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El puzzle abertzale

El giro de la izquierda abertzale histórica abrea la puerta a una reorganización del mundo nacionalista

El puzzle abertzaleEfe

PAMPLONA

EL espectro político de la izquierda abertzale ha dado en los últimos meses un giro espectacular que parece llevar a una conjunción de fuerzas impensable hace unos años, máxime tras el fracaso del Acuerdo de Lizarra, donde se trató de unificar esfuerzos por parte de todos los partidos y organizaciones sociales de ideología nacionalista en la senda de la construcción nacional. Este giro conlleva un cambio en el panorama político que repercutirá no solo en el ámbito de la representación institucional, sino también en el del desarrollo de la gestión del día a día -modificación esta última coadyuvada también por la coyuntura económica y social actual-. Y también abre la puerta a un futuro muy diferente al presente.

Ramón Zallo, catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la UPV; Koldo Ordozgoiti, periodista y autor del libro de memorias de Ibarretxe; y Mario Zubiaga, profesor del Departamento de Ciencias Políticas y de la Administración de la UPV y profesor del máster Euskal nazionalismoa XXI. mendean, analizan la nueva etapa abierta tras la apuesta de la izquierda abertzale histórica por las vías exclusivamente políticas en el comienzo de lo que parece ser la recta final de la violencia de ETA.

Los tres expertos coinciden en que el cambio experimentado por la izquierda abertzale tiene como uno de sus principales orígenes la constatación del fracaso del uso de la violencia con fines políticos. Una reflexión que trata un proceso abierto hace ya años. El fracaso de Lizarra, de la tregua de 1996-1997, el descarrilamiento del proceso de Loiola o su exclusión de la vida institucional han sido factores relevantes para llegar a la conclusión que la izquierda abertzale materializó en el Acuerdo de Gernika. "La propia presentación del proyecto de Sortu y lo mantenido en ella, diciendo que a partir de ese momento se producía una ruptura con los años anteriores y con una definición perfectamente clara en el sentido de que es la actividad política la que se tiene que desarrollar y por vías claramente democráticas" son, para Ordozgoiti, un aspecto importante en esa nueva etapa.

cambio de postulados

Causas de un giro radical

"Ese giro se ha producido básicamente porque corrían el riesgo de quedar extramuros del sistema, con una fuerza sin perspectivas de futuro. El segundo factor es el fracaso de ETA, que se había dado su enésima prórroga para mostrar la utilidad de la lucha armada. Se dio esa prórroga tras Lizarra y se la dio tras la T-4 y ha fracasado. Y el tercer factor, que se ha producido un cambio de grado político del conjunto de la corriente que ha permitido empezar a absorber las lecciones de Lizarra y la T-4 para evitar que se repitan y pueda haber una dirección estrictamente política", resume Zallo.

Zubiaga, al contrario, cree que es difícil conocer con exactitud cuáles son los motivos que han llevado a la izquierda abertzale tradicional al punto en el que hoy se encuentra. "No hay manera de saber realmente cuáles son sus posiciones políticas, porque sus apariciones públicas están muy limitadas, voluntariamente contenidas, porque sigue siendo ilegal. Partiría de esa primera premisa porque es lo que nos lleva a considerar que sería imprescindible que pudiera ser legalizada lo antes posible", apunta este profesor.

