016 lanzaron Baserriberri con una apuesta diferente: “Lo normal aquí es que esté la barra con toda la oferta expuesta, nosotros decidimos hacerlos al momento”. Concuerdan en que no es lo mismo comerte algo recién hecho a algo que lleva preparado desde principio del día.

Iñaki Andradas y Luken Vigo, en la entrada del local de la calle San Nicolás Oskar Montero

Eso sí, los comienzos no fueron fáciles: “Era muy difícil hacer marketing con la barra vacía. Estuvimos a punto de cerrar”. Hasta que la gente empezó a entrar y se fue enganchando. Desde entonces, se han coronado dos veces campeones en la semana del pintxo. En 2017 y en la edición de este año, 2025, con su creación llamada Eguzkilore Lu’um. “Estamos siempre en la cresta, tratando de innovar y hacer las cosas bien”, afirman.

La buena relación entre Andradas y Vigo les ha llevado a ir dando pasos. “En un trabajo donde hay tanto estrés siempre existe tensión, pero nos complementamos muy bien”, declara Vigo. Con el tiempo han aprendido a escucharse y a hablarse para hacer las cosas como los dos quieren. Y con un ingrediente clave. “Discutimos solo una vez al año. Se soluciona y seguimos”, reflexiona Vigo entre risas.

Nuevo local

Su nueva propuesta en el corazón de Pamplona abrió el 20 de junio, pero su historia viene de antes. “Teníamos el Hazia en Vitoria, en el mercado de abastos, pero gestionar un restaurante que está en otra ciudad se complica mucho”, detalla. El no poder estar ahí de manera presencial hizo que las cosas no salieran como les hubiera gustado. Sin embargo, no se arrepienten de la experiencia. Para ellos, “ha sido un año de mucho aprendizaje”.

“Hemos querido recuperar lo que eran los bares o las tascas antiguas. La tendencia en gastronomía es volver a la tradición bien hecha”

Cuando vieron la posibilidad de abrir el local en la capital navarra, se trasladaron. “Hemos querido recuperar lo que eran los bares o las tascas antiguas. La tendencia en gastronomía es volver a la tradición bien hecha”, anuncian. Dejando la creatividad para el Baserriberri, en su nuevo negocio tratan de “hacer pequeños guiños” al antiguo picnic con productos como la ensalada de tomate o la chuleta a la plancha. Buscan recuperar “esas vitrinas frías que ya no se ven” surtidas con ensaladilla rusa, huevos revueltos o gildas. Además, van a añadir una serie de bocadillos y hamburguesas que podrán disfrutar las alrededor de 35 personas para las que tiene capacidad el bar, además de contar con la terraza.

Sus dos locales, Haziaberri y Baserriberri están a tan solo 20 metros. La cercanía de negocios les permite solucionar los problemas en pocos minutos. “Te da seguridad y facilita mucho el día a día”, afirma Vigo.

En cuanto a la acogida declaran que, aunque los primeros días fueron “un poco flojos”, en San Fermín funcionaron a pleno rendimiento. Estas semanas después de las fiestas, donde prima el turista sobre el consumidor local, les está costando un poco más al no ser aún conocidos, pero confían en que cuando vuelva la gente de Pamplona de vacaciones, comiencen “a trabajar mejor”.

Lo que está claro es que cualquiera que se acerque al local podrá observar el producto estrella: “Trabajamos en algo que nos gusta mucho. Somos felices cocinando”. Y de eso disfruta Pamplona: “Nos ha acogido súper bien la propuesta gastronómica. Es muy agradecida”. Y disfrutan ellos: “Cuando ves que a la gente le gusta lo que haces, genera una alegría que se agradece”.

Si en la variedad está el gusto, Andradas y Vigo la ofrecen en una distancia que se recorre en lo que se come un pintxo.