La primera sorpresa al abordar la “vida ejemplar” de hoy fue saber que Valentina Goñi está viva y se encuentra razonablemente bien. Tiene 97 años, y hace ya mucho tiempo que reside en Soto del Real (Madrid), junto con su marido el cordobés Pedro Mengíbar, con el que tuvo cinco hijos. De todos ellos es con Isatxa, la más pequeña, con quien hemos conseguido contactar, y quien nos ha facilitado buena parte de las informaciones necesarias para realizar este artículo. “Valentina”, es hija de José Martínez de Goñi, nacido en Muruzábal (Navarra), hijo del secretario del Ayuntamiento de Otsagabia, y su mujer Leonor Loperena, que había nacido en el mismo Otsagabia. Fueron abuelos paternos Guillermo Martínez de Goñi Azpíroz y Bárbara Jaunsaras Iroz, mientras que los maternos fueron Bernabé Loperena Miqueleiz y Gabriela Erro Oset, ambos de Otsagabia, donde la familia Loperena residía al menos desde 1827, año en que nació allí un antepasado suyo llamado Juan Simón Loperena Echegaray.

La famosísima y televisiva “Valentina” proviene por tanto de una familia enteramente navarra. Los Martínez de Goñi proceden la casa Goñi de Muruzábal, muy cerca de Pamplona, y aún tienen familia en la zona. Uno de ellos, Juan Manuel Apesteguía Martínez de Goñi, es actualmente abad del famoso monasterio de Leire, y amigo de la infancia de quien esto escribe. El resto de la familia radicaba en el valle de Salazar, al que según ella misma siempre se ha sentido muy vinculada. Su abuelo Bernabé Loperena era euskaldun monolingüe, por lo que según propia confesión tuvo siempre dificultad para comunicarse de forma fluida. Y cuando llevaba décadas residiendo en Madrid, para ella y para sus hijos, nacidos ya allí, la abuela materna era siempre la “amatxi” Leonor. Hasta sus dos mascotas de Soto del Real recibieron nombres propios de la tierra, una schnauzer mini llamada “Pizka” y la gata “Zuri”.

Los inicios en Pamplona

Volviendo al principio de las cosas, Mari Carmen había nacido en el número 10 de la calle Chapitela de Pamplona, un 24 de octubre de 1928. Curiosamente, la primera noticia que de ella hemos encontrado en prensa viene con una errata, puesto que en la reseña de los natalicios habidos aquella semana figura “María del Carmen Martínez de Goñi Jaunsaras” (La Tradición Navarra, 28-10-1928). Al parecer, el escribano cometió un error al inscribir a la niña, y le adjudicó el segundo apellido del padre, en vez del suyo, que como ya hemos dicho era Loperena. Cuando Mari Carmen tiene tres meses su padre murió de manera repentina, y esto obligó a Leonor Loperena a marchar a Otsagabia con sus dos hijos, el mayor José Javier y la recién nacida. La decisión, sin duda alguna, estaría motivada por el hecho de que en aquella localidad salacenca residían los cuatro abuelos, y podría recibir una mayor cobertura familiar para ella y sus pequeños. Es allí, en la casa Bernabe Enea, que aún se conserva, donde se fijarán algunos de los más arraigados recuerdos de Valentina, su amor por la naturaleza, por Salazar y por Navarra entera. A buen seguro, los primeros años de escolarización los llevaría a cabo en la escuela de Otsagabia, pero lo cierto es que cuando Mari Carmen tiene trece años nos encontramos a la familia afincada de nuevo en Pamplona. Y casi de inmediato la joven se dará a conocer por su privilegiada voz de soprano. Le llaman para dar recitales de poesía, y la prensa de la época registra numerosas actuaciones en las que interviene cantando, en ceremonias de diferente tipo, en programas radiofónicos y en algunas bodas llevadas a cabo entre la élite social de Pamplona, siempre de la mano de su profesor de canto, José Antonio Huarte. Cuando cumple la edad necesaria Mari Carmen se matricula en la Escuela de Comercio de Pamplona, pero aquellos estudios no le gustan en absoluto, y con 18 años deja su Iruñea natal y marcha a Madrid a estudiar canto.