Reorganización

Acumulación de fuerzas

Sean los motivos que sean, lo cierto es que el giro dado por ese mundo ha traído una serie de consecuencias y ha abierto un panorama en el que, indica Zubiaga, se da la paradoja de que existe "una aceleración de una serie de procesos, como el de resolución de la violencia, una aceleración desde el punto de vista de lograr alguna expresión electoral como ha sido Bildu y su éxito, y una tercera en los procesos políticos no estrictamente vascos, pero que afectan a nuestros país, como es el adelanto electoral", junto a una situación de impasse: "Un empantanamiento aparente de ese mismo proceso. No se llega a terminar el ciclo de la violencia de forma definitiva, no se llega a legalizar Sortu...". En ese escenario, además, se ha producido una conjunción de fuerzas que parece responder a una estrategia fijada desde la izquierda abertzale tradicional y sobre la cual los análisis de estos tres expertos son diferentes. Para Ordozgoiti, en esa confluencia que representa Bildu existe una motivación clara: la necesidad. "La desaparición de la violencia de ETA supone que esa losa que tenía ese mundo en cierto sentido desaparece y puede permitir la reorganización política de ese espectro. Esta cuestión tiene un componente a largo plazo, determinado por el fin de ETA, pero también un componente a corto plazo", explica, añadiendo que en ese corto plazo la falta de legalización de un partido que represente a la izquierda abertzale tradicional hacía imprescindible la búsqueda de una coalición como Bildu. Una necesidad que compartían sus socios de EA y de Alternatiba, a juicio de este periodista, debido a la pérdida de respaldo electoral de la primera de estas formaciones y del escaso peso social de la segunda.

Muy al contrario, Zubiaga considera que, en todo caso, se trataría de hacer de la necesidad virtud, de una estrategia más de fondo y menos coyuntural para dar respuesta a cuestiones meramente electorales. "Es una apuesta estratégica de la izquierda abertzale muy profunda y que va más allá de poder presentarse en una cita electoral concreta o de poder eludir una situación de ilegalidad", indica, después de señalar que ese planteamiento de acumulación de fuerzas "tiene un futuro enorme, sobre todo porque esa acumulación tiene una definición ideológica más coherente que los intentos de acumulación previos, como el de Lizarra. La coincidencia en Bildu no es solo en planteamientos abertzales, sino que tiene un componente social e ideológico de izquierdas o, al menos, de centro izquierda, que le da una mayor fortaleza y coherencia". Esta mayor cohesión y la coyuntura actual permitirá que en el seno de la nueva coalición se produzcan menos tensiones internas que las que cabría esperar de un bloque configurado por diferentes tradiciones políticas. "Antes de la situación de crisis actual podíamos pensar que podía ser difícil combinar planteamientos cuasi revolucionarios presentes en la izquierda abertzale con planteamientos socialdemócratas moderados presentes en EA. Pero en este momento, la propia coyuntura del país, estatal y mundial hace que el debate ya no sea entre revolución y reforma, sino que es un debate de tener claro que de esta crisis se debe salir con un planteamiento de defensa de los servicios públicos y de los intereses de las clases más desfavorecidas. Y en ese espacio la conjunción de fuerzas es relativamente fácil. En el tema nacional pasa algo parecido. El sentimiento abertzale en nuestro país acerca de cuál es la salida a corto plazo en relación con el derecho a decidir y de autodeterminación, y a largo plazo en relación con la independencia y la creación de un Estado vasco está muy extendida en el ámbito abertzale", explica Zubiaga.

Zallo no lo ve tan claro. "Es la suma la que hace potente ese bloque de izquierda abertzale y soberanista. Y requiere que se tenga un cuidado exquisito en que esa unidad se mantenga. Se deben entender las tradiciones y orígenes distintos y debe entenderse ese bloque como una corriente abierta y que va construyendo sus propios recursos. Mimbres para ello tienen, al menos uno muy importante, como es el de la necesidad histórica de que hubiera realmente una referencia en este campo, una referencia tendiendo a concentrarse, y otro que es el Acuerdo de Gernika. Pero no son suficientes, porque deben construir un programa con cierta celeridad en un contexto difícil: el de la persistencia de ETA, que no ha desaparecido, y una reflexión sobre el periodo 1970-2010 y la permanencia de la violencia que es insuficiente. Y luego hay una tradición hegemonista clásica en la antigua Batasuna que no es la mejor cultura para abordar un bloque", señala.

a futuro

Dos grandes bloques abertzales

La reorganización que se está produciendo en todo el ámbito político abertzale a la izquierda del PNV presagia la configuración en el futuro de dos grandes bloques nacionalistas que sustituirán a la atomización que este espectro ideológico ha padecido desde el arranque de la democracia. Una circunstancia que puede derivar en un cambio en la hegemonía tradicional que ha mantenido la formación jeltzale en el nacionalismo y que podría tener repercusión en el ámbito españolista.

Uno de esos bloques estará concentrado en el PNV y el otro girará en torno a lo que hoy se denomina Bildu. Un bloque configurado por diferentes sensibilidades y en el que está por ver qué modelo organizativo triunfa. "Cuando se produzca la legalización de Sortu estará por ver cómo juega con los partidos que están ahora en su entorno. Por lógica, debería jugar con magnanimidad, en tanto los resultados de las últimas elecciones le han enseñado que la coalición Bildu ha conseguido capitalizar lo que era el voto de EA, pero que EA no habría podido llevarse de haber acudido sola", dice Ordozgoiti.

Zubiaga abunda en la incógnita sobre la evolución organizativa de Bildu. "Hasta que no se legalice Sortu no sabremos qué tipo de expresión organizativa va a tener ese ámbito ideológico, si será un proceso de confluencia de tres partidos, si será similar al de la Mesa de Alsasua, si será un proceso de estructuración de una plataforma electoral más o menos estable, del estilo de IU...".

Y Zallo explica que, pese a que la historia demuestra que toda corriente que entra en la izquierda abertzale tradicional acaba fagocitado, "no podemos leer el futuro respecto al pasado, con las ideas del pasado, pero a su vez el pasado nos enseña que no se pueden cometer los errores de hegemonismo que históricamente se cometieron por parte de la izquierda abertzale".

Sobre la configuración del sistema de partidos en el futuro, los tres expertos difieren. "En la medida en que se vaya avanzando en los procesos de construcción nacional y de autogobierno, el esquema de las cuatro patas, con los dos partidos españolistas y dos partidos abertzales se va a modificar. Posiblemente, la evolución vaya a ser a dos grandes partidos vascos, uno nucleado alrededor de lo que hoy es Bildu, con planteamientos de centro izquierda, y otro con planteamientos de centro derecha abertzales, nucleados en el PNV, y luego un tercer partido residual, de identidad española conservadora y otros planteamientos jacobinos que pueden estar en el PP, en UPyD y en parte en el PSE. Gran parte del voto del PSE podría ir a una fuerza como Bildu y el voto más vasquista del PP podría ser nucleado alrededor del PNV", asegura Zubiaga.

"Sí parece que va a haber una clarificación en esas dos fuerzas en el mundo abertzale, de la misma manera que se produce una línea divisoria entre PP y PSOE", afirma Ordozgoiti, que apunta a las "lecturas hegemónicas" que históricamente ha realizado la izquierda abertzale para sustituir al PNV como referente nacionalista. En cualquier caso, asegura, no es lo mismo la voluntad que la realidad y señala dos casos: el de Irlanda del Norte, en donde el partido republicano que en otros tiempos fue mayoritario perdió el liderazgo de ese mundo en favor del Sinn Fein cuando salió adelante el proceso de paz; y el de Catalunya, donde ERC se aupó al Govern con el PSC para desbancar a CiU como líder del nacionalismo catalán y ha sufrido, ocho años después, un descalabro electoral que contrasta con el triunfo de la coalición de Artur Mas.

Zallo está más convencido de que Bildu puede ser una amenaza real para el PNV. Así, explica que la imagen soberanista que la formación jeltzale daba en tiempos de Ibarretxe "se ha desgastado y ahora su imagen pública es más bien de un nacionalismo moderado. Y hay una parte en sus bases que habrá perdido y que a algún lado habrá ido. Y en Bildu, al revés. En lugar de ser una izquierda abertzale radical y que tenía una mirada más o menos ausente sobre la problemática de la lucha armada, resulta que se ha ampliado enormemente con corrientes soberanistas no necesariamente de la tradición de la izquierda abertzale: está EA, Aralar y todo lo que sería el desgaste de EB. Por lo tanto, nos encontramos con que el mapa de fuerzas confluentes en una y otra dirección ha cambiado y esto tiene un efecto en el medio plazo, y ya veremos en el largo plazo, de cambio de hegemonía, por la contestación de la cuestión nacional y por la contestación del modelo económico".