Los Chiripitifláuticos

En Madrid se matricula en el Real Conservatorio de Música (1946), y comienza también a estudiar Arte Dramático, pero algunos problemas en las cuerdas vocales le obligarán a abandonar el canto y comenzar a trabajar como locutora de radio. En 1953 tuvo un breve papel en la película “Aeropuerto”, de José Luis Lucia, y posteriormente realiza doblajes para películas extranjeras. Con todo, será en 1965 cuando le ofrezcan el trabajo que le catapultó a la fama al interpretar, en el programa “Antena Infantil” de Televisión Española, el personaje de Valentina. Aquel grupo inicial de los “Chiripitifláuticos” estaba interpretado por Locomotoro (Paquito Cano, 1928), el Capitán Tan (Félix Casas, 1930-2020) y el Tío Aquiles (Miguel Armario, 1916-2000). Junto a ellos, la pamplonesa representaba a una mujer inquieta e inteligente, que ponía un toque de sensatez en un grupo absolutamente disparatado.

Durante aquellos años, y muy especialmente de la mano del genial Locomotoro, los Chiripitifláuticos popularizaron entre el público infantil de los 60 y los 70 gran número de gags, frases hechas y canciones, de entre las cuales la que mejor ha soportado el paso del tiempo es seguramente aquella que comienza diciendo había una vez un barquito chiquitito, que no podía navegar...”. En diferentes formatos, con la aparición de nuevos personajes y la desaparición de otros, el grupo mantuvo su protagonismo y su liderazgo en la programación infantil hasta la irrupción de los famosos “payasos de la tele”, con los Gabi, Fofó, Miliki y demás, a principios de los 70. En ese lapso de tiempo y hasta el cese de sus emisiones en 1974, el grupo editó discos y realizó bolos por todo el Estado, llenando salas de fiestas, teatros y hasta estadios de fútbol. Luego, los miembros del grupo se separaron y cada uno siguió su propio camino.

Después de Valentina

En el año 2024 la pamplonesa Cristina Leza escribió una interesante y completa biografía sobre la vida de Mari Carmen Martínez de Goñi. Editada por la Filmoteca Navarra, esta obrita constituye, sin duda alguna, la mejor fuente para conocer la evolución profesional posterior del personaje, junto con unas pocas entrevistas que la pamplonesa fue concediendo a lo largo de los años. Así sabemos que, aunque llegó a ejercer de presentadora en el programa “Las canciones del desván” en 1976, a partir de 1974 Mari Carmen se dedicó sobre todo al doblaje, y que dio voz a otros inolvidables personajes, como el pingüino protagonista de “El libro Gordo de Petete”, la niña Nancy Bradford en la serie “Con ocho basta”, o el niño Willie Oleson de “La Casa de la Pradera”. Tras superar un infarto debido al estrés producido por su trabajo, Mari Carmen dio por concluida su etapa profesional en el año 1995, y se retiró a su casa de Soto del Real, en compañía de su marido Pedro Mengíbar. Allí ha disfrutado de una larga y placentera jubilación, entregada a la jardinería, su gran pasión.

Hoy en día Mari Carmen Martínez de Goñi Loperena es ya una persona muy mayor, no en vano acaba de cumplir los 97 años. Sigue viviendo con Pedro, su compañero de toda la vida, y se encuentra permanentemente rodeada del cariño de sus hijos, nietos y bisnietos. Gracias a la ayuda de su hija Isatxa consigo al fin hablar por teléfono con la mujer y, si ella se sorprende al hablar con el alcalde de “su pueblo”, debo decir que bastante más impresionado estuvo el alcalde por poder conversar con la Valentina de su niñez. Mari Carmen conserva su talante alegre, la risa fácil y su voz cristalina de siempre, y me dice que se acuerda mucho de su tierra, de su infancia en Otsagabia y de sus inicios en Pamplona. Repite varias veces que nada le gustaría más que volver una última vez a su tierra, aunque no sabe si ello será posible a su edad. En el momento de despedirnos le coge el relevo su hija Isatxa, cuya voz, al otro lado del teléfono, suena igualmente hermosa y brillante. No en vano, Isatxa Mengíbar Martínez de Goñi siguió los pasos profesionales de su madre en el doblaje, y hoy en día es quien da voz a la pequeña Lisa, en la mundialmente conocida serie “Los Simpson”. Nada menos.