Elecciones 20-n

¿Equilibrio entre abertzales?

En un futuro mucho más cercano esperan las elecciones generales del 20-N, que probablemente constituyan la entrada oficial de Aralar en Bildu. Unos comicios en los que los tres expertos auguran que la coalición obtendrá grupo propio. En cualquier caso, Ordozgoiti concluye que no sabe cuáles serán los resultados definitivos, aunque prevé una bajada de votos del PSE, que, aunque en las anteriores generales tuvo sus mejores resultados, acusará el desgaste del PSOE por la gestión de Zapatero y por la actuación del Gobierno de Patxi López. "El Partido Socialista tiene el drama de que se enfrenta a sus mejores resultados electorales de la historia con la posibilidad de obtener los peores de su historia en Euskadi. Por otro lado, en las últimas elecciones municipales, Bildu obtuvo unos resultados excelentes en Gipuzkoa, igual que el PNV en Bizkaia. Araba funciona en clave española: el partido más votado en España gana las generales en Araba, lo que hace suponer que el partido más votado será el PP. Habrá que ver cómo salen luego las cuentas, porque Bizkaia elige nueve diputados; Gipuzkoa, seis; y Araba, cuatro", explica. Y respecto a Nafarroa, asegura que el bloque de NaBai cuenta con bastante fuerza, pese a la previsible salida de Aralar de la coalición.

Zubiaga se atreve a ir más allá y augura "una representación equilibrada entre el PNV y Bildu y luego una representación más estable pero más a la baja de PSE y PP" en la CAV.

"La simplificación del panorama abertzale va a permitir en el caso vasco fotografiar el escaso peso que tiene el patriotismo español y cómo su peso público actual está muy a distancia de lo que es su realidad social. A pesar de ello, la campaña va a ser un tándem personalista de Rajoy y Rubalcaba, que arrastrará un cierto voto y habrá una compensación para este fracaso que se fotografió perfectamente en las elecciones municipales y forales hace poco. En el caso de la CAV es interesante que vayan dos fuerzas distintas por el ámbito abertzale. Esa propuesta que se hizo de una candidatura conjunta por parte de Bildu era más un brindis al sol y creo que ha sido un error haberlo pedido por lo artificial y casi oportunista. En cambio, me parece que esa misma propuesta para Navarra, donde la situación de emergencia desde el punto de vista del vasquismo es bastante evidente, es donde por parte del PNV y de Uxue Barkos deberían de aceptar un proceso de canal conjunto de cara a afrontar las elecciones. Porque, si no, el resultado va a ser que alguien de esos bloques no saldrá elegido y se van a perder un montón de votos, cuando la oportunidad para ir juntos haciendo de intermediarios programáticos Aralar es una oportunidad de oro para el vasquismo en Navarra. En este Territorio puede ocurrir que el vasquismo en general y el vasquismo con tendencia a la izquierda tenga una representación institucional muy por debajo de lo que supone en su conjunto. Y eso lo tienen que medir tanto el PNV como Uxue Barkos, como Aralar, como Bildu, porque puede resultar que a futuro esa opción de sectarizarse mutuamente sea una decepción para el conjunto del vasquismo en Navarra. Y en el caso de la CAV, ya veremos cómo se fotografiarán las elecciones, pero da la impresión de que se configurarán dos grupos abertzales diferentes en el Parlamento. Incluso es presumible que sea más mayoritario el que configure la izquierda abertzale por la agrupación que supone de EA, de independientes de la tradición histórica de la izquierda abertzale, Alternatiba y demás, porque, en principio, tiene un efecto de arrastre. Y eso ya veremos qué significa en el tiempo", resume sobre el mapa electoral vasco para el 20-N Zallo.